Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
La Bienal de La Habana, el más trascendental evento de las artes plásticas del país, tiene una fuerza expansiva. Los espacios habituales en los que discurre nuestra cotidianidad los delinea con una estética vanguardista, y nadie puede quedar al margen de los sentimientos que despierta el arte.
Hasta el 22 de junio la capital lucirá este rostro nuevo, con epicentros como el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. El director de esta XII edición, Jorge Fernández Torres, refirió en la Mesa Redonda de este jueves que la naturaleza de la cita es el contexto en que vivimos, lo cual requiere de una responsabilidad, un conocimiento de los afectos a desarrollar.
Cines, parques, plazas, museos, librerías, edificios comunes, esquinas de cualquier calle, acogerán estructuras de disímiles tamaños en rejuego con la intención de fomentar un diálogo entre arte y el hábitat.
En esta cita, que arriba a sus más de tres décadas de promoción de la excelencia creativa, confluirán en la ocasión aproximadamente mil artistas. Entre las exposiciones que los visitantes podrán encontrar en los predios de La Habana Vieja destaca una reproducción de las construcciones de estilo soviético predominantes en varios municipios habaneros. Entre ellos, un reparto de La Lisa.
El artista de la plástica Carlos Ariel Candelario Luaces, habitante de esta localidad y principal promotor de las distintas manifestaciones de la cultura allí, fundó el Laboratorio Artístico de San Agustín (LASA), con el cual pretende propiciar el diálogo y trabajar con el arte vivo. Carlos Ariel enfatizó en que los edificios de microbrigada forman parte esencial de su vida y del entorno donde reside, razón por la que decidió traerlos a la Bienal, pero dándoles un carácter escultórico.
Artistas de 40 países confluirán en este evento, que tiene por sello distintivo la modificación, a partir de la fuerza creativa, de los espacios urbanos de la capital cubana.
Como de costumbre, la Bienal pondrá a dialogar a artistas de diversas regiones y transcurrirá simultáneamente en muchos sitios de La Habana para que los artistas creen en función del lugar y el contexto urbano.
La idea principal, según Jorge Fernández, es convertir a La Habana durante todo un mes en la galería más amplia del mundo, y esa intención a la vez constituye una apuesta por lo social, por mejorar el entorno de muchos barrios y con ello la vida de sus moradores.
Esta edición abrirá espacios al desarrollo de proyectos educativos y a la exposición de investigaciones académicas que contribuyan a la reflexión relacionada con las artes.
“Para nosotros es importante la energía de la ciudad”, apuntó Fernández, quien invitó a involucrar a las comunidades en los proyectos y a convertirlos en espacios de socialización.
A tono con los procesos de producción artística contemporánea, la Bienal tratará de relacionar múltiples zonas del saber, además de propiciar talleres de curaduría y encuentros para reflexionar sobre arquitectura, urbanidad y otros tópicos.
De acuerdo con los organizadores del evento, la Bienal debe hacer accesible el arte a los más diversos públicos, para que sea patrimonio de la sociedad, no de un segmento de esta.
Entre los espacios públicos que podrían cambiar de fisonomía se encuentran el Consejo Popular Casablanca, situado a la entrada de la bahía de La Habana, la terminal de ómnibus interprovinciales, la Plaza de Armas, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, la fábrica de bicicletas Claudio Argüelles, el Pabellón Cuba, la Iglesia de Paula, el parque Trillo, el barrio Colón, el reparto Romerillo, la sala-teatro El Ciervo Encantado, el centro cultural Bertolt Brecht, el Malecón habanero…
Bajo el lema Entre la idea y la experiencia la cita ha convocado a más de 300 creadores entre artistas individuales y ocho proyectos colectivos.
Con una propuesta curatorial totalmente revolucionaria que niega la megaexposición, el transcendental evento aprovecha la inteligencia colectiva en la construcción de la obra de arte.
Entre las exposiciones colaterales que acompañarán al programa principal sobresalen el proyecto Detrás del Muro, que toma nuevamente el Malecón habanero; Zona franca, que será la más grande exposición de arte cubano que se haya hecho y estará en la fortaleza Morro-Cabaña, así como Open estudio. Esta última permitirá al público entrar a los estudios de los artistas del patio y apreciar de primera mano su quehacer.
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