Por: Manuel Alejandro Hernández Barrios
Fotos: Roberto Garaicoa
El periodista, escritor y político Ernesto Villegas, Ministro del Poder Popular para la Cultura en la República Bolivariana de Venezuela, fue el invitado al espacio televisivo Mesa Redonda de este 31 de enero, donde fuera entrevistado por el periodista Randy Alonso Falcón (P) para hablar de Venezuela como hepicentro de las batallas en América Latina y de los procesos progresistas en esa región frente a los intentos de restauración conservadora y neoliberal.
Ernesto Villegas (EV), quien fuera Ministro de Comunicación e información en dos ocasiones en Venezuela y varias veces reconocido con el premio nacional de periodismo de ese país también se refirió a la realidad del proceso bolivariano y también para explicar la manera en que la Revolución está enfrentando esas amenazas y busca salir adelante en ese contexto.
– P: ¿Qué hace Ernesto Villegas por estos días en La Habana?
– EV: Muchas gracias por la invitación. He venido a asistir a la Feria Internacional del Libro de La Habana, un encuentro de relevancia para América Latina que nos encuentra con el libro. El libro libera. Es un gran valor poder contar con este tipo de Ferias, y es además un pretexto para poder encontrarnos en nuestras luchas, en nuestra hermosa diversidad.
– P: ¿Va a presentar algún libro?
– EV: He venido en doble rol porque me corresponde ejercer la cartera de cultura en Venezuela, pero también a presentar el libro Buen día presidente, un compendio de un conjunto de entrevistas que tuve la oportunidad de hacerle al Comandante Hugo Chávez después de su regreso de La Habana, el 4 de julio de 2011. Yo hacía un programa llamado Toda Venezuela, en el que era responsable de un segmento de entrevistas. Chávez regreso cambiando sus hábitos: se acostaba más temprano, se levantaba más temprano, cambió su alimentación, se hacía autocrítica de actitudes como la de tomarse 40 tazas de café al día. Escuchaba el programa y comenzó una dinámica de frecuentes llamadas a nuestro espacio, lo que inició un intercambio muy interesante entre el invitado al programa y el invitado sobrevenido que no venía a interrumpir las entrevistas, sino que se convertía en el plato fuerte de cada programa.
En el libro aparecen intercambios de Hugo Chávez con el entonces canciller Nicolás Maduro, con Eliécer Díaz Rangel, con Jorge Rodríguez, con personalidades de nuestra cultura, con personajes polémicos como Luis Ortega Díaz. Como es natural Chávez se mostraba muy reflexivo. Cargaba consigo el libro Así habló Zaratustra de Friedrich Nietzche. Hacía mucha mención a un capítulo llamado De los despreciadores del cuerpo. Él nos llamaba a cuidarnos, porque la lucha revolucionaria lo había consumido por completo y había olvidado que tenía que tener un cuidado especial consigo mismo. Iniciaba una paradójica lucha, la lucha por su vida, cuando la lucha de todos los revolucionarios siempre es por la vida. el libro va a ser presentado este viernes en la Casa de las Américas a partir de las 4 p.m.
– P: A Jorge Rodríguez le ha tocado sustituirte en las tareas de la comunicación. Él está siendo parte importante del diálogo político que está teniendo el gobierno y la oposición venezolana, quienes han llegado a concebir un preacuerdo que busca la firma definitiva de un acuerdo de estos diálogos. Lo cierto es que se ha avanzado en diversos puntos de la agenda. ¿Qué visión tiene Ernesto Villegas sobre este diálogo político que se está desarrollando? ¿Qué impacto real puede tener hacia el futuro inmediato? ¿Ese es el camino para sellar la derrota de las fuerzas violentas que durante tanto tiempo han estado asediando a la Revolución Bolivariana?
– EV: Lo anecdótico es que la declaración de Julio Borges pareciera decir algo así como: “Hay acuerdo, pero no me acuerdo”. Tanto el presidente anfitrión, como el vocero venezolano coinciden en que hay un preacuerdo y Borges lo desmiente. Pero bueno, ellos han negado el diálogo mismo.
Esa dirigencia política está muy prisionera dentro de los factores políticos más atrasados que ellos mismo han estimulado en su locura y desenfreno. Cuando terminan actuando en la política terminan siendo percibidos en esos mismos factores que ellos contribuyeron a enloquecer como unos traidores de su propia postura.
Recurren a eufemismo, galimatías, y al final están en una mesa pronto a suscribir un acuerdo que esperamos termine concretándose y que el gobierno de Trump no logre su propósito abierto de bombardear ese diálogo, o la posibilidad de que exista un acuerdo pacífico, armónico, civilizado del proceso político venezolano. Trump le ha declarado la guerra a la Paz en el mundo. Él está actuando como un carrito chocón o loco que anda por el mundo atropellando a quien se atraviesa. En Venezuela ha concentrado su obsesión mayúscula junto con el hermano pueblo cubano.
