Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Alimentación local, tecnologías agroecológicas y sustentabilidad territorial son los tres componentes claves del Programa Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana, que desde el 2009 alcanzó un impulso superior en Cuba y llegó a convertirse en uno de los siete programas más importantes que despliega el Ministerio de la Agricultura. Sin embargo, a pesar de los notables resultados de este empeño, los consumidores no sienten satisfecha su demanda y se preocupan porque pesa cada vez más en el bolsillo el acceso a lo que deben poner sobre la mesa.
El Doctor Adolfo Rodríguez Nodal, jefe de este Programa, precisó que 14 000 kilómetros cuadrados en las áreas de las ciudades podrían dedicarse a la producción urbana, y para ello se ha avanzado en la erradicación del marabú en cientos y centenares de hectáreas que estaban copadas por esta mala hierba. Al tiempo que señaló que hoy tenemos fincas integrales en 156 municipios abocadados a esta tarea.
Ante la interrogante de un televidente, explicó que en el programa suburbano “no debemos priorizar la producción de ajo y cebolla, porque en los organopónicos estos cultivos no deben darse. Son producciones para espacios como las mesetas de Banao, que tienen muchas bondades para la producción de la cebolla”.
Compartió que es interesante escuchar criterios diversos, pero que no resulta posible organizar recorridos sin previo aviso, porque precisan de una logística ya que recorren el país cuatro veces al año, de hecho ya van por el recorrido número 66. “No obstante, la metodología es rigurosa, al punto de que tenemos dos provincias calificadas de mal, una de regular, y hay otras que tienen un bien con parámetros mínimos, con los indicadores que están programados”.
A la denuncia de un lector de que en Granma no hay hortalizas, argumentó que tiene toda la razón, porque fue una de las provincias calificadas de mal, y dijo que es inadmisible que en este territorio no hubiera semillas de remolacha. “Recientemente hicimos un muestreo sorpresivo, y habían 12 municipios que no tenían semillas en sus consultorios tiendas, que deben tener como mínimo ocho variantes de semillas, mientras en otros 30 municipios tenían entre cuatro y cinco variedades solamente”.
Bayamo, dijo, produce lechuga casi todo el año, y tiene de los mejores organopónicos, pero no escapó a este problema de las semillas, “por lo que dimos indicaciones muy precisas, para resolver este problema y con urgencia”. Asimismo destacó al municipio de Jobabo, en Las Tunas, que es uno de los ejemplos de lo que debe hacerse bien.
En la cuerda de las interrogantes que le plantearon los televidentes, especificó que “en Wanajay pudimos ver que tiene que crecer, con más patios familiares y parcelas, aunque allí se garantizan las hortalizas del centro penitenciario, pero hay potencialidades que deben explotar más”.
En su intervención se detuvo en que el Programa cuenta hoy con medio millón de patios, de los cuales unos 80 mil tienen hortalizas. “Ojalá que cada cubano tuviera en sus patios un pequeño huerto”.
Dijo que en Caibarién y en Matanzas se les ha dado el problema de que algunas UEB no tienen subcuentas bancarias, por lo que se afectan cuando la empresa tiene congelados sus fondos. “Se pueden contar con los dedos de las manos las UEB que no son rentables, por lo que tienen moral para poder tener estas subcuentas que les da independencia financiera de la empresa”.
Ante una preocupación, sostuvo: “Tenemos sistemas de riego ahorradores, por lo que la problemática en Cienfuegos la trasladaremos para que sea atendida de inmediato, porque nadie está autorizado a eliminar un organopónico por sobreconsumo de agua, en todo caso se traslada de lugar, pero no se elimina”.
Julio Martínez Roque, delegado de la Agricultura en La Habana, expresó que la mayor preocupación de la población son los precios de los alimentos, que es algo que va más allá de la situación de este Programa. Argumentó que hay un grupo de factores que inciden en ello, desde la forma en que se produce, el lugar donde se produce, el precio en el que se le compran al productor y el lugar donde se comercializa. “Es un fenómeno que está afectando al país, y que está signado por la escasez de los productos, y aunque se incrementa la producción hay diferentes destinos que se atienden y hay otros que sustituyen las cuantías que se importan. Tampoco tenemos cultura de los márgenes comerciales, porque en muchas ocasiones son excesivos, y se obtiene la ganancia más por los precios que por los volúmenes de venta. Hay una distorsión en esto”.
