Por Aniel Santiesteban García
Fotos: Roberto Garaicoa
Emisión: 02/03/2018
Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás
José Martí
El 9 de marzo de 1978, el Comandante Fidel Castro abanderó al primer Contingente del Destacamento Che Guevara, un grupo de jóvenes comprometidos con su tiempo y la Revolución. Su función era llevar la luz de la enseñanza a otras tierras del mundo.
El encargado de recibir la bandera, en nombre de todos los integrantes, fue el Lic. Ángel Arzuaga Reyes; hoy, Vicejefe del Departamento Ideológico del CCPCC.
El espacio Historias de vida, de la Mesa Redonda, recuerda aquellos años gloriosos que también tuvo al Dr. C. Eduardo Félix López Níñez, Funcionario del Ministerio de Educación y la Dra. C. Marcia Olivia Gibert Bueno, Profesora de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, como sus protagonistas.
La preparación y partida
Ángel Arzuaga Reyes recuerda que corrían los meses de diciembre, enero y febrero, y como estudiantes normales del semestre recibían sus clases habituales; luego, al darse la noticia y pedir la disposición para integrar el Contingente que partiría a Angola, recibieron preparación desde el punto de vista metodológico, incluso, otras actividades que incluyeron el idioma y prácticas militares, por si la necesidad obligaba a acompañar a los combatientes cubanos que estaban en la lucha.
“Eran tiempos de guerra en Angola, aún así, nunca perdimos la fuerza”, asegura Arzuaga.
“Llegó el proceso de selección, todo queríamos ir a Angola. Todos los que no integraron el destacamento tenían las condiciones para hacerlo y realmente querían cumplir esta tarea, la comisión tuvo que trabajar duro”:
Muchos lloraban cuando no eran seleccionados, recuerda Arzuaga.
Él quiso ser ingeniero, pero llegó al contingente como maestro. Era graduado de Historia, pero al llegar al contingente se dijo que los graduados en esa especialidad no irían, entonces tuvo que pasar a Matemática. Realmente había disposición.
Ángel Arzuaga Reyes asegura que hizo el cambio “como lo hubiera hecho cualquier otro joven”.
“Hice las pruebas de Matemática, aprobé. Después decidieron que Historia también iría, regresé a ella”.
“Tuve que pedir permiso en el Instituto porque era dirigente de la FEU, pero los compañeros de ‘la juventud’ autorizaron esa misión”, explica.
El momento de la despedida los llevó a encontrarse con Fidel. La bandera del Destacamento fue puesta en manos de Ángel Arzuaga.
Arzuaga rememora aquel momento: “Recibí la bandera en nombre de mis compañeros, y con honestidad, pudo haber sido cualquiera del resto. Fue un gran compromiso, sobre todo para un joven nacido de familia humilde, que cuando abrió los ojos, los abrió viendo la Revolución”.
“Ese fue un día memorable, lo dejo ahí, un día realmente memorable”. Las palabras no bastan para describir el gran compromiso que contraían con Fidel.
Eduardo Félix López Níñez funcionaba como profesor en la preparación de los jóvenes.
“Fuimos a Güines a prepararnos, estaba recién graduado, me tocó instruir y luego integrar el contingente”, explica López Níñez.
En ese momento, Fidel inauguraba el curso escolar. Eduardo se desempeñaba como profesor del Contingente Manuel Ascunce, trabajaba en el municipio de Caimito. Asegura que el Contingente Manuel Ascunce se hizo sentir.
“Ellos, en realidad, también querían saldar una deuda con la humanidad”.
“El contingente estaba previsto formarlo con profesores guías, que apoyarían el trabajo de los estudiantes por provincias en Angola, además del equipo metodológico. Debíamos cumplir una misión internacionalista con nuestra práctica docente”, expone Eduardo.
Eduardo López evoca aquellos días felices, “en poco tiempo hubo que hacer el trabajo de un curso para lograr prepararnos, yo estuve en ese grupo formador, la misión era impartir docencia en la enseñanza secundaria básica, la historia era la de Angola, África; se precisó de nuestro esfuerzo”.
“Los dirigentes angolanos enviaron los libros, era aun país en guerra, recién terminaba un colonialismo feroz con secuelas incalculables. La cantidad de estudiantes sin acceso a la educación era grande”.
Otra vez, la enseñanza
Marcia Olivia Gibert Bueno vivió la experiencia de un segundo contingente. Esta joven guantanamera que estudiaba en Santiago de Cuba dio su disposición.
“Llegué con 19 años, pertenecía a la universidad pedagógica de Santiago; como todo joven, deseaba estar en la selección, había que vencer el primer semestre del segundo año con resultados satisfactorios”, explica Marcia.
“Yo también dirigía la Feu de mi facultado, aunque estuve entre los pre seleccionados, en Güines fue similar la preparación a la del primer grupo”.
Gibert Bueno asegura que la dificultad no solo era terminar en un escaso período de tiempo esas asignaturas que correspondían al plan de estudios del primer semestre, también había que aprender idioma, fue elemental.
