De aquel suceso que tuvo como centro el parque José Martí, hoy Patrimonio de la Humanidad, y lugares cercanos como el colegio San Lorenzo o el Ayuntamiento, donde se resistió hasta el final en la madrugada del 6 de septiembre de 1957, abordó el espacio televisivo Mesa Redonda en su espacio La Patria es… dedicado a Cienfuegos en su emisión del vienes primero de septiembre, el cual contó con la conducción de la periodista Arleen Rodríguez Derivet desde los estudios del telecentro Perla Visión.
El Comandante Julio Camacho Aguilera, nacido en Holguín, devenido guantanamero, despunta como combatiente revolucionario en el Alzamiento del 30 de noviembre. Jefe de acción y sabotaje en Las Villas, actual miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, hoy dirige el Programa de Desarrollo del Extremo Occidental del país. En las páginas de la historia aparece como el hombre de Cienfuegos.
Cuenta que antes del alzamiento existía la inquietud de producir una acción que aliviara la presión que las Fuerzas Armadas de Batistas estaban ejerciendo contra el grupo de la Sierra Maestra dirigido por Fidel Castro. No se había logrado abrir el Frente del Escambray. Antes había ocurrido el intento de los 35 detenidos en representación de toda la provincia. En ese momento se encontraba organizando refuerzos para la Sierra y Frank País le plantea que debía ir a Las Villas junto con Paquito Cruz a asumir la responsabilidad de jefe de acción en esa provincia, que en aquel momento le decía “las inquietas villas”, conformada por las actuales Santi Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos.
Camacho era Jordán en Santiago de Cuba y en Las Villas asumió el nombre de Jacobo, y después del alzamiento asume el de Gastón que es con el que se desenvuelve en el interior de La Habana.
Recordó que a su llegada recibió un apoyo total de los compañeros villareños. Osvaldo Rodríguez, a quien vino a relevar, fue uno de los que más apoyo le ofreció junto con su esposa Margot. La organización que se logró, junto con el apoyo general y el espíritu de combate permitió que, a pesar de conocer tardíamente el intento de levantamiento nacional el 4 de septiembre, el 5 todo estuviera listo para apoyar el levantamiento general que terminó levantándose Cienfuegos en solitario.
Como a la una de la madrugada se empezaron a avisar las células y todas se movilizaron a tiempo. El plan acordado era tomar Cayo Loco, importante base naval del distrito sur. El grupo de la Marina estaba dirigido por el cabo Santiago Ríos Gutiérrez.
Julio Camacho recalcó que si hay un héroe en el alzamiento del 5 de septiembre es el pueblo de Cienfuegos porque en muchos lugares protegieron las vidas de los integrantes del M-26-7. El pueblo no solo combatió, también protegió al combatiente. Mencionó a un simple carbonero, a un pescador, a la familia de los Curbelo-Morales, quienes aguantaron torturas por proteger la vida de los combatientes, protegieron vidas y por ello Camacho puede contar lo que sucedió.
La acción preparada para el 5 de septiembre de 1957 debía tener alcance nacional y sus principales objetivos eran el Palacio Presidencial y el Estado Mayor de la Marina en La Habana. Se debían desarrollar levantamientos de apoyo en Cienfuegos y Santiago de Cuba. El 3 de septiembre se realizó una reunión en la que participan oficiales de mayor graduación en la Marina, sumados a última hora y de manera unilateral deciden posponer el alzamiento por 24 o 48 horas, pero debido a falta de comunicación entre los dirigentes del M-26-7 y los oficiales de la Marina, la noticia de posponer el alzamiento no llegó a tiempo a los revolucionarios cienfuegueros.
Julio López Bosch, combatiente del M-26-7 en Cienfuegos, fue miembro de una célula revolucionaria con apenas 20 años y no sabía manejar armas cuando se enfrentó a la dictadura durante las casi 24 horas en que Cienfuegos fue se convertía en la primera ciudad libre de Cuba, cuando se rompió el mito de la unidad monolítica del ejército que presumía la tiranía de Batista.
Relata que en horas de la madrugada del día 5 de septiembre se les avisó y salieron bajo la dirección de Dionisio San Román para Cayo Loco donde un compañero le puso el brazalete del M-26-7 y les dio las armas. A él le toca un Springfield que nunca había tocado y que aprendió a utilizar ese mismo día con la ayuda de un policía marítimo.
De ahí salieron en dos grupos a tomar el Cuartel. Unos salieron por la calzada y otros cogieron por el puente de hierro por donde los recibió la guardia a tiro limpio. Tienen que abandonar la posición y regresar al Cayo Loco donde les ordenan recoger armamento en la policía, en donde al llegar alrededor de las diez de la mañana ya los estaba esperando el tercio táctico de Santa Clara. Al no tener suficiente parque se retiraron hacia Cayo Loco otra vez.
Para el alzamiento llegaron a tener unas 300 armas. Julio Camacho narra que se recuperaron y se guardaron muchas de aquellas, las cuales no las encontró el enemigo cuando hizo registro en Aguadita.
Julio López Bosch refirió que el alzamiento trae malos y buenos recuerdos. “Se logró lo que Batista nunca pensó que fue liberar al pueblo. Hemos logrado lo que tenemos en las manos, lo que estamos cuidando hoy en día, lo que debemos cuidar hoy en día. Vimos caer compañeros y eso es algo que recordamos siempre”.
