Lo que nos dicen las palmas

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Este 10 de octubre, un día especial para la nación cubana por todo lo que entraña su significado y trascendencia, la Mesa Redonda se detuvo en las magnitudes de esa construcción subjetiva que son los símbolos, que luego se instauran con una fuerza tremenda en la cotidianidad de nuestras vidas.

La Doctora Maribel Acosta Damas, jefa del Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, se detuvo en el hecho de que los símbolos tienen una historia que los protege, y que para su establecimiento hay muchas interconexiones necesarias, así como el imprescindible consenso público. A partir de ese concepto, defendió la idea de que su respeto y permanencia después pasaba por la responsabilidad individual.

El máster Ernesto Fernández, decano de la Facultad de Comunicación Visual del Instituto de Diseño Industrial, compartió que emplear los símbolos en diferentes soportes no era algo irrespetuoso, porque quien llevaba en su vestido una bandera no se estaba poniendo el símbolo sobre sí, sino que se apropiaba del recurso gráfico para ponérselo de una forma figurativa.

Al tiempo que el miembro de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba, Silvio Castro, admitió que para otras generaciones y en otros momentos eso podía constituir la desacralización de los símbolos patrios.

Maribel Acosta, por su parte, argumentó que ella preferiría que nuestros jóvenes se pusieran nuestros símbolos y no los de otros países, porque el mayor riesgo que se podría correr es que nuestros jóvenes dejaran de amar sus raíces y esencias.

Sobre los símbolos y las maneras de asumirlos, Ernesto Fernández destacó que los consensos suelen romperse para crear otros significados, por ello consideró que si para otras generaciones era mal visto el uso de los símbolos en las ropas, no tenía por qué ocurrirle a los más nuevos. “La propia Revolución cubana rompió con todos los consensos establecidos en el 59, y cambió la visualidad y los patrones de la época”.

Reforzó en su intervención la idea de que lo sagrado pasa por la asimilación individual, e insistió en que el límite del desagravio a los símbolos podría considerarse en el orden estético, donde hay categorías que establecen esas fronteras.

A lo que Silvio Castro sumó que la familia y la escuela eran dos instituciones muy poderosas que podían apoyar mucho en la conservación y respeto a los símbolos de nuestro país.

Ernesto Fernández dijo además que hay que recuperar la gráfica política valiosísima que una vez tuvimos, porque hoy apelamos a recursos reutilizados. “Hay que unir voluntades para defender esa herencia que tuvimos y revitalizarla, porque es una manera muy importante para sostener y reproducir los símbolos, lo que nos identifica”.

Para Maribel Acosta una de las claves es no cosificar la epopeya. “En la misma palma real mira cuántos elementos tenemos: la altivez, la hidalguía, la altura, la autoestima, la libertad… por ello los símbolos nos acompañan emotivamente y movilizan nuestra sensibilidad. Martí también es otro de nuestros símbolos, y no lo podemos presentar a las nuevas generaciones como un hombre lejano, sino todo lo contrario”.

En su opinión, hay que revisitar los símbolos, para que sigan formando parte indisoluble de este pueblo y este país.

Silvio Castro apeló al hecho de que en la época en la que él estudió hubo una crisis tremenda de los valores, antes de que triunfara la Revolución, y que poner a los símbolos patrios en su alta dimensión los llevó a cambiar aquel panorama.

Ernesto Fernández recordó que nuestra juventud ha tenido que vivir momentos muy complejos, y que rescatar el concepto de patria como comunidad de intereses, y exacerbar el orgullo nacional sin vulgarizarlo, es un esfuerzo que no puede ser finito, sino que tienen que buscarse maneras nuevas para vitalizarlo.

El importante director de teatro Carlos Díaz, interrogado para este espacio, alegó que los símbolos les son imprescindibles para comunicarse con su público y que el espectador encuentra en el teatro un gran festival de símbolos, porque el arte se apropia de ellos constantemente. Al tiempo que señaló que  lo que no siempre se usan de la manera más lógica, por ello quien hace uso de los símbolos tiene una gran responsabilidad sobre sí.