Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaycoa
Alejo Carpentier, Premio Miguel de Cervantes, definió a Marta Rojas como: “Ágil y talentosa escritora, de profunda vocación periodística, mirada sagaz, estilo directo y preciso, con el don de mostrar muchas cosas en pocas palabras”.
Lisandro Otero tampoco fue parco en elogios: “Marta Rojas posee las virtudes básicas del buen periodista… Pero además de sus cualidades de periodista, está dotada de los atributos del buen narrador, sabe contar el relato que se propone con un ritmo fluido, sereno y confortante”.
Mientras para Mirta Yáñez, “Marta Rojas sabe amueblar sus novelas. De manera natural conocemos las bebidas, las canciones, los ropajes, las comidas, todo con un verismo que no desdeña sensualidad e imaginación. Investigadora acuciosa imprime un tono de cotidianeidad que elimina el encartonamiento de las malas (y aburridas) novelas históricas.
Así, estos grandes describieron la grandeza de esta escritora y periodista cubana de larga experiencia: Premio Nacional de Periodismo José Martí del año 1997, ganadora del Premio Alejo Carpentier de novela 2006 y Heroína del Trabajo, quien a sus 84 años sigue ejerciendo su profesión y se desempeña como profesora titular adjunta de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
La primera cronista de la Revolución Cubana llegó este viernes a la Mesa Redonda para contarnos en persona detalles de su vida y obra, como aquellos hechos ocurridos en su natal Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953, y a los que ella llegó casi accidentalmente.
“Panchito, un fotógrafo profesional de mucha experiencia, me pedía que lo ayudara con los pie de grabado de sus fotos, porque yo era una joven recién graduada de Periodismo. Aquel día me solicitó lo acompañara a los carnavales, y cuando vimos los tiros, pensamos que eran cohetes… Pero en cuanto supimos lo que pasaba, me dijo: Se fastidió la crónica del carnaval, y yo le respondí: Entonces vamos a hacer la de los tiros.
“Cuando llegó la conferencia de prensa, le pedí permiso al Presidente del Colegio de Periodistas, porque como era recién graduada no podía ir a una conferencia oficial. En aquellas circunstancias fue que vi a Melba y a Haydée. Como mi padre era sastre, muchas personas me conocían. Así que fui hasta donde estaba Chaviano y le pregunté quiénes eran las presas, y me dijo que no, que todos murieron y que no había presos. Pero, seguro que por miedo a que el fotógrafo las hubiera retratado y quedara la evidencia de que estaban vivas, rectificó y dijo que podían haber escogido a algunos”.
Los hechos del Moncada y el juicio fueron recogidos minuciosamente por la recién graduada en Periodismo, pero sus reportajes le serían censurados a la Revista Bohemia, publicación a la cual los entregó.
Inmediatamente después comenzó a trabajar en la Sección en Cuba de esa revista. Aunque se había preparado durante el año de práctica como estudiante para laborar en el noticiero deportivo de la Televisión.
Al triunfo de la Revolución continuaba trabajando en Bohemia e integró poco tiempo después el equipo de periodistas del diario Revolución. Luego ingresó al equipo de Granma desde su creación (1965) y se convirtió en la primera corresponsal de guerra, cubana y latinoamericana en Viet Nam del Sur y Cambodia (1965-1975). En ese lapso estuvo nueve veces en Viet Nam, sur y norte. Luego dio cobertura a viajes del Presidente Fidel Castro.
Para Marta Rojas, de todas sus obras la más impactante es la Generación del Centenario en el juicio del Moncada, después titulada por el editor El juicio del Moncada, la cual deviene en ineludible referencia para quienes deseen conocer las arbitrariedades cometidas por el gobierno de Fulgencio Batista contra los asaltantes del otrora cuartel santiaguero y las intervenciones de Fidel Castro que constituyen su alegato de defensa y a la vez una contundente denuncia a los males de la república neocolonial cubana.
Con el paso de los años, y específicamente en los marcados por el recio período especial, la periodista cedió paso a la narradora de ficción y de su talento han nacido novelas como: El columpio del Rey Spencer, Santa lujuria, y El harén de Oviedo, novelas que sacan a la luz la sociedad colonial cubana, en la cual subyacía la discriminación de clases, los privilegios de los ricos y la nobleza, el erotismo y el sexo disimulado con la hipocresía y otros males que corroía a los hombres y mujeres de ese tiempo.
Marta Rojas considera que la verdad, la ficción y la verosimilitud se mezclan en la literatura de este género y es lo que trata de lograr.
La segunda mitad del programa fue dedicado a un hombre que prestigia a la ciencia cubana: Jorge Bergangla Acosta, quien hizo posible el surgimiento del Heberprot-P, medicamento único de su tipo en el ámbito mundial, que cambió los paradigmas en el manejo de las úlceras del pie diabético.
