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Conversando con Fernando Buen Abad(+Video)

Mesa Redonda. Fotos/Roberto Garaicoa

La Mesa Redonda tuvo como invitado al destacado intelectual, filósofo y especialista en temas de comunicación mexicano Fernando Buen Abad Domínguez.

Durante casi una hora, Bued Abad dialogó sobre tendencias y retos en el área de la comunicación, la semiótica, los nuevos desafíos de la izquierda y los movimientos progresistas, así como otros temas de la actualidad internacional y las impresiones de su visita a Cuba.

Estamos viviendo momentos en los que, a la guerra militar que se vive en Europa, se suma una guerra comunicacional extraordinaria. Si a finales del siglo XIX, la guerra hispano-cubano-norteamericana se construyó desde los periódicos, a inicios del XXI vivimos la guerra de Iraq por la televisión y ahora estamos viviendo la guerra a través de las redes sociales. Podemos ver hasta soldados transmitiendo en vivo los acontecimientos. ¿En qué momento de la comunicación estamos? ¿Cuáles son los desafíos más importantes que tiene esta generación frente al desarrollo de las tecnologías?

–Algunos caracterizan la situación de guerra hoy como híbrida. Una guerra híbrida, además, irrestricta. Una guerra que, traducida a “criollo”, es una ensalada de canalladas para atacar a los pueblos. Vivimos una circunstancia en la que la guerra es financiera, mediática y militar.

“Esas tres escalas han cobrado una virulencia y una capacidad macabra como no se había visto. Estamos entrando en lo que la propia Organización del Atlántico Norte (OTAN) ha publicado como documento de referencia, en el que se dice que ‘las siguientes fases de la guerra tienen que librarse en el cerebro de las personas’, o lo que algunos llaman ya la ‘guerra cognitiva’.

“Para eso hay que desplegar una cantidad de herramientas diversas dentro de las que, además de las herramientas convencionales o tradicionales del modo de pensamiento burgués, se desarrollan estrategias de manipulación o de impacto psicológico que son realmente complejas y preocupantes.

“La idea, además de producir eslóganes, es convencernos de que su visión de la vida es la que debe reinar. Piensan que tiene que introducirse en los modelos de producción de pensamiento, para que ya la propia producción de pensamiento se vuelva autorepresiva, de autosospechas, de incapacidad de organizarse con otros, de desconfianza absoluta en todo lo que ocurra, con la visión, además, de  que eso es un pensamiento libre.

“Esta es la parte más peligrosa, porque la suplantación de conceptos, la confusión de valores, lo que yo llamo usurpación simbólica, está surtiendo un efecto en determinados campos de la batalla pues ellos tienen un control fuerte, el dominio sobre la velocidad del mensaje, la ubicuidad.

“Además, son robots y, por tanto, son incansables durante mañana, tarde y noche y realizan insumos básicos de ataques psicológicos. De modo que se presenta complejo el panorama, y esa complejidad del panorama que estamos viendo todos los días y a toda hora se hace también una interpelación a nosotros.

“Nos decimos en la Universidad Nacional de Lanús, en Argentina, que mientras que todo esto se despliega ante nosotros, ¿qué estamos haciendo?, ¿qué necesitamos hacer para recomponernos, para saber si tenemos alguna capacidad de respuesta y defensa ante semejante andanada?.

“Sí es posible hacer cosas, planificarlas, siempre que tengamos clara la visión de lo necesario de articular científicamente propuestas y luego articular políticamente acuerdos para trabajar.

“Están en riesgo nuestros jóvenes, nuestros niños. La ofensiva está golpeando fuertemente a las poblaciones más desprotegidas, porque no tenemos herramientas de defensa psicológicas, ni semióticas o comunicacionales ante semejante violencia”.

“Necesitamos construir una plataforma sólida en semiótica”

Y eso está multiplicado. Antes decíamos que la propaganda de guerra eran los volantes, los periódicos que a lo mejor llegaban al otro día, pero ahora es instantánea. Las herramientas de las nuevas tecnologías ponen una velocidad extraordinaria a esa capacidad del Imperio y de la guerra de reproducirse.

También existe otro mundo paralelo, donde, mientras esta maquinaria se desarrolla a toda velocidad, se ejerce la censura contra quienes puedan presentar una perspectiva diferente. Es algo que estamos viendo en la guerra, donde Occidente con todo el andamiaje tecnológico bloquea a Rusia para dar su mensaje.

¿Cómo engarzar los temas de disparidad y soberanía tecnológicas para enfrentar esos retos comunicacionales?

