La agenda común de la Celac

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Fotos de Roberto Garaicoa

La Mesa Redonda de este jueves dio seguimiento a lo acontecido en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en su última jornada, en la que los Jefes de Estado y de Gobierno coincidieron en significativos acuerdos que pautaron en la Declaración de La Habana, un documento que reafirma la voluntad común de ser una sola voz en los aspectos más estratégicos para la región.

El experto Roberto Regalado comentó que lo que hoy es la Celac, este mecanismo de concertación política, de consulta y de voluntad mutua, tuvo su antecedente en la década de los 80, en la que la OEA realmente dejó de existir. “Este empeño fue avanzando progresivamente, con sus altas y sus bajas, y ganó en determinación a medida que fue cambiando el mapa político de la región. Ha llegado ahora al clímax, y lo que se trata es mantenerlo”.

En su criterio, Celac es la sombrilla de pilares sólidos como el ALBA, Unasur, Mercosur… que garantizan buenas condiciones para el futuro. “La Celac a su vez, debe propiciar una mejor inserción de la región a nivel internacional. Creo que todos fuimos testigos de cómo los acuerdos fundamentales de la reunión dejaron al margen las diferencias, por ello el cuarteto que debe conducir a la Celac tiene una gran responsabilidad con el futuro de este bloque de concertación”.

Por su parte, Antonio Romero advirtió que es importante la Declaración de La Habana porque recoge principios básicos que son de consenso en la región. “También en varios párrafos se plantea el desarrollo sostenible a partir de la vinculación, con énfasis en la inclusión social y la defensa medioambiental. En segundo lugar, en varios de los párrafos aprobados sobre el desarrollo sostenible se rescatan principios básicos como el tratamiento especial y diferenciado a los países menos beneficiados económicamente. Se planteó, asimismo, que las personas deben ser el centro de las relaciones, y de manera importante se recoge que esta agenda de desarrollo tiene que tener como base que los países desarrollados cumplan compromisos que hasta ahora no se han cumplido”.

Creo, dijo, que la Declaración marcó un consenso en las líneas directrices en cuestiones de desarrollo sostenible en la región. “El párrafo número 27 habla que la agenda pos 2015 tiene que tener en cuenta los objetivos de desarrollo del milenio trazados hasta este año. Igualmente se sostuvo que la Celac debe servir como foro para aunar criterios en lo que se prefigura en el sistema multilateral mundial”.

El economista Romero se detuvo en que la hoja de ruta de la Celac tiene una determinación progresista. “Es significativo que todos los análisis realizados concluyen en que lo que se observa a nivel internacional es que el mundo es cada vez más desigual, lo que se ha acentuado a medida que ha avanzado la globalización. En el caso particular de América Latina, aunque muchos de nuestros países muestren índices macroeconómicos favorables, aún tiene muchos contrastes en su desarrollo, y hay muchos factores vinculados a la inequidad. En la Declaración quedaron fijados varios frentes para evitar esto, como el tema del hambre, el acceso al agua potable, las políticas sociales que tengan en cuenta la inclusión, la importancia de modificar las bases estructurales que generan esa heterogeneidad en la región, y yo incluiría el compromiso político de que eso tiene que ser parte de la agenda de todos los gobiernos. Y esto último es esencial, porque reconoce el nivel de consenso alrededor del peso que tiene esta voluntad”.

Roberto Regalado refirió que en la Declaración se remarcó el concepto de la pluralidad, lo que se contrapone a la idea de que el sistema capitalista es la única forma legítima de gobierno, a partir de su entendido de democracia representativa. “La invocación a la democracia ha sido pretexto de los Estados Unidos para invadir América Latina, por ello es tan importante la reconceptualización que hacen los presidentes de la región a lo que entienden unitariamente por democracia, que incluye la visión comunitaria, participativa… y van dejando a un lado la representativa de corte burgués. Nada de lo que ocurre en la Celac es de corte burócrata, sino que es desde una mirada política”.

Los panelistas ratificaron que la Celac no proscribió los principios de la Carta de la ONU, sino que los revivió, en una época en que no hay gobernantes sumisos a Estados Unidos, y que se sienten empoderados para registrar el tema de Puerto Rico, desde la conciencia de que forma parte de la región, y lo incorporan a sus demandas, como también hicieron con las Islas Malvinas.

Igualmente se abordó el caso de Colombia, en momentos en los que estamos a la expectativa de que los resultados de la mesa de diálogo entre el Gobierno y las FARC-EP sobre la paz sean favorables. También la Celac se pronunció en contra del bloqueo que impone los Estados Unidos contra Cuba.

La Declaración de La Habana a su vez refrendó la importancia de la recuperación de Haití a partir del respeto de las decisiones de ese gobierno y de su soberanía. Al mismo tiempo se volvió a retomar el tema del Caribe como espacio indisoluble de América Latina.

Para Antonio Romero, la solidaridad latinoamericana y caribeña se refleja con Haití, y así se pronunció en La Habana. Y lo más importante es el enunciado que insiste en que la ayuda sea de conformidad con su gobierno.

Los panelistas no pasaron por alto el hecho de que en el documento final de la II Cumbre de la Celac se precise la pertinencia de la inversión extranjera, pero sin olvidar que este rol de los flujos dinámicos de inversión no pueden menoscabar los propósitos de desarrollo sostenible de los países. Hubo consenso también en que los países fortalezcan su atención en materia de controversias internacionales y que ganen en elementos para las controversias que se puedan presentar con los inversores extranjeros.

En opinión de Regalado, el panamericanismo ha fracasado, y aquel viejo esquema de debate en el que las naciones imperiales solo venían a chequear que se estuviera cumpliendo lo por ellos previsto y de acuerdo a sus intereses, se ha revertido. “Estamos abocados a una nueva época, pero esta correlación de fuerzas hay que mantenerla, y no solo desde los gobiernos, sino también desde el pueblo”.