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Hart: Un hombre sincero de donde crece la palma (+ Video)

Por: Manuel Alejandro Hernández

Armando Hart Dávalos fue nombrado en 1976 como el primer Ministro de Cultura de Cuba. De sus valores, de su vida y de su obra hablan y dan testimonios algunos intelectuales cubanos con muchísimo placer. La Feria del libro de La Habana de este 2017 le rindió merecido homenaje a uno de los más grandes intelectuales cubanos.

Dijo Miguel Barnet en un escrito que le dedicó a Armando Hart cumplió 70 años: “Fue un año providencial para el movimiento cultural cubano. Él fue situado donde hacía falta, ahí donde había que desbrozar las malas hierbas, donde había que erradicar el arribismo y la mediocridad, y lo hizo con elegancia, con cautela, sin cercenar cabezas, más bien sacando del hueco a aquellas que iban a rodar, y poniendo a un lado rencores y revanchas. Él es uno de los marxistas más consecuentes de Cuba, más convencidos, el más obstinado de los revolucionarios y uno de los más lúcidos. El más fidelista. El amigo leal y honesto. El gladiador de mil batallas, el incansable que convierte lo cotidiano en extraordinario. Él es él. Inquieto, hiperquinético y creativo. Con las balas en la cartuchera y el gatillo listo en el disparador de ideas, de proyectos y acciones que encontraran ecos en los amigos agradecidos para quienes él, impoluto con su cubanísima guayabera blanca, será siempre el Ministro, porque sin dudas, fue él quien inauguró la categoría de ministros de lujo. Y un ministro de lujo no es otra cosa que un hombre culto, modesto y generoso. En dos palabras: su ejemplo, su espejo. Un hombre que lleva un nombre que ya está en los museos y en la leyenda. Un nombre que no se puede separar de la Revolución cubana, un nombre que no se puede separar de la cultura cubana, de la vida de los escritores y artistas con los cuales ha mantenido un vínculo fuerte y fértil, un vínculo entrañable, un hombre que vela con devoción por el hermano mayor. Un martiano profundo y convencido, un cubano grande que, como dijo el poeta sevillano, es, en el mejor sentido de la palabra, bueno. Un fundador que está donde es más útil. Un cubano que llegó como de sorpresa a sus años con el brío y la audacia de los juveniles cuando salió repentinamente de la fila de los detenidos y amarró cuatro camisas blancas para escapar con vuelo de gato de la audiencia de La Habana para continuar la obra de la Revolución junto a Fidel y Haydée, junto a todos nosotros. Un hombre sincero de donde crece la palma”.

Un hombre decente

“La fe y la esperanza en la humanidad no faltaron en mí”.

Armando Hart: “Mi padre era funcionario judicial en Trinidad, después se mudó para Sancti Spíritus, posteriormente para Colón, después para Matanzas, allí fue donde hice la primera y la segunda enseñanza y de donde tengo los recuerdos más fuertes de mi juventud y mi adolescencia”.

Abel Prieto sustituye a Armando Hart como Ministro de Cultura en el año de 1997, quien comenta la opinión del propio Hart que se veía como un modesto miembro de la generación del centenario y ofrece algunas valoraciones acerca de sus responsabilidades al frente del Ministerio de Cultura, de su relación con los jóvenes y con los intelectuales del país. Los testimonios de Abel se estarán cruzando con los del propio Armando Hart del documental Pasión por Cuba. En este intercambio también estarán incluidos los testimonios de otros intelectuales cubanos.

Hart: “Nuestra Revolución nació porque Batista dio un golpe de estado, violó la ley y teníamos tradición ética y única en este país que viene desde el principio, desde la época de Varela. El sentido de lo ético lo aprendí de mi familia. Mi madre era una mujer muy bondadosa, y siempre me decía una frase que nunca olvido: reúnete y relaciónate con todo el mundo pero que sean personas decentes.