El hecho de que la sociedad norteamericana haya parido de su seno a un personaje tan particular, habla mucho de lo que allí mismo está pasando con su propia democracia, con su propio sistema político. Este es un momento muy particular. A los países latinoamericanos lo que hace es encontrarnos con nuestra propia dignidad.
– P: Una posición como la de Trump alienta fuerzas violentas que se han visto detenidas, primero por la Asamblea Constituyente que fue un parteaguas, y después por este diálogo que se ha organizado. ¿Qué importancia le das al papel de la Constituyente? ¿Crees que puedan reavivarse las fuerzas violentas de la oposición?
– EV: El pueblo venezolano dio el ejemplo con la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como algo que puede repetirse ahora con la convocatoria a elecciones presidenciales que ha hecho la ANC. Cada país tiene la constitución que su historia le ha legado. Eso lo tenemos como una herramienta en caso de emergencia. Se pretendía consagrar como legítimo que una persona le quitara la vida a otra quemándolo vivo y que eso fuese una especie de acto heroico. Frente a ello surgió una Venezuela resuelta a construir en paz su modelo político y económico y sorprendió a todos porque las fuerzas de la oposición decidieron no participar y hubo un alud y un tsunami humano que se apareció por todos lados votando para elegir a los constituyentes. En el poliedro de Caracas hubo una marejada humana que fue a ejercer su derecho al voto, y fue el tiro por la culata. Ahora tenemos una paz política, pero no hay una paz económica. Lo cierto es que estamos en medio de una guarimba económica. La acción económica del poder económico transnacional ha dificultado que el país pueda acceder al crédito internacional, a los pagos corrientes que un país puede hacer a un proveedor internacional de servicios, o bienes, o licencias. Esto ha demorado o entorpecido la llegada de alimentos que no se pueden producir en el país, de mantenimiento de sistemas tecnológicos e industriales. Asuntos que se han visto alterados, tanto las explícitas, como las no escritas.
– P: ¿Cuánto pueden influir el hecho de que se hayan ganado las elecciones en los municipios? ¿Eso puede ayudar a reestructurar esa economía comunal, esa manera de articular el poder comunal para dar respuestas más concretas a esa agresión económica?
– EV: Ahora hemos ganado gobernaciones que antes estaban en manos de la oposición, como es el caso de Miranda, que forma parte del conjunto urbano de la capital de la República. Debe haber una respuesta política que debe ser la participación masiva del pueblo venezolano en las elecciones presidenciales. Nicolás Maduro Moros, es nuestro candidato, que encarga la lucha y la resistencia heroica del pueblo venezolano frente a la agresión y esperamos que haya participación de los sectores de la oposición. En diversos episodios históricos de la historia de la Revolución Bolivariana, la oposición ha apelado al reclamo de elecciones inmediatas. Ahora es muy tragicómico que los mismos factores opositores levanten el reclamo de que no se hagan elecciones presidenciales, que es muy rápido hacerlo en abril.
– EV: Recientemente escuché a Mauricio Macri hablando en inglés, utilizando no solo el idioma, sino el discurso del imperio. Marco Rubio encarna a las fuerzas más reaccionarias de ese conglomerado republicano que siente que le ha llegado su hora para pasar venganza por la década de convergencia latinoamericana de gobiernos progresistas, nacionalistas, revolucionarios o socialistas, que no todos tenían la misma caracterización, pero había confluido en un momento latinoamericano de mucho avance en la unión latinoamericana, y en la búsqueda de un camino autónomo e independiente. Ha habido una regresión por parte de varios países y vienen por la venganza. A medida que Venezuela se criminalice, los pueblos se voltearan a mirar porque nuestro país es llamado de ese modo. Son más importantes las miradas de los pueblos que las posiciones de las cúpulas políticas o económicas que hoy los gobierna. Lo que viene haciendo el gobierno argentino con las conquistas sociales es algo impresionante. Temer en Brasil se encuentra en medio de una persecución judicial contra Lula, que sigue siendo el favorito. Las élites que han logrado colarse en el poder político temen a la efervescencia de la masa popular de demandas, de aspiraciones, que han probado que sí es posible acceder al poder político. Los pueblos saben que pueden alcanzar niveles de movilización que los lleven a tomar el poder.
