Por Juana Carrasco Martín, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Cuarenta y tres filmes puertorriqueños se exhiben en la edición 34 del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, la más grande muestra que se haya presentado hasta ahora fuera de la isla del extremo más oriental del Caribe, y ese encuentro de cubanos y los visitantes que de todos los lares llegados a la fiesta cinematográfica con una cultura que resiste los embates de la asimilación colonial es toda una revelación.
La ocasión dio la oportunidad a la emisión internacional de la Mesa Redonda de TeleSur de dar a conocer los criterios de dos destacadísimos hombres de la cinematografía boricua, el director, actor y dramaturgo Jacobo Morales, y el productor Ramón Almodovar, coordinador de esa muestra de cine puertorriqueño que rinde homenaje al Centenario del cine boricua.
Ese encuentro, bajo la conducción del periodista Raúl Garcés, fue retransmitido por la Mesa Redonda de la Televisión Cubana el miércoles 12 de diciembre, que también trajo ese día la emisión de «Saldos de la Conferencia de Doha, sobre cambio climático», donde la periodista Arleen Rodríguez Derivet conversó del tema con los especialistas Dr. Ramón Pichs Madruga, subdirector del CIEM, y el Dr. Luis Paz Castro, especialista del Centro de Estudios del Clima.
Jacobo Morales es un cineasta para quien la autenticidad es el punto de partida, y así lo manifestó en su valoración de lo que acontece hoy en esa expresión cultural en su país, y categórico dice que el cine en Puerto Rico tiene dos facetas principales: está muy presente en producción y obra y por el otro lado, el respaldo financiero a la cultura está bastante ausente.
Oficialmente, el mayor énfasis está dirigido a que se venga a filmar a Puerto Rico, lo que es bien distinto a apoyar a la cinematografía puertorriqueña, y está muy distante la voluntad real de apoyar a nuestra cinematografía —subrayó—, pero por otro lado muchos jóvenes están emprendiendo proyectos, hay pujanza y determinación en respuesta a la situación que se está viviendo.
El criterio es refrendado por Almodovar, quien agrega a esa valoración del poco apoyo al cine por parte del Gobierno de Puerto Rico, el hecho de que incluso hay hasta censura, cuando consideran que los temas que se presentan no son del agrado del actual gobierno, lo que pone al cine en una situación muy precaria.
Sin embargo, en Puerto Rico ha aumentado la producción gracias a una ley en la que los productores somos los auspiciadores, añade Almodovar, y se están haciendo cuatro o cinco películas al año, cuando antes se hacían una cada cuatro o cinco años.
Otro punto que atenta contra el cine boricua es la distribución de los filmes en manos norteamericanas y para esas películas, porque en Puerto Rico no hay organismos dedicados a la distribución, y esta queda a la iniciativa del propio realizador.
Se hacen instalaciones en los Festivales, se buscan iniciativas, se pensó que cuando la película «Lo que le pasó a Santiago» ganó el Oscar, iba a generar interés el cine de la isla, pe ro no se concretó nada y, sin embargo, Japón la adquirió inmeditamente. Se mencionan otras obras que tampoco han sido adquiridas por ninguna distribudora norteamericana y se han exhibido, por ejemplo, en Croacia.
A pesar de lo duro de este asunto de la distribución, hay mucho empeño de los jóvenes por colocar las películas en otras partes del mundo, aún cuando a los puertorriqueños sí les interesa ver las películas de su producción, pero se da el caso de que algunas con semanas en cartelera y público dispuesto a verla, son retiradas para darle paso a una película norteamericana.
Coincide Jacobo Morales en destacar esa actitud más definida del público en darle respaldo a la cinematografía nacional, lo que no hacen los entes gubernamentales.
Eso va unido al intento de imponerles el inglés en los años cuarenta, lo que no lograron, aún cuando pretendían que todas la
s clases fueran en ese idioma, pero los profesores continuaron dando sus lecciones en español. Puerto Rico ha resistido, mantiene viva su cultura y sus valores culturales, y aún cuando la reacción en una elección pudiera ser otra, a la hora de la verdad, al pueblo le sale para fuera lo puertorriqueño.
En la televisión los canales principales han sido adquiridos por cadenas norteamericanas y se rige por la Comisión Federal de Estados Unidos, y tenemos —dicen— un gobierno anexionista cuyo interés principal es promover esa política.