“Lo decente en mi familia se relacionaba con lo jurídico. Mi padre que era juez tenía una gran pasión por la formación jurídica. Recuerdo que al principio de la Revolución nosotros estábamos haciendo las leyes y muchas veces tuvimos que violar o parecía que violábamos las que existían, y él me decía: cambien las leyes, pero primero tenemos que aplicar las que existen”.

Abel Prieto: “Hart es una persona de una modestia notable. Mi padre trabajó con Hart, por tanto, cuando lo conocí yo era un niño todavía. Y desde esas imágenes hasta hoy, es para mí una de las figuras más admirables de la generación del centenario. Ese estoy seguro que era el criterio de Fidel y de los grandes líderes de este país.

“Hart como Ministro de Educación primero y como Ministro de Cultura después hizo una labor de trasformación extraordinaria siguiendo las ideas de Fidel a las que les puso talento y empeño excepcionales. Después esa labor se fue a hacerla a la oficina del programa martiano.

“Su labor como revolucionario como rebelde en la lucha clandestina es también conocida, fue un combatiente muy destacado de enorme valor. Creo que esta feria le está rindiendo homenaje a una de las grandes figuras de la generación del centenario”.

Hart: “Cuando viene la época de la insurrección yo me voy a Santiago, participo allí junto a Fran País en el alzamiento del 30 de noviembre. Allí también luché junto a Vilma y Haydée. Regresé a La Habana, pero me cogieron preso en La Habana y tuve que regresar a Santiago y subí a la Sierra. Cuando bajaba de la Sierra me cogieron preso y me llevaron a la cárcel y pasé el último año de la lucha preso”.

Abel Prieto: “Se pueden poner unas palabras delante y otras después o viceversa. Hart es un gran pensador, un hombre verdaderamente brillante, con un pensamiento muy creativo, ajeno a dogmas. Ha hecho aportes a la Revolución Cubana indiscutibles, los cuales ahora con la Feria podrán ser leídos y estudiados.

“Todo ese pensamiento lo empleó en luchar, trabajar, construir en términos políticos. Es una de figuras como Carlos Rafael, como lo es Fidel, hay que ponerlo en presente, figuras de la política que al mismo fueron grandes intelectuales. Tiene una prosa apasionada y pulcra. Por ello es muy importante que este evento que tiene tanto alcance popular y nacional se haya dedicado a Armando Hart”.

Hart: “La cultura general integral la han tenido todas las grandes figuras de la cultura cubana. La oralidad de Fidel y de Martí están fundadas sobre la base de una cultura general integral, sobre forjaron lo que se llama la cultura de hacer política, es decir cómo hacer política. Eso está en la raíz del mejor pensamiento cubano”.

Abel Prieto: “Hart hablaba mucho de cómo los cubanos, y los dirigentes cubanos, tenían que aprender a hacer política con cultura. Eso por supuesto viene de Martí, pasa por Fidel. Martí dijo que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras, que la única forma de ser libres es ser cultos. Después Fidel lo parafrasearía con aquella expresión de que sin cultura no hay libertad posible. Tiene que ver con la idea de que se pueden transformar las condiciones de vida de un ser humano, darles tierras para que trabaje, darles empleo, pero solo se logrará una auténtica revolución si ese ser humano se transforma gracias a la cultura.

“Esa es una idea esencial que está en Martí y en el pensamiento marxista también. Hart se apropió del pensamiento marxista de una manera muy fresca y renovada, muy a la cubana. Se puede decir que la Revolución cubana es fruto de ese legado de Martí y de Marx, pasando por Mella, por Rubén y por Fidel.

“Hart entendió que la transformación, la verdadera emancipación del ser humano pasa por la cultura, vista en su sentido más amplio, no solo en el del arte y la literatura. Las personas que hacen política tienen que utilizar como un instrumento de emancipación a la cultura”.

Graziella Pogolotti: “Hart es un imprescindible de la historia de la Revolución cubana. Las personas que tienen mi edad y vivimos la época de la dictadura de Batista recordamos el arrojo extraordinario de aquel muchachón que salto desde el piso alto de la audiencia de La Habana para escapar de las garras de los esbirros de Batista. Se jugaba la vida constantemente al frente de la lucha clandestina.

