Directivos e investigadores del MINSAP, Biocubafarma, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y el Centro de Inmunología Molecular comparecieron este miércoles en la Mesa Redonda para actualizar sobre los resultados de la implementación de los protocolos clínicos cubanos para enfrentar la COVID-19 y su impacto en la tasa de mortalidad provocada por la contagiosa enfermedad.
Al comenzar su intervención, la Dra. Ileana Morales Suárez, Directora Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del MINSAP, habló en nombre de los profesionales de las ciencias y la salud en el país y aseguró que la Mesa Redonda de este miércoles era también un homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro, sin el cual no hubiera sido posible todo el desarrollo en estos sectores.
“La obra en la salud y en la ciencia es su obra. Han sido de los espacios donde su pensamiento estratégico le llevó a ver, desde temprano, muy lejos. Hay expresiones de él que se utilizan mucho y funcionan como faro, como guía. Una de las más conocidas es esa que reza que el futuro de Cuba es de hombres de ciencia”.
La especialista recordó como en 1961 Fidel dijo que “la ciencia al servicio del hombre, la ciencia al servicio de la justicia, ha de desarrollar fuerzas poderosas”. Señaló que esa idea entraña un camino tan grande como el que quizás estamos teniendo en la actualidad.
“Más adelante, en 1962, cuando se fundaba el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas -hoy facultad de Ciencias Médicas Victoria de Girón-, el líder de la Revolución cubana desarrolló un discurso paradigmático, que sentó las bases de la formación de profesionales de la salud en la Isla”, relató.
Allí Fidel dijo que la Revolución arremete contra todas las enfermedades y se dispone a salvar miles de vidas. Un principio profundamente relacionado con la tarea que asume el país en la batalla contra la COVID-19.
Morales Suárez insistió en que un día como hoy, cuando se cumplen cuatro años del fallecimiento del Comandante, era necesario “confirmar la dimensión en la que desde etapas tan tempranas situó la ciencia y la salud: ese lugar privilegiado y primero de las políticas sociales en el país”.
COVID-19 en cifras, panorama en Cuba y el mundo
La Directora Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del MINSAP comentó que el pueblo cubano ya conoce el protocolo de manejo clínico y la morbi-mortalidad de la COVID-19. “Parte de ese conocimiento se lo debemos a la Mesa Redonda, hemos venido muchas veces acá y luego a otros espacios lógicamente”.
Alertó que la pandemia continúa extendiéndose por el mundo. “Lejos de bajar las cifras de casos confirmados y de fallecidos, siguen incrementándose. Hubo dos grandes picos de fallecidos en el mundo por esta enfermedad: uno fue el 16 de abril y el otro el 21 de noviembre, el pasado sábado. Para nada es un fenómeno en descenso”.
Hoy el mundo arribó a los 60 millones de confirmados y a 1,4 millones de fallecidos, para una letalidad de 2,36. Mientras, los recuperados mantienen un ritmo entre el 69 y el 70 por ciento, que varía por países.
En el caso de las Américas, agregó Morales Suárez, se sigue reportando el 43% de los casos, más de 25 millones, y el 50% de los fallecidos, con un epicentro importante en Estados Unidos, Brasil y otros países. La letalidad en el continente se ha movido en las últimas jornadas y está ya en 2,84.
“Esto supone un panorama muy complejo, que ha generado importantes complicaciones sanitarias, pero también sociales y económicas. El mundo se mantiene en tensión bien fuerte”, puntualizó.
La especialista mostró una gráfica de casos y fallecidos por millón de habitantes en varios países. Con cierre del fin de semana, el mundo estaba en 7 mil 476 casos y 177 fallecidos por millón de habitantes. Mientras, Estados Unidos se mantiene en más 37 mil casos y 787 fallecidos por millón de habitantes, y países como Brasil o Italia mantienen cifras muy altas.
“En Cuba, mientras tanto, tenemos 689 y 12 fallecidos por millón de habitantes. No estamos satisfechos, pero los resultados hablan de una efectividad en el protocolo aplicado”, señaló.
Se refirió también a las cifras de recuperados, un dato que el mundo privilegia porque se relaciona directamente con la efectividad de los protocolos. “Al principio no se hablaba mucho de ello porque había que esperar el aumento de los números, pero después de varios meses de pandemia los recuperados empiezan a tener una importancia crucial”.
El mundo está hoy entre un 69 y un 70 por ciento de recuperados, que fluctúa en las diferentes naciones.
“Cuba está por encima del 93% y eso habla de la efectividad de las estrategias desarrolladas y de cómo logramos salvar, recuperar y reinsertar a la mayoría de los pacientes de la COVID-19”, destacó Morales Suárez.
Ciencia cubana en tiempos de nueva normalidad
La Dra. Ileana Morales Suárez se refirió al rol determinante de la ciencia en acumular evidencias para la toma de decisiones y los cambios de protocolos.
Explicó, a partir de un gráfico, las premisas del protocolo cubano de la COVID-19. “Tenemos como principio que la población sana no enferme, que si enferma no agrave, que si agrava no fallezca y que si se recupera quede con el menor número de secuelas posibles”.
Para que todo esto sea posible, amplió, son necesarios un grupo de medicamentos innovadores, intervenciones comunitarias y herramientas como la pesquisa activa. En el caso de la reinserción de los recuperados, se aplica un protocolo conocido informalmente como la escalera, que tiene que ver con los susceptibles de enfermar, los enfermos y luego los convalecientes.
