Por: Leticia Martínez
Fotos: Roberto Garaicoa
Emisión: 20/06/2019
Desde el 2014 se detectó por primera vez en Cuba el caracol gigante africano, catalogado como una de las cien especies invasoras más dañinas del mundo. Sin embargo, no ha sido hasta ahora que el tema ha ocupado titulares noticiosos, cuando su presencia está en 12 provincias de la Isla.
Sobre su peligrosidad explicó en el programa televisivo de la Mesa Redonda el máster en ciencias, Michel Matamoros Torres, especialista de malacología del Instituto de Sanidad Vegetal: “este molusco es hermafrodita, aunque no logra autofecundarse, y puede colocar de 100 a 500 huevos, incluso se plantea que puede llegar hasta mil 800 en el año, de los cuales pueden eclosionar entre el 85 y 95%”.
El caracol alcanza su madurez, al menos en nuestro país, entre los cuatro y cinco meses; puede vivir cuatro años; y su concha alcanza la talla de hasta 20 centímetros, explicó.
Apuntó el investigador que el caracol gigante africano es una especie exitosa en la colonización de los ecosistemas, pues consume disímiles tipos de materias, especialmente vegetal, aunque también cartón, papel, hongos y líquenes.
Además se protege de condiciones desfavorables cubriendo su concha con una membrana que impide a otros depredadores entrar en contacto con él.
“Ante la falta de alimentos u otras condiciones adversas puede cerrar la concha para evitar el gasto energético y disminuir su metabolismo”, señaló Matamoros Torres.
Su principal dispersor es el hombre, que por la belleza de la concha lo usa como ornamentación, artesanía, incluso como mascota. También es utilizado con frecuencia, dijo, en los rituales de la religión yoruba. Además puede dispersarse de manera natural, aunque no es la forma más prolífera, y también al trasladar plantas en macetas que en su tierra tengan huevos.
“Las condiciones climáticas en Cuba les son favorables, por la humedad, la temperatura y las precipitaciones, tres elementos fundamentales para el desarrollo de la especie, lo que hace que nuestro país sea un paraíso para el caracol gigante africano”.
Hasta ahora ─ precisó el investigador ─ no existen reportes formales de afectaciones económicas. No obstante, como parte del enfrentamiento, se encontraron 30 especies vegetales que pueden ser utilizadas como recurso trófico del caracol gigante africano, de ellas 17 son cultivos.
ACTUAR ENTRE TODOS
El éxito del enfrentamiento a la amenaza que supone para el país el invasivo molusco radica en el actuar coordinado de los organismos de la Administración Central del Estado, de conjunto con la población.
Así lo consideró en la Mesa Redonda, Yailin Nápoles Hinojosa, jefa de la sección de Peligros Sanitarios del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, quien informó que después del reporte de aparición de la plaga se empezaron a realizar acciones desde el punto de vista local, coordinadas con los organismos que tenían participación en el control del caracol.
A partir de entonces, se creó un grupo de trabajo temporal y el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil dictó la Resolución No. 5, con un enfoque integrador de una sola salud, donde se establecen prioridades y responsabilidades de los organismos de la Administración Central del Estado, sobre todo del Ministerio de la Agricultura y el de Salud Pública, en pos de la reducción del riesgo de desastre sanitario.
Al respecto, el especialista en malacología, Matamoros Torres, especificó que existe un plan de aviso, en función de que en las áreas agrícolas el productor tenga una vía para comunicar la presencia del caracol. “Primero debe alertar al fitosanitario de la estructura de base o de la delegación municipal de la Agricultura, igualmente puede comunicarse con la red de estaciones del servicio estatal de protección de plantas.
Aclaró que el caracol gigante africano no es venenoso y tampoco quema. Para colectarlo es importante usar guantes o una bolsa de nailon, nunca con la mano descubierta. Luego puede quemarse de manera segura o sumergirlo en soluciones de alcohol o de sal. “Esto se logra con tres cucharadas de esas materias en un litro de agua por 24 horas. Después se puede enterrar o botar en la basura, siempre dentro de una bolsa”.
