Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
Protagonista de la gesta internacionalista cubana en Angola, combatiente de la lucha revolucionaria, Héroe de la República de Cuba, Viceministro de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias y miembro del Buró Político del Partido, el General de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa Martín contó, desde sus vivencias, momentos históricos de la Revolución Cubana en la Mesa Redonda que se transmitió este viernes.
“La colaboración cubana con Angola data de 1965. El Comandante Ernesto Guevara le hace la visita a Agostinho Neto. Meses después ya estaba ahí el capitán (Rafael) Moracén y cinco instructores para ayudar a las fuerzas guerrilleras angolanas, como avanzada del grupo que posteriormente llegaría y conformaría los batallones y la creación de un nuevo frente en el este.
“Diez años después se hace otra solicitud a Cuba, en 1975. Después de coordinaciones con las partes angolanas se decidió crear cuatro centros de preparación revolucionarios en Angola, y uno de ellos en el enclave de Cabinda, que estaba separada de Angola por el río Congo. Es la zona donde desde aquel entonces se explotaba el petróleo angolano, por la Gulf.
“La importancia de Cabinda se analizó por el Comandante, porque era un enclave que no se podía perder, porque está en las montañas del Mayombe y porque económicamente le aporta a Angola por la exportación del petróleo. Esos recursos eran imprescindibles para la reconstrucción del país después de la definitiva independencia. A partir de todas estas consideraciones se decidió la creación de un centro de preparación allí”.
Así desgrana sus recuerdos el hombre de las tres vidas: cuando nació en 1939, cuando triunfó la Revolución y después del trágico accidente en Cabinda, y lo hace con una sencillez conmovedora, mientras discurren las páginas tremendas de su vida, que han sido parte de la gesta de los últimos 50 años de Cuba.
“Cabinda, al estar separada por territorio de Zaire, era blanco para el apoyo de los movimientos contrarrevolucionarios que podrían frustrar la liberación de Angola, por ello era un lugar estratégico que militarmente exigía refuerzo. Mi misión se centró en ser uno de los jefes de estos centros de preparación.
“Pero los jefes no estuvimos en la despedida con el Comandante porque salimos antes, a principios del mes de septiembre para Angola. Éramos la avanzada para crear esos cuatros centros de instrucción revolucionaria.
“Fueron alrededor de 500 los instructores, y el 50 por ciento estuvo en Cabinda. Tuvo más nuestro centro que el resto, lo cual se explica por todos los elementos que referí. A mediados de octubre llegó el resto de los instructores. En ese momento una columna de blindados entró por Angola y avanzó por el sur, para impedir la declaración de la independencia. Los instructores cubanos, con los reclutas angolanos, fueron los primeros que enfrentaron a esas tropas.
“El Comandante en Jefe, con esa visión que tiene, nos mandó la información para que tomáramos las medidas que tuviéramos que tomar, y nos indicó que nos preparáramos, porque antes del 11 iban a atacar Cabinda. Nosotros fuimos con uno de los batallones, que tenía un mes de preparación, y fuimos para la frontera con Zaire. Y así fue: el 8 de noviembre de 1975 atacaron Cabinda las fuerzas de Zaire, apoyadas por fuerzas mercenarias.
“En mi criterio, hay semejanzas entre la batalla de Girón y la de Cabinda. En la primera, en menos de 72 horas se cogieron prisioneros a los mercenarios, y en esta última, en 96 horas se rechazó a las fuerzas que penetraron. El 11 de noviembre, en el momento en el que se declaraba la independencia angolana, en Cabinda se combatía… hasta que los expulsamos definitivamente el 12, ese día sacamos al último invasor.
“Las acciones fueron mixtas, inclusive comenzaron con conceptos de lucha guerrillera. Ellos entraron por una zona muy boscosa, que no nos permitía desplegarnos, y las acciones las hicimos emboscando al enemigo, hasta que hubo posibilidades de expandir los morteros, las cuatro bocas…
“Teníamos las fuerzas de dos batallones. Uno primero de cabindanos, y otro con personal que tenía solo semanas de preparación. El segundo tenía muy poca preparación, porque el tiempo no había sido el suficiente. Fuimos unos 1 500 hombres, contra una proporción que nos duplicaba.
“Después de la batalla caímos en medio de una carga explosiva. El BTR de mando en el que iba tocó la carga y se produjo el accidente en el que caí debajo de esa mole de hierros. Fue aproximadamente a las 8 de la noche.
“Esta fue una de las emboscadas que se le pusieron al grupo de cubanos y angolanos. Después de aquello estuve 22 días recuperándome, hasta que me enviaron para La Habana, y pasé 8 meses más. Transcurrido ese tiempo me enviaron para la antigua Unión Soviética a pasar la academia, y me seguí restableciendo del accidente”.
“Hemos participado en guerras justas, primero contra el dictador Batista y luego contra quienes quisieron subyugar al pueblo angolano”.
Este hombre inmenso no olvida tampoco sus raíces campesinas, sembradas en los campos de Camajuaní. “Mis padres fueron obreros agrícolas, y desde pequeño apoyamos en las labores que hacían nuestro padre y hermanos mayores.
“Fuimos una familia de 9 hermanos, y 6 de ellos hembras. Por ello mi padre fue un obrero agrícola que tuvo que hacer de todo para buscar el sustento de aquella familia numérica. Desde muy temprana edad, los varones de la familia tuvimos que incorporarnos a las actividades de labranza. Los pequeños recibíamos el 50 por ciento del salario que les daban a los mayores, independientemente de que hiciéramos lo mismo”. Después, relata, me incorporé al Directorio Revolucionario y fui para las montañas.
“La Revolución, igualmente, me encomendó otras tareas. Estuvimos más de 27 años dirigiendo el Ejército Oriental y sentimos por ese espacio y por Oriente y Camagüey mucho cariño. Creo que es un Ejército con grandes tradiciones combativas, y con jefes provenientes del Ejército Rebelde, al cual se incorporaron desde muy jóvenes. La mayoría de los oficiales están al mando de grandes unidades. Y considero que no tiene que ser tan voluminoso, sino estar más preparado que lo que estuvimos nosotros.
“Este es un Ejército que emplea la nueva tecnología y tiene armamento con más posibilidades. Se basa en el concepto de guerra de todo el pueblo y no es garantía solo de la defensa de Oriente, sino de todo el país. Creo que siguen siendo lo que dijo Camilo: el pueblo uniformado”.
Según confesó Ramón Espinosa, si no hubiera sido militar hubiera sido pecuario, porque le gustaba mucho andar a caballo. Y seguiría allá en Camajuaní haciendo décimas, las mismas con las que le ha cantado a la Revolución y a las cosas hermosas de la vida.
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