A pesar de eso, de tantos siglos de coloniaje que pesan, y se da el absurdo de puertorriqueños que votan por esa dependencia que los mantiene atados a Rstados Unidos, está la fuerza de los sentimientos nacionalistas, y la puertorriqueñidad se encuentra con solo rasgar un poco la piel, y se alegra con los triunfos de los puertorriqueños, artísticos o deportivos…
Por más de cien años se ha denigrado y atacado el ser independentistas, ha sido perseguido constante y sistemáticamente el independentismo, pero ahora parece que la palabra soberanía suaviza.
Y la nacionalidad está en las expresiones del arte, muy fuerte la plástica boricua, la música, la literatura y por supuesto el teatro, muy importante.
Las nuevas tecnologías definitivamente han abierto posibilidades que no teníamos en nuestra época, argumentan, como parte del desarrollo de la cinematografía actual, y afirman que el resultado se ve en la pantalla, destacando los cortos que están en concurso en este 34 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Y calificaron de alentador y esperanzador que no hay una división generacional, que hay un sentido de unidad entre los cineastas, y que están colaborando unos con otros.
Y existe una gran receptividad de los jóvenes de que el punto de partida del cine es la autenticidad, se están complementando la sustancia y la temáticas y tenemos tantas cosas que decir al mundo.
Mucha sensibilidad cuando se discute el tema del cambio climático, dijo Ramón Pichs Madruga, subdirector del CIEM en la Mesa Redonda sobre Doha 2012. COP 18-CMP 8, y limita extraordinariamente el esfuerzo por enfrentarlo, que un grupo de países no se una a la segunda fase del Protocolo de Kyoto.
El tema del financiamiento es uno de los polémicos y no es casual, y sin embargo, se hace necesario para el especialista compararlo con las decenas de miles de millones que se transfieren a la banca mundial en el proceso de rescate o en los gastos militares, y no se emplean en ese vital financiamiento de las medidas que pueden revertir el cambio climático, el fomento de tecnologías no contaminantes.
Sobre este particular, advierte que el aporte de los países desarrollados —que son los más contaminantes y responsables de la situación—, es de apenas 30 mil millones de dólares en el 2010, y a veces no ha sido financiamiento fresco, sino reciclado, y como préstamos y no como donaciones.
Hay perdidas y daños que se asociarían a este fenómeno de los eventos extremos provocados en su magnitud, fuerza y frecuencia por esos cambios climáticos, y a la vez es poca la capacidad de respuesta de los paises más subdesarrollados, pensemos en Haití y en algunos del África Subsahariana.
En Doha, apenas se logró que entre 2013 y 2015, unos 10 mil millones de dólares anualmente para esos objetivos de enfrentar el cambio climático, y dan respuesta a una preocupación de que es fácilmente verificable la ejecución de ese financiamiento porque hay registros de cómo y en cuáles proyectos son empleados.
Sobre este tema habló el Dr. Luis Paz Castro, especialista del Centro de Estudios del Clima, quien explicó las dos corrientes de negociación, uno en el marco de la convención de acciones de largo plazo, donde sí están todos los países, y van a contribuir, pero a partir del año 2020, por lo que serán casi diez años sin recursos y eso será demasiado tarde, cuando el contexto climático es que las emisiones siguen subiendo y el clima responde a ese hecho, así que vamos transitando hacia ese calentamiento global, y vamos dilatando los recursos que debían emplearse.
A pesar del débil logro de Doha, se extendió el Protocolo de Kyoto hasta 2020, como único plan vinculante para combatir el calentamiento global y detener el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Protocolo de Kyoto fue adoptado en 1997 pero no entró en vigor hasta 2005.
Pero su ampliación ahora se queda corto en el financiamiento y no entrará en vigor hasta el 2020.
Estados Unidos nunca ratificó ese acuerdo que expiraba en este 2012, y que obligaba a 35 países industrializados a recortar las emisiones de gases.
Ambos expertos consideraron que las decisiones de Doha están por debajo de las recomendaciones de los científicos ante las situaciones de sequía, inundaciones, aumentos del nivel del mar, huracanes de mayor fuerza y otros eventos climatológicos.
Las emisiones de dióxido de carbono en todo el mundo probablemente crecerán un 2,6 por ciento este año, más de un 50 por ciento por encima de las de 1990.
Sin embargo, Doha no fue la tumba, pero hace falta mucha reflexión y acciones para enfrentar el problema del cambio climático.
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