Hacemos un llamado, dijo, a no botarlo en los ríos, en las calles o en solares yermos; tampoco consumirlo, usarlo como carnada para pescar o dispersarlo. Si se entra contacto con la baba del caracol, deben lavarse inmediatamente las manos. Asimismo, fregar los alimentos, especialmente las frutas y los vegetales.
EL RIESGO ES CIERTO
Para la doctora Carilda Peña García, directora de Vigilancia y Lucha Antivectorial del Ministerio de Salud Pública, es vital hablar del riesgo a la población ante la exposición con el caracol gigante africano y no desestimar las medidas.
Este molusco, apuntó, es hospedero intermediario de un nematodo parásito denominado Angiostrongylus cantonensis, el cual está relacionado con la meningoencefalitis eosinofílica, enfermedad que crece en un grupo de países y que para Cuba constituye un riesgo elevado.
Las larvas en su estadio infectante, a partir de la contaminación de las aguas, los moluscos, las verduras, son ingeridas por el hombre y se alojan en el líquido cefalorraquídeo.
“La enfermedad se caracteriza por cefalea intensa, rigidez de la nuca, dolores oculares y calambres. Según la literatura, puede transcurrir sin causar daños graves, pero en la medida en que la carga de infección sea mayor puede provocar secuelas severas al sistema nervioso central, incluso la muerte a partir de las inflamaciones de las meninges”.
Aseveró que nuestro país no tiene reporte oficial hoy de la aparición de meningoencefalitis eosinofílica a partir del caracol gigante africano, pero eso no quiere decir que el riesgo no esté.
El diagnóstico, explicó, es muy complejo al no ser el hombre un hospedero intermediario o definitivo, sino incidental. Encontrar la larva en el líquido cefalorraquídeo es complejo, solo se tienen hallazgos clínicos en parámetros de laboratorios para tener una aproximación al diagnóstico, concluyó.
NO SOLO LA SALUD Y LA AGRICULTURA
El master en ciencias, Antonio Casanova Guilarte, director de Control Ambiental del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, aseveró que el caracol gigante africano no solo trae efectos negativos para la salud o la agricultura, sino también hacia la rica biodiversidad de un país como Cuba, una isla con gran nivel de endemismo en sus especies.
“Su alta voracidad, rápida reproducción y crecimiento, conlleva a que compita por el hábitat con especies autóctonas, que en muchos casos están en desventaja”.
Señaló las semejanzas del caracol gigante africano con otra especie autóctona de carácter muy similar en su concha, pero con un tamaño más pequeño que aquel.
Si bien radica fundamentalmente en zonas urbanas, apuntó el directivo que “las mejores condiciones están en las áreas naturales, donde existe abundante vegetación, diversidad y humedad, que son muy atractivas para este caracol gigante”.
Especificó que las acciones del CITMA están dirigidas hacia las entidades que poseen un patrimonio forestal importante y también en potenciar las investigaciones, tanto enfiladas al estudio de las poblaciones, como al desarrollo de métodos para combatirlas, sea por medios biológicos, químicos o mecánicos.
EDUCAR PARA NO ENFERMAR
Una alta responsabilidad tienen las escuelas cubanas en la concientización sobre el peligro del caracol gigante africano, así lo indicó la máster en ciencia, Yanira Gómez Delgado, directora de Actividades Educativas Especiales del Ministerio de Educación, organismo que implementa disimiles acciones de información, divulgación y capacitación.
Aclaró que no se tiene prevista la participación de los niños en la colecta del molusco, sino en las acciones educativas y de promoción de las medidas.
Al trabajo semanal de las brigadas que buscan focos del mosquito Aedes Aegypti en las escuelas, explicó que se suma ahora la búsqueda del caracol gigante. “Ante la sospecha de su presencia se activa el mecanismo de aviso, tanto al médico de la familia como al especialista de la estación territorial de protección de plantas, si estamos en un entorno rural”.
El MINED confeccionó además más de 21 mil pancartas informativas sobre el peligro del caracol y la manera de combatirlo, que deben llegar a todas las instituciones. “No obstante, ratifico que nuestras escuelas son espacios seguros para el desarrollo integral de nuestros niños y adolescentes.”
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