Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaycoa
¿Qué impacto ha tenido en Cuba el evento de El Niño? ¿Qué investigaciones se realizan en el país sobre este tema? ¿De qué manera debemos enfrentarlo? ¿Cómo están nuestros embalses? Estas y otras interrogantes enhebraron el análisis de este martes en la Mesa Redonda, que tuvo como centro el comportamiento de un fenómeno cíclico y complejo, por sus implicaciones, como lo es la sequía.
La Doctora Cecilia Fonseca, investigadora del Centro del clima del Citma, precisó que las lluvias de diciembre y enero no han mitigado la sequía meteorológica, aunque aclaró, que el hecho de que haya o no sequía no está necesariamente vinculada a que haya sequía agrícola o hidrológica, o viceversa.
En Cuba, dijo, el evento de sequía comenzó de mayo a octubre de 2014, en Occidente, y cuando inició el proceso poco lluvioso, de noviembre a abril de 2015, cerca del 70 por ciento del territorio se vio afectado.
Los déficit lluviosos continuaron, y de nuevo en el período lluvioso se sintió la ausencia de precipitaciones, lo que provocó que afrontáramos el año pasado el cuarto período más seco desde 1961. “Después se tuvo una situación favorable en noviembre, diciembre y enero de este año, sobre todo en regiones de Occidente, donde fueron más abundantes las lluvias en enero. Esta agua, asociada a sistemas invernales, con ondas muy activas que trajeron inestabilidad en la atmósfera, propició que disminuyeran las áreas dañadas por la sequía, y enero concluyó con solo un 3 por ciento del territorio nacional afectado.
“Sin embargo, después de enero, en febrero y marzo específicamente, las condiciones de circulación de la atmósfera no favorecieron los procesos lluviosos, lo cual nos alerta de que tenemos que prestar atención a los déficit en los acumulados”. A esta realidad, según explicó la experta, se le une el evento de sequía del Niño oscilación del sur, que tiene más impactos en el período poco lluvioso.
Aclaró que no porque la sequía meteorológica haya cesado, se puede decir que no hay territorios afectados con déficits, porque en ese caso están provincias como Las Tunas, Guantánamo y Ciego de Ávila, entre otras.
Comentó que el evento ENOS, o el Niño, ha tenido menos impacto en los últimos meses, pero no ha ocurrido igualmente en otros momentos. Este está asociado al sobrecalentamiento de las aguas en el Pacífico Occidental, y a partir de las oscilaciones se da un período combinatorio que provoca que tenga implicaciones en nuestro país. “Un ejemplo de ello fueron las lluvias de enero, porque él tiene mayores impactos en el período menos lluvioso”.
Sobre qué se espera de este en lo adelante, argumentó que ya alcanzó su máxima categoría en octubre de 2015, cuando se dio un estrecho acoplamiento con la circulación atmosférica. “Pero ha ido disminuyendo su intensidad, y se prevé que vuelva a las condiciones normales”.
Los modelos de pronósticos confirman que usualmente un evento como el Niño finaliza su influencia en mayo, junio y julio, por lo que tienden a ser secos, lo cual contrasta con que en estos meses se genera en Cuba el 80 por ciento de los acumulados. “Así que esperamos que este año estén por debajo de su valor normal, lo que unido al comportamiento de febrero y marzo, nos exige que tenemos que seguir vigilando, porque puede configurarse un evento de sequía de más larga extensión. Aún cuando hayamos dicho que el evento de sequía concluyó, hay que prestar atención por lo ocurrido en estos dos meses y la combinación con el fenómeno del Niño”.
DATOS A TENER EN CUENTA
El máster Argelio Fernández, especialista del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), explicó que si los acumulados de lluvia se parecen a los normales de esta época, se puede decir que el fenómeno meteorológico se ha extinguido. Sin embargo, puntualizó, si bien hay una reducción de la carencia de precipitaciones esto se ha demorado en impactar los recursos hídricos.
La hidrológica, en aguas subterráneas y superficiales, está afectada en una parte considerable del país. Según Fernández, nuestros embalses acumulan 4 mil 439 millones de metros cúbicos, lo que representa el 49 por ciento de su capacidad, y tienen 400 millones de metros cúbicos menos que en igual etapa del año precedente. Mientras, en 10 provincias, específicamente, el llenado está por debajo de lo habitual.
De los 242 embalses que tiene el país, puntualizó, hay 133 que están por debajo del 50 por ciento y 77 por debajo del 25. En tanto, de nuestras 100 cuencas principales, 83 están descendiendo, 68 están en estado normal, y 9 en estado crítico, de las cuales 4 se localizan en Ciego de Ávila.
