Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
La jornada del 29 de enero en La Habana tuvo una significativa connotación, ya que inició con la declaración de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, basada en los principios internacionales y en los propósitos de la Carta de las Naciones Unidas. El Presidente cubano Raúl Castro tuvo a su cargo la expresión de tan especial acuerdo durante la II Cumbre de la Celac.
Carlos Chacho Álvarez, secretario ejecutivo de ALADI, sostuvo que la mayor trascendencia de la Celac es convertirse en un actor político fuerte en el contexto internacional. “En esta declaración hubo una coincidencia fuerte, lo que le da una gran autoridad política y moral a la región para cambiar un mundo imprevisible y con una globalización desbocada. Que América Latina se presente con esta fortaleza, es algo muy trascendental en términos estratégicos”.
Sobre la situación de las Malvinas, explicó que ese es un anacronismo absoluto. “En este tópico en particular, fue sumamente importante que las Malvinas dejaran de ser una reivindicación de Argentina, para ser una reivindicación de la región”.
Estamos, dijo, construyendo un sujeto político con coincidencias fuertes. Algo impensado hace unos años atrás. “A América Latina y el Caribe se le veía por su cultura, por su naturaleza, pero no por su postura política”.
El politólogo Roberto Regalado aludió a que en el mundo hay guerras por el control de los recursos, por lo que el hecho de que en la región se concentre el 25 por ciento de los bosques, un tercio de las reservas de plata y de cobre, y otros recursos estratégicos, la hace muy codiciada. Por lo que, en su opinión, esta declaración de Zona de Paz es algo muy favorable, ya que Las guerras o los conflictos locales, sirven de pretexto para las grandes guerras.
Con la Celac, aseveró, se reafirma el concepto de pluralismo en América Latina, y se replantean los principios fundamentales de la Carta de la ONU.
El economista Antonio Romero sostuvo que además de que se reconoce a la región como Zona de Paz, el resto del mundo debe tomar nota sobre esta determinación. “Yo vincularía esto al binomio de paz y desarrollo, que es indivisible, porque se determinan uno al otro”.
Apuntó que esta es una región sui géneris, y la Celac no puede estar completa sin el Caribe. “Hay varios países de esta subregión que son enclaves coloniales de potencias, incluso europeas, y la Celac va a terminar tocando el tema del derecho a la autodeterminación de todos los pueblos que la integran”.
Chacho Álvarez alertó de que vamos a tener que ir a un estadio superior, en el que los presidentes tengan un gabinete especial que se ocupe de la integración, porque los gobiernos están sometidos a la tiranía del día a día y no están a veces en capacidad de pensar más allá de la coyuntura. “Por eso es tan necesario que haya una inteligencia que esté dedicada a pensar políticas compartidas. Hay que pasar del plano declarativo, que es una ingeniería discursiva, a las políticas compartidas. Me pregunto, por ejemplo, por qué no tenemos un plan de seguridad alimentaria, hay que pensar en esos elementos.
“Lo que le va a dar un salto cualitativo a la Celac es cómo coloca los recursos en clave comunitaria regional. Tenemos poco comercio interregional. Tenemos que construir cadenas propias. Tenemos que tener bancos de financiamientos. Todos los países deben cambiar su matriz productiva, y la Celac debe ponernos ante la complementariedad, con un comercio sin ánimo neoliberal. Cada uno de los países sabe hacer bien alguna cosa, y eso hay que ponerlo en función de la comunidad. Pensamos hoy en estrategias de desarrollo nacional y hay que pensar en un desarrollo continental”, destacó.
Para Antonio Romero, el tema de los recursos es importante, y sobre todo en el área de la cooperación. En la Celac tiene que existir un hilo conductor para pasar de la retórica necesaria y los acuerdos diplomáticos, a las acciones complementarias.
A lo que regalado añadió que se ha avanzado muchísimo en un sentido de pertenencia. “Se está construyendo una identidad fuerte, y de intereses y de valores, pero hay tareas muy grandes, como cómo construimos sociedades más justas, con mayor igualdad y sin pobreza extrema, con una forma de desarrollo que nos permita tener sociedades más igualitarias. Son muchos los caminos que abre la Celac”.
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