La situación en Oriente Medio continúa tensa, en especial en Libia donde se vive una guerra civil tras el levantamiento contra el presidente Muammar Al Gaddafi, acción que tiene al país prácticamente dividido, con Trípoli a favor del gobierno y varias ciudades del Este en manos de los sublevados.
Los analistas María Elena Álvarez y Leonel Nodal, así como los periodistas Aíxa Hevia, Elson Concepción y Randy Alonso, afirmaron en la Mesa Redonda que sigue sin precisarse la cifra de muertos, hay total descontrol de las fuerzas armadas y de seguridad, y en las ciudades tomadas por los manifestantes se han formado gobiernos provisionales que controlan los más importantes pozos petroleros de la nación norafricana. Sin embargo, Gaddafi asegura que no abandonará el país.
Estados Unidos cerró su embajada en Trípoli y evacuó a su personal, lo que pudiera ser indicio de que se prepara una invasión militar.
La caótica situación en Libia está siendo aprovechada por Occidente, que manipuló las primeras protestas para presentarlas como hechos extremadamente graves.
El problema está en que a los que apuestan por la salida de Gaddafi aún no saben quién sería el sucesor, se explicó en la Mesa Redonda.
Analistas opinan que se prepara un golpe petrolero pues ya el 75 por ciento de la producción y puertos del sector en el Este de Libia están paralizados.
El Consejo de Derechos Humanos expulsó a Libia del grupo y creará una comisión que investigue la situación en ese país, mientras habla de una intervención militar humanitaria. También, el Consejo de Seguridad se reunió a puertas cerradas para discutir posibles sanciones; el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, anunció que el lunes se entrevistará con Barack Obama en Washington, y la OTAN dijo que está preparada para actuar de inmediato contra Libia.
Paralelo a las manifestaciones en Libia continúan las protestas en Túnez, Bahrein, Egipto e Iraq. Los panelistas reunidos en la Mesa Redonda se preguntaron cuánto tendrá que pagar el pueblo árabe por su situación geoestratégica y su petróleo. Por lo pronto, Occidente aprovecha la situación para silenciar el conflicto israelo-palestino y el caso Irán.
Todo indica que las movilizaciones van a continuar de manera creciente y que aumentará la cifra de muertos. La mayor debilidad de esas protestas es que, a pesar de coincidir en sus demandas, no hay solidaridad entre ellas ni existe un sentimiento antimperialista.
De producirse la invasión militar a Libia, esta podría elevar la conciencia de los árabes y habría que ver hasta qué punto se radicalizaría el movimiento de protestas. También podría contaminar a Argelia, e incluso a Egipto donde el pueblo aún espera por las respuestas a sus demandas.
Tomado de Radio Reloj
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