Por Aniel Santiesteban García
Fotos de Internet
Emisión: 04/05/2018
Dos Héroes del Trabajo tuvo el espacio Mesa Redonda en su emisión del pasado viernes, dos historias que describen cuánto puede hacerse si el empeño y el compromiso priman.
Cuenta Reinaldo Castro Yebra, el Primer Héroe del trabajo de la República de Cuba que, en su etapa de estudiante, “caía mal” porque no tenía merienda para llevar al maestro.
“Imagínese”, dice, “no tenía merienda ni para comer yo”. A partir de esa situación, a la edad once años y tras el fallecimiento de su padre, se separa de la enseñanza para unirse a su hermano a cortar caña para ayudar económicamente a su familia.
“Ya tenía, entonces, descendencia de hombres guajiros, y era muy fuerte; guataqueé y corté caña, hacia cuanto hacía falta, en esas labores me sorprende la Revolución”.
Era el mejor machetero de toda la zona, el Primer Héroe del trabajo de Cuba asegura que daba “dos por uno” al mejor machetero; “cuando un compañero cortaba cien arrobas, yo hacía doscientas”, afirma.
Tras el triunfo revolucionario, Reinaldo castro Yebra estuvo siempre a su lado, cerca de los principales dirigentes, cerca del pueblo.
Con especial orgullo, Reinaldo cuenta cómo pudo estar, por primera vez, cerca de líder de la Revolución: “Cumplí años el dos de enero de 1959, y celebré mi cumpleaños, ese día, en una tribuna, sentado detrás del Comandante en Jefe Fidel Castro”.
“Fueron dieciocho años ese día, y se inició la zafra del ‘59, ya estaba planificada y en el macizo cañero en el que vivía habían muchos macheteros”, explica al espacio Historias de Vida de la Mesa Redonda.
¿Cómo conoció a Fidel? ¿Por qué el Comandante lo busca?
“Fidel viene después”, responde ante las preguntas Castro Yebra.
“En la zafra del ’61, la primera libre del pueblo, ya había pasado todo a mano de los trabajadores, de la Revolución, con la nacionalización de los centrales azucareros, quedaron menos macheteros”, detalla el Héroe del Trabajo.
“Varios obreros iniciaron nuevas vidas laborales en otros puestos, fueron muchas posibilidades ofrecidas”, continuó. “Entonces, es que empieza a desarrollarse Reinaldo Castro, tirando la caña desde el campo”.
A Reinaldo, tras la duda por aquellas cifras, le invitaron a asistir a una reunión de zafra al Central Ignacio Agramonte, en Florida. Allí lo presentaron como el machetero que cortaba más de cien arrobas de caña diarias.
“A ese gallego no hay quien lo toque”, decían quienes iniciaban a admirar la obra de Reinaldo.
Describe además el momento en que, en el Teatro del Ministerio de Industrias, se encuentra con Ernesto Guevara. Era un encuentro con obreros, el Che le pide que vaya hasta cerca de donde estaba, coloca una silla para que se siente y, aún en el estrado, ya inicia el diálogo con el joven machetero.
“Era una ‘superinteligencia’ la que tenía el Che”, afirma Reinaldo Castro. Él se dirigió a mí, ante todos los presentes; dijo que en esa reunión estaba presente un muchachito matancero que era capaz de cortar cien arrobas de caña.
Así fue su encuentro con el Che de este hombre valioso, entre bromas y anécdotas, como era costumbre; luego el encuentro con Fidel.
A través del Che y Raúl, Reinaldo conoció a Fidel. Desde entonces, Castro Yebra describe el clima entre ambos como el de una amistad de muchos años, como una persona muy sensible, de una sencillez humana notable.
Hoy vive en Calimete, su terruño, por el que siente una pasión singular. Entre décimas y cantares, muchas dedicadas al Comandante en Jefe, Reinaldo Castro Yebra es un hombre agradecido.
Manuel Merino Amador, Héroe del Trabajo del 2016, conoció desde su inicio en el trabajo azucarero a Reinaldo Castro Yebra.
“Era un niño, en una competencia a la que tuve oportunidad de asistir lo vi, siempre lo reconocían, lo merecía por sus resultados”, cuanta Merino Amador al espacio.
Su vida, la de toda su familia, siempre estuvo en torno al Central. “Hacía falta fuerza de trabajo, y muy joven entré a trabajar en varios puestos de labor. Allí laborábamos en lo que era necesario”, explicó.
¿Arreglar un central azucarero o combatir en Angola, cuál más difícil?
“Hasta diciembre de 1976 estuve en el puesto de soldador. Entonces, iniciaba la situación militar angolana, a la que Cuba prestó ayuda desde el inicio. Voy a Angola, al sur de este país”, describió el Héroe del Trabajo cubano.
Al respecto agregó: “Me tocaron las zonas más duras, donde era más fuerte la guerra. Era un compromiso que había que cumplir necesariamente”.
“Pertenecía a la tropa LCB (Lucha contra bandidos). Tuvimos momentos difíciles, la guerra siempre impresiona y marca las vidas, pero era una causa justa y había que luchar contra el colonialismo”, apuntó.
En Cuba siempre estuvo en el Central, influencia de tradición familiar. La suya es una formación de herencias. Hoy, en pleno ejercicio desde su central azucarero, Manuel Merino Amador piensa como su colectivo, no solo en cumplir con el cometido sino sobre cumplir cada meta propuesta.
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