“Ese mismo muchachón de rostro juvenil fue nuestro primer Ministro de Educación, tenía una imagen tan joven que cuando se reunía con los estudiantes parecía uno de ellos. Fue el encargado de impulsar la Campaña de Alfabetización. Me atrevería a decir que pocas personas como Armando Hart han entendido tan íntima y profundamente como lo hizo él, las esencias del pensamiento de Fidel. Por eso fue la persona encargada de fundar el Ministerio de Cultura en una etapa difícil en la cual tenían que cicatrizarse algunas heridas.

“En esa circunstancia Hart desplegó su capacidad política, que va acompañada de la sensibilidad. Se dirigió a los escritores y artistas. Obtuvo la colaboración y la complicidad de todos ellos. Definió la tarea fundamental del ministerio como la de crear en el país un clima creador en el cual participara el pueblo en su conjunto. De esa manera hizo que se investigaran nuestras tradiciones. Se hizo un atlas de las tradiciones cubanas. Se recuperaron esas fuentes de vida. Se abrió un amplio debate sobre la política cultural emancipatoria y descolonizadora, de profunda inspiración martiana.

“Fundó las instituciones que aquel momento necesitaba y tendió un puente de diálogo entre los artistas y los escritores, el pueblo y la dirección de la Revolución. En el MINCULT desplegó creatividad, iniciativa, valentía y sobre todo capacidad de escuchar. Los que estuvimos cerca de él lo recordamos siempre nervioso, impaciente, a veces se reunía con asesores. Se abría un debate, se ponía tenso, se levantaba, andaba de un lugar para otro y finalmente se construía entre todos, la solución de problema.

“Hay mucho por estudiar respecto a la práctica de la política cultural llevada adelante por Armando Hart. Hay que revisar sus textos. Recordar las normas que estableció en cuanto a cambiar las reglas del juego en cuanto al enfrentamiento al enemigo. Es decir, poner nosotros las reglas del juego. En las difíciles circunstancias que vivimos es una idea que tenemos que rescatar y recolocar en nuestro universo de debate, tan necesario e imprescindible”.

Hart: “El intelectual que ha fracasado con la Revolución ha fracasado como intelectual. No hay figura de la excepcionalidad de Alicia Alonso, de Alejo Carpentier, de Fernando Ortiz dentro de los que se fueron. Quizás hay profesores eminentes, pero grandes creadores de la escala de Carpentier o Emilio Roig, no los hay. Porque en Cuba la tradición intelectual va hacia el pensamiento fidelista”.

Omar González, coordinador de la Red en Defensa de la Humanidad, e Ismael González quien es coordinador de política cultural del ALBA-TCP ofrecieron también sus testimonios acerca de la relación de Armando Hart dentro del MINCULT y con los jóvenes intelectuales a lo largo de los años y de su pensamiento en relación con la integración latinoamericana.

Hart: “Siempre he admirado mucho a los jóvenes, por eso estoy planteando con insistencia algo que quisiera que se subrayara, es necesario un diálogo de generaciones. Diálogo entre los que vivimos muy intensamente el siglo XX y los que vivirán el siglo XXI”.

Omar González: “Hart es esencialmente un hombre bueno. Con un sentido de la ética muy arraigado y muy desarrollado. Todo eso con una naturalidad impresionante y admirable. En el tiempo que trabajé cerca de él, nunca lo oí calumniar a alguien. Su sentido de la lealtad a la Revolución y particularmente a Fidel era tremendo. Era de esas personas que hacía las cosas y se decía que estará pensando Fidel acerca de esto, que haría Fidel.

“Nos daba consejos muy valiosos a los jóvenes que nos fueron de mucha utilidad que nos sirvieron incluso después cuando tuvimos cierta relación con el Comandante. La disciplina que tenía Hart. Su sentido de la puntualidad. Hart nunca llegó tarde a una reunión. Era muy metódico.

