Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Para entender el fenómeno del empoderamiento femenino en Cuba y abrazarlo en todas sus dimensiones y entender todos sus alcances y prolongaciones, defiendo la certeza de que primero hay que serlo. Desde ese puesto privilegiado se comprende con mayor cabalidad todos los rasgos de esa cotidianidad, que puede sorprender a muchos de otras latitudes, que cargan con mayor fuerza los rezagos de los modelos de las sociedades hegemónicas machistas.
No es que en esta Isla nos hayamos salvado de toda esa realidad sociocultural, la cual es difícil de desmontar o desterrar totalmente por estar anclada en la mente, en las raíces, pero de la cual poco a poco nos hemos podido desprender por una Revolución que puso entre sus políticas de primer orden ese necesario proceso emancipatorio en las mujeres.
Esos antecedentes, sustentados por haceres sistemáticos, son los que nos permiten exhibir, y más que exhibir, levantar como bandera que TODAS tenemos acceso a la educación, a la salud y al trabajo en igualdad de condiciones, que más del 41 por ciento de nuestro parlamento esté compuesto por féminas, que sean dos las vicepresidentas de nuestro Consejo de Estado, que también está compuesto en más de un 41 por ciento por este género; que más del 70 por ciento de la fuerza que labore en el sector de la salud también sea femenino y que unas 500 sean las presidentas de los consejos populares.
Las cifras siguen… y avalan un proceso de crecimiento y ensanchamiento diverso que ha estado amparado además en una sólida normativa sobre nuestros derechos. El cumplimiento de la ley primera de la República, que es la defensa a la dignidad plena de los cubanos, se ha sustentado con igual hondura en la apertura de posibilidades para la mujer, lo que ha conducido además al desmontaje de antiguos patrones familiares que relegaban a este sexo a las dinámicas del hogar y lo ceñían a rígidos estereotipos.
Esa hermosa obra proyectada también legitimó moralmente a Cuba para ser el primer país en firmar el Convenio, auspiciado por Naciones Unidas, contra todas las formas de discriminación contra la mujer. Un acto internacional que pone a todas las naciones partes ante la responsabilidad de presentar ante el Comité que le da seguimiento al tema en Ginebra, un informe sobre los avances y retrocesos en ese aspecto, cada vez que sean convocadas.
En el presente año correspondió a la Isla presentarse ante ese ejercicio, que tiene entre sus rigores el seguimiento a unos 30 artículos definidos por el Comité de la Convención, entre los que se defiende la participación de la mujer a votar y a ser electas, su derecho a la educación y a la salud, su posibilidad para acceder a los mismos empleos y remuneración que tienen los hombres, y su derecho a disponer de la administración de bienes y a firmar contratos, entre otros importantes aspectos.
En este escenario, la ministra de Justicia, María Esther Reus, quien presidió la delegación cubana en este ejercicio, presentó un pormenorizado informe en el que se reconoce el derecho refrendado de que en Cuba todos somos iguales ante la ley, y desde ese punto de partida ofreció una panorámica de la vida de las féminas en la nación caribeña.
Sobre esta vivencia, en la Mesa Redonda de este viernes compartió que “esta Convención prevé medidas de aseguramiento para eliminar patrones socioculturales que discriminan a la mujer, y como resultado de este examen periódico ellos deben emitir un informe con sus valoraciones y recomendaciones, el cual aún no nos han entregado”.
Olga Lidia Jones, vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular, ahondó en que en este proceso se presentaron realidades que muchas de las que habitamos esta tierra las asumimos como derechos naturales, porque incorporamos a nuestras vidas desde que tenemos conciencia del mundo y los cuales asumimos a veces hasta sin tener conciencia de que son batallas ganadas.
Ante el Comité, dijo, se expusieron los logros concretos en salud y educación, y en otras esferas, que están apuntalados también en nuestra legislación, que en esta dimensión es de avanzada.
La Vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular comentó que en este examen periódico no se presenta solamente una relatoría, sino que se hacen preguntas particulares a las demás miembros de la delegación, en la que igualmente participaron Teresa Amarellé, secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas; y Claudia Pérez, especialista de Asuntos Multilaterales en el Ministerio de Relaciones Exteriores; y ante lo cual se sorprendió con preguntas que le resultaron tan elementales como explicar en dónde paren las mujeres negras en Cuba, o cuáles son las garantías salariales que tiene una mujer negra en nuestro país cuando sale de licencia de maternidad, entre otras interrogantes.
Las miembros de la comitiva, que fueron también la voz en ese escenario de la mujer cubana, coincidieron en que una de las mayores ganancias que tenemos para seguir perfeccionando lo logrado y enriquecer más el camino, es que existe una voluntad política que defiende con fuerza la igualdad de la mujer.
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