Fotos: Roberto Garaicoa
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Mujeres de la clandestinidad es un documental que hace justicia a la obra de entrega de no pocas cubanas que pusieron su vida del lado del sacrificio y del riesgo que implica hacer una Revolución mediante la lucha armada.
Los estremecedores testimonios de diez destacadas combatientes contra la dictadura batistiana los rescata Consuelo Elba, quien también está transida por esos años cruciales, en los cuales se insertó durante su juventud.
Acabadito de sacar del horno creativo, la Mesa Redonda de este sábado lo presentó, no sin antes dialogar con la principal artífice de este material, que contó con la producción del Icaic.
Consuelo Elba dedicó su agradecimiento a todos los que hicieron posible este empeño y la acompañaron en su sueño, pero sobre todo a quienes con sus historias de vida dignificaron a la mujer cubana, una vez más, en las páginas de esta nación.
Con la fotografía de Ernesto Granado y Solís, y la edición de Beatriz Candelaria, entre otros creadores, surgió este homenaje a las mujeres de todos los credos, razas y orígenes que se dispusieron a la temeraria lucha clandestina contra uno de los tiranos más temibles que ocupó la silla presidencial en este país: Fulgencio Batista.
Natalia Bolívar, la primera combatiente que abre con su historia la secuencia narrativa, cuenta los detalles de cómo se unió al Directorio Revolucionario. “Tenía una doble vida: trabajaba ocho horas y hasta llegué a doblar turnos, para despistar en los momentos en los que alquilaba las casas en las que se organizaban las conspiraciones, llevaba armas y compañeros a esas viviendas”.
El 13 de marzo la sorprendió ubicada por las calles de atrás del Palacio Presidencial. “Ahí estoy con más de 100 turistas que los tuve que tirar al suelo, porque enseguida los tanques se activaron. Quedé presa dentro de los predios de la Oficina, y me señalaron como la amiga de uno de los miembros del Directorio. Mi madre comenzó a mover las influencias familiares para que me dejaran salir, porque estaba traumatizada totalmente”.
Luego, dijo, en julio de 1958 cayó presa. “Primero me llevaron al Laguito, donde me partieron las costillas. Inmediatamente me trasladaron para el Buró de Investigaciones, donde comenzaron a hacer investigaciones sobre mi persona”.
Y así sigue esta historia de mujer que se conecta con la de Liudmila Jiménez y con las vivencias de Thelma Bornot, María Antonia Figueroa y Digna Abreu, entre otras, quienes desde diversas latitudes del país supieron entender de qué lado estaba el deber, sin importar que las concepciones de la época prefijaban esa actitud rebelde y justiciera en los del sexo masculino.
Ellas supieron darse, más allá de los peligros que entrañaba la gesta… y ahí está este documental para rescatar sus voces, sus rostros y la memoria importante de una historia que discurre con el tono dulce y sosegado, pero también enérgico de las incansables y valientes que no aceptaron quedarse al amparo del papel social que a la mujer le era legado.
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