Pude entrevistar a Dilma pocas horas antes de ser destituida por un golpe de estado parlamentario. Estuve en el palacio de Plan Alto. Luego pude entrevistar a Lula para Telesur. Le llegué a preguntar a Dilma si ella no veía posible que a Lula lo encarcelaran. Ella se mostró casi ofendida por plantearle esa escena. Resulta que hemos vivido en Venezuela con tal crudeza los extremos a los cuales puede llegar la derecha en el poder que vemos las cosas un poco más factibles. Nosotros desde Venezuela podemos ver cosas que otros no pueden imaginarse desde la gravedad que significaba la destitución de Dilma. Hoy nada de lo que sucede en el mundo está desconectado de lo que nos puede suceder a cada uno de nosotros. Hace mal cualquiera que desde el campo de la izquierda mira a Cuba y a Venezuela como algo ajeno. Lo que suceda en nuestros países tendrá repercusión en América Latina y en el mundo entero. Nadie puede hacerse de la vista gorda frente a las luchas del pueblo cubano o venezolano. Pareciera que se tiene poca comprensión respecto a la crudeza con la que la política viene presentándose en el escenario internacional hoy.
– P: La propia manipulación mediática, el uso de los medios de comunicación, la creación de símbolos ha influido en que personas de la intelectualidad de izquierda a veces intenten alejarse de la defensa de Venezuela, o de Cuba, porque se quedan sumergidos en el maremágnum de las manipulaciones y no buscan comprometerse ante una realidad. ¿Es más fácil la movilización de los pueblos que la movilización de sectores influyentes como el de los intelectuales?
– EV: Es un campo muy heterogéneo. A algunos amigos que no nos comprenden mucho les decía que no dejen de querernos, porque querer a Venezuela y a Cuba es quererse a sí mismos, dejar de querer a Cuba o a Venezuela porque algunas en circunstancias se pueda o no comprender tal o cual decisión, es también dejar de quererte a ti mismo porque mañana te puede tocar a ti.
Siento que vienen tiempos de definiciones nuevas en América Latina. Mucha gente no entendió que era lo que estábamos haciendo con la Asamblea Nacional Constituyente. La propia palabra constituyente no termina de entenderse en algunos lugares. Pero ha sido efectiva para evitar la guerra. Eso solo podía entenderse si se terminaba de ver la película completa. Hay que entender a un pueblo al que le están quemando su propia gente. Eso establece unos códigos en la política distintos a los de una sociedad donde se discute acaloradamente tomándote un café. Eso es como juzgar a un pueblo como el cubano que en medio de circunstancias inenarrables tuvo que defender con su vida y su sangre a su país de ataques insólitos como la guerra bacteriológica, el bloqueo económico, la invasión de tropas y de elementos mercenarios.
Si usted de verdad quiere luchar contra el imperialismo, al menos respétenos, quiéranos. El imperialismo no está jugando carritos. Ellos saben muy bien lo que hace. Nos ha sembrado células terroristas como se las ha sembrado a la Revolución cubana. Ha glorificado y convertido en héroes a personajes que han tomado la senda abierta del terrorismo. Cualquier personaje ataca al Ministerio del Interior y al Tribunal Supremo de Justicia y es eliminado por cualquier fuerza de cualquier país que nos acusa y nadie habría levantado ni un dedo por esto. En cambio, en Venezuela ocurre algo similar y se construye una narrativa de la justificación del acto terrorista y glorificación del protagonista. Eso no es ingenuo, eso obedece a un plan, al mismo plan que justificó la Internacional de las Espadas, el Plan Cóndor. El trauma generado en la propia experiencia chilena es algo terrible y como venezolano no vamos a permitir vivir algo como eso.
– EV: Nosotros tenemos que vacunarnos del triunfalismo. Pero uno tiene que entrenar y colocarse adecuadamente en el rin porque el adversario también está en condiciones de cumplir con su papel. Será un proceso electoral, nadie debe dormirse. Todo el mundo tiene que activarse. Los enemigos del proceso venezolano dicen que el proceso ya está cantado, que Maduro va a ganar. Ciertamente tenemos una fortaleza política, social y electoral muy notoria, pero al mismo tiempo tenemos un enemigo con mucho dinero, con apoyo internacional, que ha atacado al pueblo en sus necesidades básicas.
La oposición acude dividida, fragmentada, traumatizada, con un hervidero de cuchilladas entre ellos mismos. Es un saco de gatos. Pero tienen el apoyo del imperio y muchos dólares.
– P: Tuviste el honor de realizar la última entrevista que se le hizo a Fidel Castro Ruz en uniforme. ¿Qué significó para ti como periodista esa relación con Fidel?
– EV: Esa entrevista me generó sentimientos encontrados. Estaba instalado en mi equipo. Jamás imaginé que podía hacerle una entrevista a Fidel. Se decía que Fidel estaba entubado y que no podría asistir a aquella reunión de Miami. De pronto sentado en el set veo que a la entrada del hotel hay un revuelo. La gente dice que era Fidel que estaba llegando. Me levanté como un curioso. Por arte de magia terminé parado delante de Fidel. Uno no se podía acercar mucho porque si no te expulsaba la seguridad. Alguien me reconoció y me hizo pasar entre el tumulto. Nos saludamos. Me dice que siempre veía mi programa en el canal ocho de Venezolana de Televisión. Le digo que cuándo le podía hacer una entrevista, me dice que ya mismo. Me sentí
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