El directivo sostuvo que el Estado debe influir, junto a las cooperativas con su personalidad jurídica, en cubrir las necesidades con precios lógicos. “Pero para ello también hay que hacer un buen proceso de contratación. Nos corresponde influir en los campesinos para que se venda el producto al precio con un margen que esté por encima del costo, pero no de forma excesiva. Las cooperativas de Artemisa, Mayabeque y La Habana cuentan con 570 mercados en la capital, y las otras unidades productivas con 224 puntos de venta, pero no nos puede ocurrir que en estos lugares los productos tengan los mismos precios que los que vamos a comprar en los mercados de oferta y demanda a terceros”.
El destacado productor Lázaro Fernández manifestó que hay que defender la idea de que las personas tengan fincas de frutales, porque generalmente se acompaña esta producción de otros cultivos, además de que se crean encadenamientos productivos con las miniindustrias.
En su opinión, el productor no es quien aumenta los precios, porque a este se le compran en unos dos pesos la frutabomba, por ejemplo, y es insólito que los márgenes comerciales lleguen a ponerla en unos 30 pesos. Hoy las formas productivas, dijo, no están contratando todo lo que pudieran hacer.
Argumentó que el Estado debe proteger el bolsillo del pueblo y para esto va a tener que topar precios, no de todas las cosas, pero sí de cuatro frutas fundamentales, de cuatro viandas y de cuatro hortalizas. Advirtió que ellos solo le ponen un treinta por ciento de margen comercial, no un doscientos por ciento a los productos y su cooperativa logra de esta manera estar bien financieramente.
Insistió en que para aumentar las producciones también hay que rotar más la tierra. “Si el Minag tiene tres millones de hectáreas y las rota una sola vez, son tres millones de hectáreas en cultivo, pero si las rota dos veces son seis millones de hectáreas en cultivo”. Señaló que si queremos lograr una soberanía alimentaria hay que rotar la tierra y seguir aprobando financiamiento con inversión extranjera para que se pueda seguir produciendo alimentos.
Otra de las cosas, en su opinión, que limita la rotación era que antes era muy subsidiada la política de insumos, y hoy no es atractiva la política de acceso a estos, por ello hoy los campesinos se dedican a cultivar lo que crea que les de dinero más rápido.
Dentro del concepto de agricultura suburbana, añadió, está producir no solo frutas y hortalizas, sino también leche, carne, y que todo esto esté cerca de la población, porque hoy el 78 por ciento de nuestra gente vive en las ciudades. “La única forma que tenemos para reducir precios es producir más y que las formas productivas lleven directamente sus productos al mercado”.
La Doctora Vilda Rita Figueroa explicó que el uso de la energía renovable es fundamental, que es algo que se ha trabajado en un marco a pequeña escala en el Programa. “Se han ido introduciendo los túneles de secado solar, que tienen un diseño sencillo, de muy bajo costo, y en los cuales se pueden producir alimentos como viandas, hortalizas… en conserva”.
Precisó que se pueden producir almidones con el secado de la yuca, y si se seca la papa se puede conservar de cosecha en cosecha. “También de esta manera se aumenta el valor agregado de la materia prima. Hay condimentos que nos cuestan muy caros en el mercado, y que sin embargo pueden cultivarlos las familias y luego los pueden secar para ser conservados”.
Adolfo Rodríguez, también director del Inifat, argumentó que la tecnología renovable se ha puesto en práctica por su trascendencia. “Se han creado fincas en mesetas montañosas, y por cada cien metros de cultivo hemos logrado producciones con mucho éxito en Cumanayagua y otros lugares montañosos”.
El Delegado de la Agricultura en La Habana expresó que desde el año 2008 se han entregado alrededor 8 186 hectáreas de tierra ociosas a 4 100 personas de la ciudad. Al tiempo que compartió que hay algunas áreas que no se entregan por esta vía porque son áreas de otros programas que debemos recuperar.
Ante la interrogante de un televidente de la Mesa Redonda, manifestó que hay unos 17 organopónicos que se crearon de forma provisional en la capital, y que se han debido trasladar de lugar como el de Paseo y 33, “que ahora lo reubicaremos en Fontanar. También hay otro grupo en Marianao que se trasladarán”.
Especificó que en la ciudad hay 46 consultorios tiendas agropecuarios, que surgieron para abastecer a productores, y “hoy tenemos en esos centros técnicos que van a la comunidad y capacitan y orientan”.
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