López Bosch escapa con todas las armas que pudo recoger, las cuales escondió en la finca de los Cabrera que eran Auténticos de la Triple A y no pudo recuperarlas. Cuando estuvo preso lo trasladaron varias veces, estuvo en Bartolina, lo pasearon en avión por el Golfo, lo trasladaron a Santa Clara, de ahí para la policía, después para la Marina y seguidamente para el Cuartel y en ninguno de los lugares quisieron tenerlos presos.
Aunque en lo interno esta acción resultó un revés para el movimiento en Cienfuegos, que desde entonces quedó prácticamente neutralizado, en sentido general representó una victoria para la lucha, por su tremenda repercusión nacional y el hecho de que, durante horas, fue un territorio libre, el primero de la Revolución en el país.
El máster en estudios históricos y antropología y miembro correspondiente de la Academia, Orlando Félix García Martínez, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Cienfuegos ha escrito junto al miembro del M-26-7 Andrés García Suárez el libro El levantamiento popular del 5 de septiembre de 1957 en la ciudad de Cienfuegos, una seria investigación llena de revelaciones y declaraciones de testigos directos e indirectos de las acciones de ese día.
Rememora que justo al graduarse la universidad se encuentra con Andrés García Suárez, justo lo que le faltaba para lanzarse a la investigación de los hechos que en su familia le contaban con frecuencia pues tenía un tío que había participado en ellos. Asegura que pocos son los cienfuegueros que no están relacionados con el 5 de septiembre, porque aquel fue un hecho de participación popular que involucró a la ciudadanía. Hombres y mujeres que no tuvieron que ver con el alzamiento armado después aportaron su ayuda a los combatientes y a las estructuras clandestinas.
El libro del que es autoría posee una relación biográfica de cada uno de los caídos ese día no solo los 39 de Cienfuegos, también los cuatro de La Habana y los tres de Santa Clara, todos del M-26-7, lo que demuestra la tesis del libro: fue un movimiento que respondía al M-26-7 que venía creando una estructura clandestina capaz de propiciar la acción, pero sobre todo con el fin de crear un Frente Guerrillero en el Escambray y apoyar la presencia de Fidel en Cuba y su acción en la Sierra como núcleo fundamental para desarrollar una estrategia que iba encaminada a una acción basada en las fuerzas de la montaña pero que compulsara a los movimiento clandestinos hacia una huelga general que al final derrocara a la tiranía. Una idea inicial de Frank País.
Este tipo de alzamientos se venía preparando desde la Semana Santa de Abril, después con el encarcelamiento de los 35 de Buenavista que eran las personas más preparadas del M-26-7 en Las Villas a quienes torturaron y nunca dijeron a qué había llegado a Cienfuegos, una complicidad que hace que el núcleo de la Marina se sienta más seguro en relación con el M-26-7, porque ellos no entran al movimiento como cuerpo armado, sino de manera individual a través de la labor de Francisco del Sol de acercamiento al programa del Moncada.
La simbiosis entre Francisco del Sol y el cabo Santiago Ríos hizo que se confiara en la línea del M-26-7. A Julio Camacho le tocó unir y limar discrepancias y contradicciones en los puntos de vista a pasarles por encima y hacerlos ver que la unidad era superior.
En el histórico discurso por el XX Aniversario en 1977, Fidel Castro menciona el papel de Dionisio San Román, quien sale con la 101, que representaba el 50 % del poder de fuego del alzamiento a buscar una fragata, es detenido y termina torturado hasta morir sin renunciar a lo que defendía. Orlando Félix García lo define como un héroe del alzamiento del 5 de septiembre que actuó de manera aislada por posibles errores en la toma de decisiones por parte de la dirección del M-26-7.
Fidel dijo que si aquel movimiento hubiera surtido efecto la guerra por la liberación no hubiera durado tanto. Julio Camacho Aguilera considera aquel hecho que él organizó como un éxito. Tenía 33 años cuando estaba al frente de aquel grupo de muchachos. Recuerda que la valentía y la entrega de José Gregorio Martínez, a quien le decía el Yanqui, que lo mandó con un refuerzo de parque hasta donde estaba el teniente Dimas en San Lorenzo.
Julio Camacho hace énfasis en la necesidad de la unidad, esa que hoy hay que mantener. Al respecto dijo: “No importa si hay pensamientos diferentes de cómo llegar a un fin, siempre hay principios eternos como el derecho a la libertad, a la soberanía, a la dignidad, los cuales Cuba alcanzó con su lucha”.
Para el Comandante Camacho el alzamiento del 5 de septiembre no fue un fracaso porque por cada combatiente caído, se multiplicaron otros. Fue la lucha lo que les dio la posibilidad de llegar a lo que querían y dice: “Soñábamos con algo que no era solo tumbar a Batista. Cuando cayera Batista empezaba la Revolución”. Era una transformación social lo que buscaban aquellos combatientes. Y refiere que “hay cosas eternas que Cuba logró la libertad, la soberanía, la dignidad, el decoro, el prestigio que Cuba tiene hoy se llama Revolución y lo tenemos por el sacrificio de los que derramaron su sangre. No hay dudas que la sangre no se derramó en vano. Tenemos Revolución”.
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