“Era sensible. Siempre estaba ocupado. Su personalidad es telúrica, volcánica. Siempre estaba irradiando. Vivía como en u vórtice de asociaciones que eran todas muy intensas. En medio de todo eso su mirada era muy sensible y su olfato político era muy agudo.

“Se daba a querer. Trabajaba sábado y domingo. Nosotros lo hemos aprendido a querer por la fuerza del ejemplo. Uno lo veía actuar y no podía hacer otra cosa que tratar de llegar a ser lo que representaban ellos para nosotros. Nos preparó para las grandes contingencias de este país. Siempre pensando en el liderazgo de la Revolución, y en Fidel. Su lealtad a Fidel se mantuvo intacta”.

Hart: “Tengo la suerte de tener tantos libros porque mi secretaria Chela se encargó de cuidármelos. Mi esposa Eloisa es investigadora y editora y está ahora trabajando en una selección de textos. Con ese trabajo me he quedado asombrado porque esa selección tiene una actualidad enorme. Esos papeles que yo tengo guardados aquí son de gran utilidad histórica. Yo no soy escritor. Yo soy hablador. He hablado mucho y sigo hablando mucho”.

Ismael González: “Trabajar cerca de Armando Hart ha sido la oportunidad más extraordinaria que he tenido en muchos años. Desde siempre pude apreciar en él que a partir de ese concepto tan hermoso de pasión por Cuba también es válido hablar en Hart de una pasión por Nuestra América.

“Como Martí, Hart pudo entender con rapidez que los temas cubanos tenían una proyección y una influencia en todo lo que fuera a suceder en América Latina y el Caribe. Hay un momento muy particular que es un verdadero apostolado en las reuniones de ministros y autoridades de cultura de América Latina y el Caribe que Hart fundó, donde a Hart se le reconoce como el verdadero gran artífice de poder ver que la cultura debía tributar a la unidad de América Latina y el Caribe en momentos donde era impensable tener una comunidad de estados latinoamericanos y caribeños.

“En 1989 Hart comienza una convocatoria a otros ministros y da cuerpo a un Foro de Ministros que se anticipa y va tejiendo un entramado sobre el que se asienta una comunicación entre los gobiernos de la región. Reconociendo el papel de los pueblos, reconociendo el papel de las culturas, recociendo en la diversidad la riqueza mayor de un potencial proceso unificador, integrador de la región.

“Cuando uno oye o relee los textos de Hart en aquellas reuniones de Ministros uno se percata de que la columna vertebral es realmente la unidad como experiencia cubana y como la gran lección que Martí deja para la región. Creo que cuando se lee hoy algunos de esos pasajes que hablan de la confrontación de América Latina y el Caribe con Estados Unidos y los elementos más conservadores de sus gobiernos hay pasajes que nos traen a un presente demasiado dramático. En ellos alza al humanismo como aquello que nos permitiría buscar puntos de contactos y de encuentros para poder asumir el siglo XXI y encontrar respuestas nuevas y originales. Su ética se constituye en el legado martiano de que la justicia es ese sol del mundo moral y lo convierte en un pilar”.

Hart: “El Ministerio de Cultura de Cuba se crea en un momento singular. En los años setenta empezó a influir aquello a lo que le llamaron el realismo socialista en el arte. Eso influyó en Cuba. En el año 76 Fidel me propone ser ministro de cultura justo cuando me doy cuenta de que ese realismo socialista podría dividir a los intelectuales. Pero había también el temor de que para corregir eso se podía incurrir en el error de salirnos del marxismo. Aunque el realismo socialista era una tergiversación de la visión marxista. Yo siempre he dicho que eso era un error político.

“Fui a ver a Mirta Aguirre, una persona muy ortodoxa. Ella me explicó con su inteligencia tan refinada, con una gran destreza e ironía que era ser socialista y ser realista, lo malo es mezclar las dos cosas”.