“Allá, en Angola, lo aprendimos, esa fue la verdadera escuela para aprender el portugués”.
Con la añoranza de los años, asegura Marcia que nunca pensaron en lucro. “Teníamos que cumplirle al Comandante, ayudar”.
Eduardo López iba con la avanzada, desde entonces se convirtió en un conocedor de las tierras angolanas.
La preparación tenía que ser superior, verificarlo le tocó a Eduardo. Muchos iban preparados para impartir clases de una especialidad y terminaron en otras, o en el cambio de enseñanzas.
“Fue muy regocijante ver como avanzaban los estudiantes, e incluso, los cubanos jóvenes”, afirma Eduardo.
La actitud de aquellos jóvenes
“Dieron ejemplo de responsabilidad, internacionalismo, entrega. De forma acelerada se veía como su formación revolucionaria avanzaba”, recuerdan.
Él fue, los preparó, y regresó a instruir al segundo contingente, era difícil, dice, el país estaba en guerra. “Estuvimos muy cerca de los internacionalistas que luchaban en Angola”. “Regresé en el equipo que vino a Cuba para formar el segundo grupo, trabajamos con ellos y formamos su visión metodológica, ya había más experiencia”.
Lo que encontraron los jóvenes
Arzuaga recuerda que aquel fue un descubrimiento, un desafío; “éramos muy jóvenes”.
Arzuaga: “Nos tocó mucho el nivel social de las personas, las diferencias”.
Cuenta su historia de cómo al inicio hablaba español, luego aprendieron el portugués, y en eso, le deben la ayuda de los niños. La relación era muy estrecha entre angolanos y cubanos, hicimos una gran hermandad, “Recordamos con nostalgia sus actitudes”.
Arzuaga impartió clases en una escuela de Luanda, tenía 5 turnos diarios, excepto los miércoles; “los miércoles era el día de fiesta”, dice. Tenía 6 turnos de 7mo grado y 4 de 8vo, y eran 383 estudiantes.
Llegaron en medio de una guerra, comenta Arzuaga que trabajaron con mucha seguridad, allí estaban nuestros combatientes que cuidaban de la seguridad.
El 4 de mayo del ’78 nos impactó a todos la Masacre de Casimba, el ejército masacró a mujeres y niños, nuestras fuerzas apoyaron.
“Aún en medio de esas circunstancias no dejó de hacerse sentir la juventud. Las relaciones entre nosotros, emulaciones; íbamos a trabajar felices aunque fueran esas las circunstancias”, recuerda Arzuaga.
En nuestra estancia recibimos la visita de Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, relata Ángel Arzuaga, en reunión con él, nos dio a conocer el poema Son de Angola. Recibimos además a tres combatientes internacionalistas que estuvieron combatiendo en Sudáfrica durante el apartheid.
Arzuaga Reyes: “Tuvimos una relación muy estrecha con el presidente Agustino Neto, a él prometimos regresar, nos dio esa oportunidad”.
En la evaluación final, a cada uno de los integrantes se le inscribió en su expediente: Por su magnífica actitud ante el trabajo, el esfuerzo y dedicación en el cumplimiento de la misión internacionalista estudio, fue seleccionado en la asamblea de profesores que abarca su colectivo, para integrar la selección de compañeros que una vez graduados se ha comprometido con el presidente neto, y el Comandante Fidel Castro a regresar a la República Popular de Angola.
No solo estuvo la actitud, también era compromiso. “Fidel, estuvo muy cerca siempre, fue un cariño cercano; también José Ramón Fernández era de la familia, entonces Ministro de Educación, nunca faltaron sus cartas, tampoco la de Asela de los Santos, ellos nos atendieron personalmente”, explican los entrevistados.
Arzuaga destaca que lo que sucedía en Cuba era conocido por ellos, recuerdo una carta enviada por Fernández con las transformaciones de la educación y la sociedad. Todo era explicado como si estuvieran aquí.
En marzo de 1979 regresa el primer grupo, a Ángel Arzuaga le toca hacer rendir cuentas a Fidel, y Marcia se prepara para partir. Al llegar, era maestra de día, de noche de adultos.
“Fuimos muy jóvenes, muy inexpertos, pero con mucha responsabilidad. Nos hacía esforzarnos más porque los estudiantes deseaban aprender, veíamos su interés”, explica Marcia.
“Esa vivencia me forjó el carácter”, asegura.
Eduardo Félix López Níñez estuvo con el primer y segundo grupo. Luego regresó, como había prometido, al Yo sí puedo. “El regreso fue brillante”, asegura.
“Regresamos a Cuba y quedó el deseo de continuar enseñando; volvimos con el compromiso, el deseo. Era un comprometimiento con Fidel, con Cuba”.
Para Marcia, Angola fue una experiencia muy importante; “el segundo grupo llegó donde no puedo llegar el primero”, revela.
Una historia hermosa contada muy rápidamente es esta de los jóvenes integrantes del Contingente Che Guevara. Cuba guarda recuerdos de quienes formaron parte de este grupo y han seguido el camino de la educación y la colaboración internacionalista.
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