Por Javiel Fernández Pérez
Fecha de emisión: 26 de octubre de 2018
Fotos en estudio: Roberto Garaicoa
En el contexto de las celebraciones por el aniversario setenta del Ballet Nacional de Cuba y a las puertas de la edición 27 del Festival Internacional de Ballet de La Habana “Alicia Alonso”, Miguel Cabrera, historiador de la prestigiosa compañía y los Primeros Bailarines Viengsay Valdés y Dani Hernández comparecieron en la Mesa Redonda de este viernes para dialogar sobre el pasado, presente y perspectivas del ballet en Cuba.
El historiador del Ballet Nacional de Cuba, Miguel Cabrera, significó el hecho de que la compañía haya sido declarada patrimonio nacional y sostuvo que tal acto es un reconocimiento al empeño de los maestros Alicia Alonso, Fernando Alonso y Alberto Alonso, quienes la fundaron en 1948 y tuvieron el empeño de hacer que el ballet floreciera en Cuba en la década del 50 del pasado siglo.
El historiador contó que en la década del 40 el maestro Alberto Alonso dirigió un movimiento cubano de ballet e intentó inducir el profesionalismo y en tal sentido tomó la decisión de crear una compañía profesional de ballet en el país.
Explicó que esta etapa coincidió con un período de receso del American Ballet Theatre donde trabajaban Alicia y Fernando Alonso, quienes también deseaban la fundación de una compañía en Cuba.
Miguel Cabrera recordó que en estos inicios el Ballet Nacional de Cuba tenía 40 miembros de los que solo 16 eran cubanos y que la compañía se distinguía desde entonces por el trabajo coreográfico y la amplitud de tendencias y estilos interpretados. Rememoró especialmente que en la primera función la Maestra Alicia Alonso bailó El lago de los cisnes.
Cabrera sostuvo que el año 1950 los grandes maestros crearon la Academia de Ballet “Alicia Alonso”, acto utópico para ese entonces que marca el inicio de la obra pedagógica que ha acompañado al ballet cubano al fundar una institución para formar a los primeros bailarines profesionales del país, en su mayoría muchachas con mucho talento y pocos ingresos que obtuvieron becas otorgadas por los maestros sin apoyo institucional de las cuales varias devinieron grandes figuras del ballet.
El historiador del Ballet Nacional de Cuba dijo que la fundación de esta academia marcó el surgimiento de un estilo propio nacional que es la Escuela Cubana de Ballet portadora de una impronta nacional, del rostro de un pueblo, lo que permite compararla solo con el estilo italiano, donde nació el ballet a nivel mundial.
Explicó que la Escuela Cubana de Ballet es la sumatoria del talento Danzario de nuestro pueblo que cobra fuerza en nuestros bailarines y en la música de los compositores cubanos.
De la historia de la compañía recordó que sin el apoyo de la Federación Estudiantil Universitaria que prestaba el Estadio Universitario y otros espacios para las funciones del Ballet, la compañía no hubiera sobrevivido en los años anteriores a la Revolución.
Cabrera dijo que en sus setenta años de historia el Ballet Nacional de Cuba ha montado alrededor de 760 obras con unos 222 coreógrafos de 27 países y que la música de unos 85 compositores cubanos ha estado presente en 190 ballets de la compañía y valoró que la aspiración de los maestros fundadores ha sido cumplida: “Hemos cambiado un público por un pueblo, nuestro público es el pueblo”.
Por su parte Viengsay Valdés, Primera Bailarina del Ballet Nacional de Cuba, dijo que para ella es un honor ser parte de la celebración por los 70 años del Ballet y haber compartido con los grandes maestros, conocer sus visiones y apreciar esa pasión que tienen por la danza.
Valoró que trabajar con los grandes maestros aportó mucho a su formación y que sus correcciones son un tesoro que guarda y que le gustaría transmitir para seguir siendo parte de esa gran historia que es el Ballet por lo que imparte clases en la Escuela y en la compañía, comentó.
La Primera Bailarina explicó que los bailarines cubanos tienen una preparación académica alta y una evolución artística e histriónica que se pone a prueba con los grandes clásicos que son una forma de demostrar el virtuosismo, el dominio de la técnica, la búsqueda de la perfección y la individualidad, cuestiones que mantienen vivos a los intérpretes.
Viengsay Valdés valoró que aunque el Ballet Nacional de Cuba tiene un enorme repertorio que va desde obras neoclásicas hasta contemporáneas los clásicos hay que mantenerlos, enriquecerlos con los aportes de los intérpretes y perpetuarlos como herencia de la maestra Alicia Alonso.
