Por Juana Carrasco Martín, especial para la Mesa Redonda
Sentó pautas en relación con la política ambiental de Cuba y es una suerte de paradigma sobre lo que un país pobre y pequeño puede hacer en esa materia, así fue catalogado en la Mesa Redonda Informativa el discurso del Presidente Raúl Castro ante la Cumbre Río+20, complementado con el informe presentado en Río de Janeiro por autoridades del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente contentivo del quehacer de la Isla en esa materia.
De obligada continuidad al alerta pronunciado hace 20 años por Fidel en ese mismo escenario han sido las palabras certeras y contundentes de Raúl, analizadas por los periodistas de Radio Habana Cuba, Pedro Otero y Ana Teresa Badía, y —desde el escenario carioca en llamada telefónica— por Bárbara Betancourt, enviada especial de la Radio Cubana, quienes también abordaron las luces y las sombras del documento o declaración final de la Cumbre que sesionó del 20 al 22 en su segmento de Jefes de Estado o de Gobierno.
El futuro que queremos, título con que se presentaron las 53 páginas a las que quedó reducido el documento, luego de negociado y consensuado es —a consideración de Otero—, un acuerdo que satisface a una minoría, pero no para una mayoría de la población mundial carente de los más elementales recursos de vida. Entre lo que ocurrió en la Cumbre de la Tierra de 1992 y lo acontecido ahora en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, el planeta muestra indicadores deprimidos enormemente, aseguró, y sí los líderes mundiales se proponen enfrentar la pobreza y lograr ese desarrollo, el mundo debe modificar la realidad del consumismo.
Coincidieron los panelistas en que a pesar de sus carencias, es un instrumento de trabajo para los próximos años, y ratifica el principio de la responsabilidad compartida, pero diferenciada, en cuanto reconoce que los países industrializados son los responsables de la catástrofe inimaginable a que está abocada la humanidad y que tiene como centro el cambio climático, aunque paradójicamente este apenas se nombra en «El futuro que queremos».
En cuanto a la intervención del Presidente cubano y sus actividades colaterales en Brasil, estas fueron destacadas por la prensa brasileña, por agencias informativas y otros medios internacionales y cubanos, indicó Ana Teresa Badía. Repercutieron en especial su llamado a destruir los arsenales nucleares y promover el desarme, así como la advertencia de «esta vez, todos, absolutamente todos, pagaremos la consecuencia del cambio climático» .
El exhorto a la responsabilidad, fue compartido por otros Jefes de Estado, y en la Mesa Redonda se escucharon segmentos de los discursos de los presidentes Rafael Correa, de Ecuador, quien dijo que había que poner fin a ese patrón de consumo que es a costa de los pueblos subdesarrollados; y de Evo Morales, de Bolivia, quien citó las profundas reflexiones de Fidel hace 20 años sobre la necesidad urgente de salvar al hombre.
Como bien concluyera el presidente cubano en Río, ante los males de la sociedad moderna multiplicados por la política irresponsable de los países industrializados y el modelo liberal, hay un solo camino: «Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones».
Randy Alonso detalló los intercambios bilaterales de Raúl con el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la presidenta anfitriona Dilma Dousseff, así como con el primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, el vicepresidente de Angola, y el presidente de Cabo Verde, entre otros.
La Mesa Redonda tuvo dos momentos especiales por su alcance:
Uno, la noticia profundamente dolorosa del fallecimiento de Roberto González, hermano de René y jurista en la batalla política por la libertad de los Cinco antiterroristas cubanos a cuya causa se consagró.
El otro, el análisis del golpe de estado parlamentario contra el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, que no podía ser otra la Noticia del Día, por su trascendencia latinoamericana y mundial. El discurso del presidente Lugo aceptando la decisión del Congreso de destituirlo, pero dejando claro que se habían transgredido todos los principios de la ley; la declaración de los cancilleres de Unasur considerando escandalosa y ofensiva la actuación de la clase política paraguaya; y la represión contra el pueblo paraguayo que se concentró en los alrededores del Congreso y del Palacio de Gobierno en apoyo al Presidente por el cual votaron, estuvieron en lo detallado sobre una situación que, dijo Ana Teresa Badía, no podía verse aisladamente, sino en un contexto en el que recordó los intentos de golpes, frustrados unos o consumados otros, en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Honduras.
Es un alerta para toda América Latina, es un golpe de estado que refleja la estrategia actual. Derrocar a gobiernos sin disparar. Es la expresión del rechazo de las fuerzas de la ultraderecha y la reacción a los tiempos de cambio.
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