Abel Prieto: “La entrada de Hart en el Ministerio de Cultura marcó sin dudas el regreso de la política cultural que había trazado Fidel con Palabras a los Intelectuales. Esa política se había distorsionado. Hubo gente mediocre en determinados puestos influyentes con posiciones sectarias, homófobas, excluyentes. Hart llegó como una necesidad de rectificar aquello que se advirtió por Fidel. Se busca a Hart porque era un intelectual y un político, o un político e intelectual al mismo tiempo que tenía la tarea de borrar todo vestigio de sectarismo, de divisiones absurdas, de injusticias que se cometieron.

“De pronto él pone a trabajar a personas como Cintio, Fina, a la doctora Graziella, a Roberto Fernández Retamar a Ambrosio Fornet. Se acercó a los más jóvenes. Empezó a hacer algo que no se había logrado que era el acercamiento de la institución cultural con las generaciones más jóvenes e inició un diálogo con los jóvenes tremendamente fecundo.

“En muy poco tiempo aquellos dogmas y prejuicios se fueron dispersando y se logró con la transparencia de Hart. Ambrosio Fornet en aquellos encuentros que tuvimos en la Casa de las Américas sobre el tema de lo que él llamó el Quinquenio Gris, decía que el entusiasmo entre la intelectualidad era enorme cuando llegó Hart al Ministerio de Cultura porque había llegado una persona decente, honesta, y trasparente. Ser trasparente con los creadores es la principal lección que recibí de él.

“Intentar no crear ambientes turbios en torno a alguien, a un movimiento o una tendencia, sino de enfrentar de una manera limpia el debate y poner a pensar colectivamente a la gente. Él tiene esa cualidad de unir, de acercar a la gente, de dialogar.

“Como político práctico es un ejemplo. La hizo con personas difíciles, con sentimientos amargos. Lo vi acercar a la gente y saltar las barreras generacionales. Tenía un instinto político excepcional. Fometó el Movimiento Juvenil Martiano”.

Hart: “El traje de cuello y corbata es muy elegante no corresponde a las tradiciones cubanas. Yo creo que hay que usarlo y sobre todo cuando uno viaja afuera. La guayabera en Cuba debe ser la prenda de la elegancia y del protocolo. He planteado y he propuesto que el protocolo lo establezca como norma porque además se corresponde con nuestra tradición”.

Abel Prieto: “Hay que recordar como Martí fundo el Partido Revolucionario Cuba, como logró acerca a los veteranos, ese espíritu unitario está siempre en Hart. En el campo intelectual combatió los prejuicios contra los intelectuales, tonterías que a veces pretenden separar dentro de nuestra Revolución. En este país no podemos tener prejuicios contra la cultura.

“No podemos confundir la cultura con la actividad cultural, con pura recreación vacía, o con la algarabía. Él siempre defendió la idea de lo difícil que es calcular nuestra soberanía nacional. Defender nuestra cultura es defender la nación. En ese sentido los artistas lo acompañaron. En lo esencial de un artista verdadero hay algo anti burgués, anticapitalista. El intelectual más auténtico ha apostado por un tipo de vida que no está asociada a la acumulación de riquezas.

“Nos enseñó que la prioridad del MINCULT era escuchar al sector artístico. Y la otra eran los compromisos con la población, en el cómo educar el gusto, cómo enriquecer el gusto de la gente, como llegar a la gente. Él siempre apostó por la calidad y el talento. Él siempre me dijo que cuando él llegó al Ministerio de Educación había gente en Cuba que sabía cómo dirigir una escuela, pero no había quien supiera dirigir una galería o un museo, qué hacer con una biblioteca. Cómo convertir eso que eran recintos cerrados en proyectos de la comunidad. Siempre estuvo contra los feudos. Siempre apoyó la creación de alianzas entre las instituciones.

Hart: “Sigo trabajando porque no me voy a cansar. Lo que más me emociona es que lo que dije antes todavía tiene vigencia hoy. Mis papeles son los de un hombre que ha tratado de hacer”.

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Etiquetas: Armando HartCubaFidel Castro RuzIntelectualesMinisterio de EducaciónRevolución cubanaministerio de cultura

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