Morales Suárez destacó que en estas premisas de trabajo juegan un papel fundamental los medicamentos de la biotecnología cubana y otros dos elementos: el accionar de nuestros profesionales de la salud, de todos los equipos de hospitales y policlínicos, y la organización de los servicios.
“Si no se contara con esa red robusta de servicios de salud, la capacitación continua, el nivel profesional de nuestra gente y todo lo que han aprendido intensamente en estos meses, unido a toda la batería de productos de la biotecnología, no hubieran sido posibles los resultados que hoy estamos mencionando”, enumeró.
De este modo, Cuba superó el millón de pruebas diagnósticas. “Comenzamos en los primeros días con números modestos, cien o doscientas pruebas al día, y ahora ya hacemos casi diez mil con un esfuerzo extraordinario de nuestro gobierno, tanto financiero como logístico”, añadió la experta.
Al cierre del 24 de noviembre, Cuba tiene diagnosticados 8 mil 26 casos de COVID-19. De ellos, 471 activos se mantienen activos. Se contabilizan 7 mil 470 recuperados y se lamenta el fallecimiento de 133 personas, pero la tasa de letalidad ha ido bajando progresivamente y está en apenas 1,65.
“El número de pacientes que ha llegado a nuestras terapias es un poco más alto que 300 y eso ha permitido que no colapsen las terapias, ni los servicios de salud en toda su gama. Los ventiladores han sido suficientes y no ha habido tensión en los servicios, sino una atención individualizada en cada etapa de la enfermedad, con todos los pacientes en centros de salud”, afirmó Morales Suárez.
Además, destacó que el protocolo aplicado tiene carácter nacional para garantizar el tratamiento oportuno al que lo llevara tal como se planificó. “Ha estado disponible todo el medicamento y toda la tecnología que se ha puesto como parte del protocolo, sobre todo por la soberanía que implica el hecho de que la mayoría de los productos son de nuestra industria tecnológica y biofarmacéutica”.
La directora de Ciencia e Innovación Tecnológica presentó también una gráfica que representa la evolución durante los últimos meses de casos graves, críticos y fallecidos a partir de los distintos momentos del protocolo. Este se fue actualizado al incorporar medicamentos como el Itolizumab, CIGB 258 y también el plasma.
“Ya llevamos cinco meses estabilizados en el protocolo número cinco, pero la gráfica refleja claramente cómo abril fue la prueba de fuego para nuestros científicos y profesionales de salud. En ese mes se dio el pico tanto de confirmados, como de graves y fallecidos”, detalló.
Luego, empezamos a bajar hacia cifras estables, hubo un incremento alrededor de septiembre, y ya en las últimas semanas se puede apreciar un nivel muy bajo tanto de críticos como de graves, y muy poco fallecidos.
En otra gráfica, que relaciona los fallecidos y la tasa de letalidad por meses, se aprecia que “hubo un descenso casi en aguja hasta caer a casi nada en julio, luego subimos durante el rebrote en septiembre y ahora nos hemos estabilizados en cifras de letalidad cercanas al 0,4”, precisó.
Además, el proceso de entrenamiento y las capacidades adquiridas en término de conocimientos y habilidades también ha ido en ascenso.
Al referirse al momento actual, cuando la mayor parte de las regiones en Cuba cursan por la nueva normalidad, Morales Suárez aseguró que corresponder repensar, no solo el protocolo que tendrá una versión 1.6, sino las estrategias de investigación y reposicionamiento de la ciencia acorde a los nuevos tiempos.
“Hay un sello distintivo: seguir bajando y seguir adelantando en los tratamientos, fundamentalmente en los dos productos innovadores para la inflamación”, argumentó, pues esta es una enfermedad que tiene una carga respiratoria, pero también síntomas inflamatorios, problemas integrales y posibles secuelas.
Ahora, se realizarán transiciones “que tienen que ver con ir pasando de cómo controlamos la posible propagación en un inicio a cómo lo seguimos haciendo, mientras aprendemos a convivir con la enfermedad”.
Toca pasar de un momento en que nos concentrábamos mucho en cortar la transmisión del sano al infestado, a tratar de trabajar en cortar la evolución de enfermo moderado a enfermo grave, comentó la especialista.
Otra transición tiene que ver con evolucionar desde soluciones muy a corto plazo a otras que den resultados a medianos y largos plazos.
Además, “pasaremos de estar muy concentrados en el proceso agudo de la enfermedad a concentrarnos cada vez más en la atención de los convalecientes y las secuelas, y tenemos que actuar preventivamente para que estas sean cada vez menos”.
En ese sentido, refirió, los primeros hallazgos hablan de que no se reportan los mismos números de secuelas que hay en el mundo. Eso puede estar impactado por los protocolos que estamos investigando.
Otro paso en la nueva normalidad implica pasar de estrategias de intervenciones muy amplias a intervenciones de riesgo.
En tal sentido, “hemos reagrupado nuestras líneas de investigación y estas transiciones se van a posicionar como las nuevas prioridades. Si al principio teníamos muchos ensayos clínicos dedicados al protocolo, a medicamentos que fueran directamente a la enfermedad, ahora vamos a dedicarnos a estudios de convalecientes, secuelas, virología e intervenciones complejas”, comentó.
Morales Suárez concluyó argumentando que estas modificaciones son posibles porque “hemos sido muy coherentes en ir marcando la pauta según se va comportando la enfermedad en el país”.