Sostuvo que la autenticidad del bailarín cubano está en la manera de moverse, de parnear a la chica, de girar. Dijo que la habilidad del bailarín masculino es evidente, la musicalidad dentro del estilo, la sensualidad de las mujeres, la dulzura con que ponen su cuello redondo, el dominio técnico y el virtuosismo que permiten identificarlos instantáneamente a nivel internacional.
Viengsay Valdés expresó que está unida al ballet cubano porque le gusta ser parte del Ballet Nacional de Cuba, porque ama lo que hace y porque no existe un momento para el arrepentimiento de haber formado parte de él. Manifestó que siente que debe transmitir muchísimo más y ayudar a las nuevas generaciones a recordar la historia del Ballet y ser conscientes de la pasión que se tuvo en el momento fundador cunado se defendió la idea de mostrar al mundo una nueva escuela.
Luego, Dani Hernández, único Primer Bailarín masculino con que cuenta actualmente el Ballet Nacional de Cuba, explicó que tanto en la compañía como a nivel internacional se destaca la presencia de bailarines hombres porque se ha roto con los tabúes que existían en Latinoamérica de que el hombre no podía bailar ballet.
Dijo que la labor pedagógica de la Escuela Cubana de Ballet ha focalizado el trabajo del dúo en el escenario y que los muchachos egresan con mucho deseo y talento y un alto nivel artístico-técnico y que hay que cuidar el legado, la tradición de cómo transmitir los conceptos y pensamientos de los grandes maestros a estas nuevas generaciones que solo los conocen por la historia, sostuvo que corresponde seguir ese camino a esta isla pequeña que da grandes bailarines.
Dani recordó que él proviene de un pueblo del municipio Remedios, en la provincia de Villa Clara y que gracias a la Revolución pudo estudiar una carrera que en otro lugar del mundo es muy costosa, valoró que ahí está la clave de los tres maestros fundadores, en llevar la enseñanza del ballet a cada lugar de Cuba basados en el talento y no en la condición social de las personas.
El Primer Bailarín del Ballet Nacional de Cuba dijo que al bailarín cubano lo caracteriza su sensualidad, el coqueteo y la comunicación con la pareja, el mirar a los ojos, una conexión que hace más creíble al público lo que está viendo.
En tal sentido, Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba, recordó una frase que la maestra Alicia Alonso siempre dice a sus bisoños y que resume la esencia en la autenticidad de los bailarines cubanos: “No será nunca un gran artista el bailarín que no sepa que es la cabeza la que guía sus pies”.
Miguel Cabrera manifestó que cuando el día 28 de octubre abran las cortinas y comience la edición 27 del Festival Internacional de Ballet de La Habana “Alicia Alonso” estaremos celebrando los 58 años de una cita que inició en 1960 con el objetivo de enriquecer la cultura artística del pueblo cubano y mostrar al mundo lo que se había logrado en el ballet cubano como parte de la preocupación del Estado cubano de convertir al ballet en un disfrute y derecho de todo el pueblo.
Rememoró que en 1960 se hizo el primer festival y que en los años 1966 y 1967 comenzó un período de preparación de las primeras generaciones de la Escuela Cubana de Ballet la cual tuvo su primera graduación en el año 1968 cuando egresaron bailarines que se habían buscado en las casas de beneficencia, tal como se hizo en el año 1950 cuando se fundó la compañía. Esta graduación y las posteriores permitieron el reinicio de los festivales en el año 1974 con frecuencia bianual.
Dijo que el Festival Internacional de Ballet de La Habana es uno de los más prestigiosos y antiguos del mundo y que en él han participado unos 61 países representados por alrededor de 80 compañías extranjeras y que ya suman unos 1053 espectáculos en la historia del festival, entre ellos, varios estrenos mundiales interpretados por bailarines procedentes de famosas compañías como el American Ballet Theatre, la Ópera de París y el Volshoi, entre otros.
Cabrera valoró que muchos bailarines de estas compañías que referencian siempre al festival y a Alicia Alonso demandan hasta 10 000 dólares por bailar alrededor de diez minutos en varios escenarios del mundo y sin embargo vienen a Cuba gratuitamente solo a cambio de los aplausos del conocedor público cubano.
Sobre la presencia de bailarines cubanos en varias compañías del mundo, Miguel Cabrera recordó palabras de la Maestra Alicia Alonso cuando expresó que la Escuela Cubana de Ballet es un árbol cuyas raíces están en Cuba y sus frutos esparcidos por el mundo.
Explicó que los bailarines cubanos son muy valorados y codiciados internacionalmente y que se ha logrado una armonía muy hermosa con los que se han ido y siempre regresan a su Ballet y a su país. Dijo que hay muchos que nunca han olvidado una frase que le dijo el intelectual cubano Juan Marinello a Alicia Alonso en una ocasión: “El arte no tiene Patria, pero los artistas sí”.