La combinación del almacenamiento de los embalses y el índice hidrológico determinó que al cierre de marzo, de los 168 municipios cubanos, en 97 se reportaba algún estado de sequía, en 27 de forma severa y en 30 de tipo extrema.
Sobre las fuentes de abasto, explicó que 260 presentan una afectación parcial, y que particularmente la provincia de Santiago de Cuba es la que más problemas de esta naturaleza tiene.
El experto añadió que el INRH, como organismo rector de este recurso en el país, tiene definido la gestión de riesgo, lo cual se viabiliza por la política del agua, pero enfatizó en que no se puede olvidar que la sequía es un fenómeno transversal, y que a todos nos toca usar el agua racionalmente.
“En sentido general, anotó, se han ido tomando medidas estructurales como las que tienen que ver con el ciclo del control de riesgo, y se ha pasado de un enfoque de control de crisis a uno de gestión de riesgo, lo cual beneficia que se tomen un conjunto de medidas de carácter general: como la activación de grupos nacionales de enfrentamiento a la sequía y se presente una nueva estrategia de comunicación para que aumente la conciencia sobre este fenómeno silencioso. Igualmente se le han realizado ajustes sistemáticos al balance del agua, para que sea más efectivo el control y la productividad de su uso”.
El especialista subrayó que se ejecutan por el INRH los procedimientos operativos para pronosticar y predecir el comportamiento a corto plazo y a futuro de un evento de sequía, y existen acciones a corto plazo como la actualización del potencial hídrico del país. Igualmente se rehabilitan las redes, para que se pierda menos agua en la distribución, al tiempo que se trabaja en embalses y obras hidráulicas para que tengan mayor rendimiento. En sentido general, subrayó, “se busca que la eficiencia y la racionalidad nos lleve a menores afectaciones”.
METODOLOGÍA IMPRESCINDIBLE
La máster Sheila Chang, del grupo de Peligro, vulnerabilidad y riesgo de la Agencia Cubana de Medio Ambiente, se detuvo en los estudios que se realizan en Cuba sobre estos eventos recurrentes, como parte de la prioridad que se le da en el país a la reducción de los desastres por fenómenos naturales.
A partir de 2010, expuso, se creó un grupo de expertos de diferentes instituciones, y se establecieron procedimientos como parte de una metodología para estimar los elementos expuestos, la vulnerabilidad y el riesgo. “Estos procederes se comenzaron a validar en Las Tunas y en Ciego de Ávila, los dos territorios con la situación más tensa actualmente. Pero en aquel momento se hizo así para contrastar una provincia que históricamente no tenía problemas –Ciego de Ávila- y otra que sí. Luego se hizo con las orientales, y se extendió la investigación con grupos multidisciplinarios a todo el país, lo que responde a la directiva número uno del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, para la reducción de los impactos”.
Queda por iniciar este procedimiento, destacó, en Santiago de Cuba y en La Habana, que tenían otros peligros identificados de mayor prioridad como los efectos del huracán Sandy y la actividad sísmica, en el caso de la primera.
Consideró un logro de todo este esfuerzo, contar con una visión integrada del peligro de sequía meteorológica y agrícola, lo que permite identificar la prevalencia del fenómeno. “Este mapa refleja la potencialidad a través de una serie histórica, y se puede utilizar para el planeamiento territorial de las inversiones y otro tipo de acciones en función del desarrollo. Creo que es muy importante esta cartografía para la planificación a mediano y largo plazo”.
Comentó que cuando comenzaron a trabajar, a pesar de que existían antecedentes a partir de monografías, no disponían de los índices del peligro para expresar este fenómeno, lo que sienta un precedente tanto a nivel nacional como internacional.
“En el caso de la sequía hidráulica, en este momento está evaluada a partir de los embalses que dan suministro a la población, pero fue importante priorizar la combinación a partir de la relación de la fuente de abasto y la demanda”.
Este estudio, alegó, como se puede apreciar tiene muchos componentes, pero su objetivo específico es que sea una herramienta para trabajar en todas las fases. “Hoy, a partir de los análisis a nivel de municipio, se elaboran las recomendaciones para dar prioridades y para planificar en la etapa preventiva, de enfrentamiento y de peligro… El Estado Mayor de la Defensa Civil también tiene coordinaciones efectivas con esta investigación, en función de evitar que la sequía se convierta en un desastre”.
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