Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
La Mesa Redonda de este lunes se acercó a otra polémica: la entrega del Premio Nobel de la Paz, recién concedido al organismo que destruye las armas químicas en Siria (OPAQ).
Con sede en La Haya (al este de los Países Bajos), la OPAQ es el ente encargado de aplicar la Convención contra las Armas Químicas, un tratado multilateral firmado por 189 Estados en 1993 y vigente desde 1997, cuyo objetivo esencial es lograr un mundo libre de arsenales químicos.
Es el segundo año consecutivo en que una organización recibe este galardón. Con su anuncio, la OPAQ sucede en la lista de ganadores a la Unión Europea (UE), organización premiada en el año 2012, «por los procesos de pacificación y democracia que está implementando», lo cual levantó en ese momento múltiples debates sobre si algunos candidatos verdaderamente merecían ese reconocimiento.
Entre los nominados en esta categoría también se encontraba la paquistaní Malala Yousafzai, la adolescente de 16 años tiroteada el año pasado por los talibanes por defender la educación femenina en su país; entre otros candidatos relevantes.
En esta emisión se supo que el director de la entidad premiada, Ahmet Uzumcu, expresó que la concesión de este Nobel constituye un incentivo para continuar esfuerzos dirigidos a lograr la paz en Siria y representa que un reconocimiento a la labor que realizan y al apoyo que reciben de los Estados parte.
Según reportes de prensa, Ahmet Uzumcu alegó que el galardón refuerza la motivación y dedicación que tienen para conseguir la paz en Siria, en momentos en que unos cien expertos de la OPAQ laboran en ese país del Medio Oriente con el propósito de eliminar los arsenales químicos.
El galardón internacional, entregado este viernes por el Comité Nobel de Noruega, generó diversas críticas, ya que varios especialistas consideran que la labor principal en la resolución del conflicto en Siria no la ha desarrollado la OPAQ; sino Rusia, y por tanto se muestran extrañados por el reconocimiento.
En este espacio se comentó que no pocos sirios han expresado su descontento por el Nobel concedido a la OPAQ. Algunos consultados consideraron que el reconocimiento debió otorgarse al presidente ruso, Vladimir Putin (también nominado), por su mediación en el conflicto, por salvar a la región de una devastadora guerra y haberle ofrecido a Estados Unidos una salida diplomática y política a sus planes de agresión.
En opinión del experto Oliver Zamora, entre los criterios que se han levantado en contra del reconocimiento, están los que consideran que aún es demasiado temprano para enaltecer lo que se está haciendo en Siria, y alegan que esto fue una treta para no destacar el peso de la labor de Rusia en la resolución de este conflicto.
Explicó que los que están a favor del premio esgrimen que esta es una organización que ha logrado destruir alrededor de 58 000 toneladas de armamentos químicos en el mundo (según estimados, el 80 por ciento), y se trata de una entidad con un presupuesto ínfimo, de unos 100 millones de dólares, una suma que es austera, y cuenta con unos 500 trabajadores.
El periodista explicó que ellos realmente cumplen una función técnica, a partir de las decisiones en Naciones Unidas, pero que no dictan políticas internacionales respecto a las armas químicas.
Oliver Zamora precisó que lo que sí es positivo es que el desarme en Siria aún sigue siendo un tema muy delicado, y este reconocimiento le va a imprimir una mayor responsabilidad al desarrollo de estas acciones por parte de la OPAQ.
El máster Santiago Pérez hizo alusión a las relaciones entre Rusia y Siria, con el propósito de añadir más elementos a la postura que ha tenido Moscú en todo este proceso. En su opinión, las relaciones se han fundado sobre la base del respeto del derecho internacional y se remontan a décadas atrás.
Justamente en suelo sirio Rusia tiene ubicada una base militar, y en sus relaciones bilaterales ha primado la doctrina que sigue este país en su política internacional. El experto comentó que respecto a lo que ha pasado en Siria, el desenlace hubiera sido dramático si Rusia y China no hubieran vetado en tres ocasiones en el Consejo de Seguridad, la decisión de Estados Unidos de invadir esta nación árabe.
También alegó que el 9 de septiembre el mundo entero estaba al borde de una guerra anunciada, y que si no hubiera sido por la iniciativa rusa de llevar el asunto a la supervisión internacional de las armas químicas, mientras Estados Unidos seguía con toda su parafernalia de buscar la aprobación de la guerra en el Congreso, entonces hoy la historia hubiera sido otra.
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