Para la obtención de este logro, en el último quinquenio de la década de los 90 comenzó a trabajar la farmacología de la inyección del factor de crecimiento epidérmico, lo que le permitió llegar a las bases experimentales o hipotéticas del Heberprot-P.
¿Pero quién es este hombre que recoloca a Cuba en el epicentro de la ciencia mundial? ¿Cuál es su formación? ¿Dónde trabaja? ¿A qué nuevo proyecto dedica sus días?, estas fueron algunas de las interrogantes que tejieron el diálogo con este científico de impresionante sencillez.
“Tuve una sólida formación. Estudié Medina Veterinaria en el entonces llamado ISCAB, hoy Universidad de Granma, lo que siempre me interesó entender la base molecular que desencadena una enfermedad y cómo interrumpir esa cascada molecular para convertirla en un medicamento, en un alivio para el paciente.
“Una de mis felicidades desde pequeño era ponerle algodón y alcohol y abrirle el tórax del animal, para descubrir los fenómenos de cómo responder a un insulto. Sería un error fragmentar un tipo de medicina de la otra, porque la estructura molecular es la misma, como la forma de responder a un desafío.
“Tuve la oportunidad de tener una estancia larga en un Laboratorio en Canadá y aprendí el ABC de cómo un tejido se repara. Le puedo decir categóricamente que los mecanismos a través de los cuales se repara ese tejido en un animal de laboratorio, son los mismos que en un ser humano.
“Yo quizá hubiera escogido Medicina, en vez de Medicina Veterinaria, pero hubiera tratado de dedicarme siempre a la anatomía patológica. El microscopio para mí es el elemento más elocuente de un laboratorio. Y hubiera procurado, igualmente, identificar las bases moleculares que preceden un daño, para llegar al medicamento.
“Llegué al CIGB en 1991, cinco años después de haber sido fundado por el Comandante en Jefe, y recuerdo vívidamente al doctor Infante, quien me dijo que estaban buscando a un patólogo. Y así comencé, porque tenía alguna base de la anatomía patológica. Me concedieron la dicha de estar en el centro y dedicarme pacientemente a lo que me dedico”.
Sobre uno de sus mayores amores, su madre, comentó que está muy bien cuidada en su natal Bayamo, por personas muy queridas y entrañables, porque ella no está en condiciones de interactuar con nadie.
De su caudal, comentó que “no tengo millones, ni los necesito. Me precio de tener muchos amigos, tanto en Cuba, como en Canadá e Inglaterra. Estuve en Londres, con académicos extraordinarios, ciertamente uno se ha visto rodeado de comodidades, pero siempre he preferido estar aquí.
“Llegué a La Habana, procedente de Canadá, y le dije a la madre de mi hijo que saliéramos, y les puedo asegurar que me sentí tan feliz dentro de aquel camello, sobre la 1 de la tarde, rodeado de aquellos olores… Me sentí realizado bajo aquel calor abrazador. Es posible que alguien no me crea, pero no soy persona de doble moral. El tiempo será el sumo pontífice de la conducta”.
Del proceso de normalización con Estados Unidos, y la posibilidad de que el Heberprot-P llegue a ese mercado, afirmó que “de toda esta historia del 17 de diciembre de 2014, lo que más feliz que me ha hecho es que están los Cinco acá en casa. Pero conozco a muchos médicos en Estados Unidos, que si mañana reciben un bulbo se lo aplican a sus pacientes rápidamente. En ese país existen unos 27 millones de diabéticos”.
De esas casualidades de la vida, mencionó que el Heberprot-P nació un 17 de diciembre, porque el ensayo clínico comenzó ese día del año 2007 y terminó en 2008.
Compartió que en el CIGB “no cesamos de trabajar, como tampoco en toda BioCubaFarma. Ahora estoy enfrascado en el CIGB 500, una sustancia con la que desde 2001 o 2002 empezamos a trabajar con la hipótesis de que se convierta en un potente agente cardioprotector, capaz de coartar la cadena de daños moleculares que provoca un infarto del miocardio.
“Ahora estamos en el ensayo clínico, que incluye a 4 instituciones, y tenemos la expectativa de que en algún momento podamos decirle a Cuba y al mundo que hemos logrado el primer fármaco capaz de reducir el tamaño del infarto y sus complicaciones”.
Sobre uno de los momentos más emotivos que ha vivido en los últimos años, expresó que fue extraordinario escuchar las notas del Himno Nacional, el de su Bayamo, en el medio de Washington, durante la reapertura de la Embajada cubana en Estados Unidos.
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