Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
¿Hasta qué punto valoramos y cuidamos los bienes públicos como los privados? ¿Qué determina el sentido de pertenencia social? A partir de estas y otras interrogantes, un panel de especialistas y periodistas debatieron en torno a los conceptos y la trascendencia social de los comportamientos ciudadanos frente a lo público y lo privado en la Mesa Redonda de este viernes.
El experto Andry Mantilla precisó que las fronteras entre una y otra dimensión no pertenecen a un área específica del conocimiento. “Lo público y lo privado son zonas de la organización social”. Y para ejemplificar sus diversas expresiones mencionó que por ejemplo: “El parque es un bien público y está abierto al uso común, pero los bienes que están en función de la educación o el transporte de pasajeros, es también un servicio público, sin embargo no están dispuestos para el que quiera llegar y cogerlos”.
En criterio del especialista, el uso y sobre todo la finalidad definen lo que es público y lo que es privado.
Para Ricardo Ronquillo, subdirector de Juventud Rebelde, no solo el aspecto económico determina lo público y lo privado. “Se pueden ver desde diferentes dimensiones, desde el derecho, desde lo moral… pero lo cierto es que en nuestro país se fue produciendo, lamentablemente, una distorsión de lo público, ya que se fue perdiendo la responsabilidad sobre el bien común.
“Si es patrimonio de todos debemos ser más responsables con eso, sin embargo, se percibe que eso es lo más susceptible a ser descuidado o maltratado por nuestra ciudadanía”, ahondó.
El periodista Ariel Terrero alegó que tanto lo público como lo privado están en un proceso de redefinición que se ajusta a la transformación que se desarrolla en el modelo socialista. “En este caso, se requiere de cambios de tipo culturales y que no tienen una expresión inmediata, porque hoy las personas no tienen un sentido de pertenencia porque nuestra participación no ha sido real como hemos pretendido. La participación ha sido más bien formal, de ahí que sea una demanda y una exigencia de este modelo que queremos perfeccionar el hecho de que sea verdaderamente efectiva la participación, más comprometida y que tenga un impacto sobre el sentido de pertenencia de los social”.
Ronquillo argumentó que hay un debate de esencia a partir del concepto de la propiedad estatal. “Se trata de que logremos una mayor participación en la toma de decisiones, en los ingresos de las empresas… lo cual empoderará a las personas de cara a lo social y los hará sentirse realmente dueños de la propiedad”.
Alegó que hay fenómenos, protagonizados por las propias instituciones estatales, que afectan más al patrimonio público que a lo que pueden hacer los ciudadanos. “Recuerdo un reportaje que abordó cómo una institución en Matanzas, tratando de arreglar un monumento en un parque, violó todo lo establecido y destruyó la obra, lo que le costó al país entonces más de 300 000 pesos. Esto demuestra que desde las instituciones también podemos dañar el patrimonio público. De igual forma puede ser más pernicioso que un constructor de una empresa desvíe los recursos de una obra, para la que asignaron o presupuesto, que el hecho de que un joven, aunque es igualmente incorrecto, raye una guagua”.
Las pérdidas de las empresas de la agricultura, puntualizó el Subdirector de Juventud Rebelde, también son dolorosas, y esto es igualmente un daño sobre el bien público. “Por ello hay que generar nuevas fórmulas productivas, sin estigmatizar el papel del Estado y buscando la manera de que las nuevas formas de gestión nos permitan dar el salto hacia el bienestar”.
Ariel Terreno hizo énfasis en que muchos de estos desajustes tienen lugar porque ha existido un concepto inmaduro sobre la institucionalización. “Ha existido debilidad en la administración pública y de los controles, y esa es una de las líneas de la actualización”.
Para Andry Mantilla, todo debe tener como límite el precepto constitucional. Por ello las transformaciones que se están ejecutando deben tener respaldo constitucional. Y en el caso de lo público y lo privado, dijo, son dos dimensiones de un mismo fenómeno, pero uno opera a nivel individual y el otro al nivel colectivo.
Compartió que sobre lo público había dualidad de responsabilidades: de los que representan en el cuidado de ese bien al Estado y de los ciudadanos que se servían de él. Hay un marco de relación que no se puede subvertir.
“Se trata, advirtió, de lograr una relación coherente entre lo público y lo privado. Pensar que será mejor que haya más de lo privado o más de lo público, es un error, ambos tienen funciones específicas en la trama de la organización social, y no son el fin, sino el medio para lograr propósitos mayores”.
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