–Hay un campo sensacional en el que hay que trabajar mucho. Tienen el dominio de las mayores siete u ocho industrias monopolizadas en materia de comunicación, sabemos que los grandes dueños de los monopolios mediáticos son inversionistas de la industria bélica y de la banca internacional. Esto da una revoltura compleja.

“Hay un campo de trabajo que hay que considerar con seriedad. Por lo menos en este continente, hay millones de voluntades comunicacionales emancipadoras, de gente honrada, gente buena. La metáfora con la que me resuelvo esto es que es un archipiélago inmenso de voluntades emancipadoras en comunicación. El problema es que es un archipiélago inconexo y hay un trabajo que no estamos haciendo todavía, que es tender los puentes entre todas estas instancias.

“Hay millones de cuentas en Twitter, Facebook u otras plataformas que demandan un reclamo histórico, que es la verdad. Parecería que pedir hoy la verdad es un acto de irreverencia ante una andanada total de fake news.

“Esas personas que están demandando la verdad de la realidad que se vive, están demandando también un derecho fundamental que se ha olvidado, crucial, el derecho a la información, a la información de calidad, puntual, rápida, que construye conciencia clara.

“Hay cientos de millones de personas. Lo que no estamos logrando es crear un sistema de redes, de puentes, para tener un proyecto que contrarreste el discurso hegemónico, el vacío de información y la distorsión que nos llegan.

“Además, hay una tarea central: si lográsemos construir una red en todo este archipiélago de comunicación en el que ya existen como personas, pero no integradas, lograríamos tener efectos correctos en tareas que están surgiendo.

“Ejemplo de ello es que, si Cuba ha producido con su vanguardia científica algo extraordinario como las vacunas Soberanas; si esos científicos que trabajan cada día con la célula, con la molécula, con ese micromundo en el que ellos hallan la solución –y no es solo una solución científica, sino humanística para la historia que vivimos–, y la han desarrollado en medio de una escabrosa pandemia, pero no sabemos contar la historia y no tenemos la red de contactos para contarla en clave humanística, como es y debe ser, entonces pasa algo que es crucial y que hemos discutido: o el relato no está a la altura de la circunstancia histórica, o no sabemos contar la historia como debería contarse, o no hemos hecho el trabajo político con todo ese archipiélago para convencer y solidarizar y, por tanto, no vamos a saber contar un acontecimiento filosófico de tal envergadura. No logramos que se convierta en un clamor continental”.

Usted habla de humanidad, de sentimientos. La comunicación va a eso, a lo emotivo, a mover sentimientos, incluso, más que razones. Quizás ahí estén también algunas de las fallas nuestras en la comunicación. Hablando de lo humano, de lo simbólico –y es una guerra sin cuartel la que estamos viviendo–, usted recientemente advertía cuánto daño nos ha hecho la cultura de Rambo en nuestras perspectivas. ¿Cómo enfrentar desde una perspectiva más humanista esa cultura, que es la que está consumiendo el mundo entero?

–Primero, construyendo estructuras de debate político que sean métodos para el despliegue de las capacidades y talentos críticos de las personas.

“Yo no creo que lo mejor sea evitar o prohibir la exhibición de estos personajes como Rambo u otros. Todo lo contrario. Lo importante es que aprendamos a desarrollar sistemas de análisis crítico que nos permitan saber el contenido complejo y profundo que hay allí para manipular las emociones, para vendernos hipótesis de héroes capaces de salvar la vida de las personas o las circunstancias, como si siempre alguien de afuera tuviera que venir a resolvernos los problemas.

“Eso, que es una plataforma ideológica, debe ser revisado con instrumentales críticos. En el fondo del problema, nosotros hoy estamos parados ante una disyuntiva: o entendemos que estamos disputando el sentido o entendemos que la disputa profunda, crucial, el cable de alta tensión que hoy tenemos sobre la realidad, es que quien impone el significado de las cosas está imponiendo un significado del poder. Tenemos que estar claros de que las cosas no signifiquen lo que se le antoje a otro, que da significado a las cosas para manipularlos.

“Por ejemplo, si en algún lugar de este planeta la palabra ‘patria’ tiene significado profundamente humanista, ese es Cuba. Aquí se dice ‘patria es humanidad’. No es la definición de patria que se maneja en el sur del continente, que alguna vez un grupo de militares se inventó para defender a terratenientes. Tampoco es la concepción europea de alguna interpretación trasnochada de Hegel o de sus concepciones del Estado para defender a autócratas oligarcas. Esta (la cubana), es una particular, específica y especial. Es la martiana, la revolucionaria.