En este sentido ejemplificó que al festival de este año asistirán alrededor de 16 de estas figuras formadas en la Escuela Cubana procedentes de Australia, Reino Unido y otros países.
Sobre la cita que iniciará el domingo 28 de octubre, dijo que las presentaciones tendrán lugar en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, las salas Avellaneda y Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba y el Teatro Mella y que participarán bailarines de unas siete compañías que realizarán varios estrenos mundiales, entre ellas, el American Ballet Theatre, el Royal Ballet de Londres, el Ballet Escala de Milán, el Ballet de San Petersburgo y el Mariani Ballet City.
Miguel Cabrera sostuvo que el Festival celebrará los 75 años del debut de Alicia Alonso en el personaje de Giselle el 2 de noviembre de 1943.
La Primera Bailarina del Ballet Nacional de Cuba Viengsay Valdés comentó que el desfile inaugural es uno de los momentos más hermosos del festival y manifestó su orgullo al haber bailado con bailarines como Carlos Acosta.
Viengsay comentó que el hecho de realizar grandes estrenos en el festival obliga a prepararse fuerte durante dos años y que la cita propicia el encuentro con coreógrafos extranjeros y nuevos montajes. Dijo que el festival es intenso y agotador pero apasionante y que ella bailará El cisne negro y fragmentos de Giselle junto a Dani Hernández, pieza esta última que bailará íntegramente el día 6 de noviembre.
Por su parte, el Primer bailarín Dani Hernández valoró el festival como el evento más importante de ballet celebrado en Cuba para mostrar al mundo y al conocedor público cubano el quehacer del Ballet Nacional de Cuba y explicó que el festival exige una preparación amplia y rigurosa a los intérpretes que llega a ser agotadora; pero que lo más importante cuando eres miembro del Ballet Nacional de Cuba lo más importante y emotivo es participar, contribuir y mostrar al mundo lo que hace la Escuela Cubana.
Dijo que llevan varios días de ensayo que resultan agotadores; pero que vale la pena porque lo más importante es que el público te aplauda, se pare y agradezca la interpretación que se hace con el mayor desinterés del mundo, solo por el placer de hacer y disfrutar lo que a uno le gusta es la mejor sensación que puede tener un bailarín.
A propósito del aniversario 75 del debut de Alicia Alonso en el personaje de Giselle, Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba, dijo que aquel acto fue una osadía de la Maestra y que se produjo en un momento muy especial cuando Alicia había sufrido tres operaciones de sus ojos y estuvo año y medio acostada inerte sobre una cama. Luego se levanta y comienza a hacer algunas cosas y cuando se enteran en el American Ballet Theatre la invitan para que vaya. Miguel contó que Alicia fue a los Estados Unidos en septiembre de 1943 con una visión afectada y con la obligación de darle forma a sus músculos que presentaban cierta rigidez. En esas condiciones enfrentó dos retos: uno de los grandes bailarines del mundo Leonid Machín la invita a bailar El Capricho español y luego la sustitución de Alicia Markova en Giselle
Cabrera concluyó que este debut fue el triunfo de un ser humano sobre la adversidad, inscribió a nuestro país y a Latinoamérica en el mapa mundial del ballet porque hasta el momento ninguna bailarina latinoamericana había logrado éxito en ninguna compañía de primer nivel.
Recordó la expresión de un crítico argentino cuando refiriéndose a Alicia dijo: “Ella nació para que Giselle no muera” y manifestó que Alicia hizo válidas esas palabras al bailar 50 años esta pieza y legarla a las nuevas generaciones, especialmente la versión que devolvió a la Ópera de París donde nació Giselle, al teatro de la Ópera de Viena, al teatro Colón de Buenos Aires, al Teatro Teresa Carreño de Venezuela, al teatro de Bellas Artes de México, ente otros, como un legado de la cultura cubana a la danza mundial.
El Primer Bailarín Dani Hernández dijo que para él y las nuevas generaciones de bailarines Alicia Alonso es un ícono, lo más grande que pueden tener, una fuente de experiencia, de conocimiento abierta a todos los bailarines con la mayor disposición de entregarle y de transmitir todas las sensaciones y detalles necesarios a la hora de bailar.
Para Viengsay Valdés Alicia es una heroína, la inspiración de las nuevas generaciones de bailarines y sus consejos, detalles artísticos y experiencias han sido bebidas por los nuevos bailarines directamente de ella, de su amplio y basto conocimiento.
Dijo que es un honor bailar las piezas de Alicia con la individualidad de cada bailarín, ser ellos mismo en escena, darse a conocer, mostrar su pasión por la danza, pero teniendo en cuenta las observaciones y bases trasmitidas por ella.
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