“Si al bastión simbólico de ‘patria es humanidad’ alguien quiere venir a golpearlo diciendo que su significado es que es ‘patria o muerte’ –en última instancia, esta es la definición política de raíz–; si alguien quiere venir a jugar con esto e inventarnos ahora una ecuación que sea parte de su vida para descarrilar la semántica, esa ganada históricamente, quiere decir que alguien estuvo estudiando esto desde algún laboratorio de manipulación semiótica, alguien estuvo manoseando el sentido que este concepto tiene en la historia política y cultural y filosófica de Cuba, y alguien disparó en un punto que produjo un efecto, cuya jerarquía, más que el golpe de efecto, fue la multiplicación del mensaje del efecto.

“Aquí viene la importancia del estudio de la velocidad del mensaje, la sincronía del mensaje en la ubicuidad y la velocidad.

“De pronto, mostró un concierto de repeticiones del mismo discurso en una multiplicidad de voces que repetía las mismas cosas como nado sincronizado: a la misma hora, casi en los mismos lugares, son hegemónicos de discurso e intentaron imponer la tesis de que entonces es mejor pensar en esta ecuación, digamos, de la ofensiva de Miami, que ya sabemos que ahí están los laboratorios de guerra psicológica y que con eso podrían anular toda esta fase histórica del pensamiento de la patria, de cómo aquí se interpreta el sentido humanista de la patria.

“Estas ecuaciones de manejo de conceptos y de categorías semánticas nos ponen en evidencia, por un lado, que tenemos atrasos en la velocidad con que estamos trabajando sobre esto. Nos urge un cuerpo teórico metodológico capaz de funcionar en tiempo real, porque tenemos grandes cuerpos teóricos y filosóficos, pero seguimos viendo la historia con el espejo retrovisor.

“Como que venimos tan lentos en la capacidad de respuesta y entonces es urgente que seamos capaces de diseñar con lo que ya existe de la producción intelectual y filosófica cubana, hacer una estructura en la que no solamente podamos desplegar estructuras teórico-metodológicas en tiempo real, sino que seamos capaces de adelantarnos, porque el horóscopo de las canalladas está ya diseñado de aquí a final de diciembre y podemos ver, con un poco de radar, por dónde vienen los disparos que van a seguir insistiendo en descarrilarnos los conceptos, imponernos sus definiciones y pretender que el bagaje histórico, cultural e identitarios de este pueblo se diluya, se confunda o tropiece.

“Es la hora, repito, en que necesitamos construir una plataforma sólida de trabajo teórico y práctico en materia de semiótica y que esa plataforma permita no solamente producir lo que yo llamo ‘fábricas de munición semiótica y munición semántica’, sino generar autocrítica, corregir errores y formar proyectos de capacitación.

“Porque, además, por mejor modelo que logremos, si no tenemos cuadros formados en esta instancia de vigencia, velocidad y ubicuidad, entonces es probable que nos quedemos todavía muy lentos en la respuesta y esta sincronía de cosas.

“He encontrado en este análisis que estoy haciendo una caja de resonancia muy interesante en Cuba, porque hay una coincidencia fenomenal entre ese grupo de vanguardia científica cubana con el que tuve la oportunidad y el privilegio de conversar. Hasta en el grupo de estudiantes de comunicación con el que hablé hoy, hasta en los compañeros de la comunidad de vecinos que visité hace un rato… La concordancia del debate. Es como si hubiera sido la misma conversación continuada todos estos días. Y eso habla de una necesidad, de una oportunidad y de un compromiso.

“Nosotros lo que estamos ofreciendo con este Instituto de Investigación que yo dirijo es aproximarnos a tratar de ser útiles a esto. Por cierto, ustedes tienen la cualidad única en todo el continente de contar con el liderazgo de un presidente que, además, es de los muy pocos sensibles a estos temas.

“Él no solamente es vanguardia por lo que tuitea o lo que escribe o lo que demanda en los recientes programas de televisión. Demanda que lo que se discute dentro del Partido se difunda; se converse, se permee de la realidad y seamos capaces de incorporar debates.

“Entonces, esa vocación de llamamiento a la comunicación en un líder como el presidente Díaz-Canel es una magnífica noticia, porque, además de la urgencia histórica y política, tenemos la respuesta de un liderazgo que está atento a su tiempo”.

Mesa Redonda. Fotos/Roberto Garaicoa

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