En un país acostumbrado a los terremotos, este seísmo es de particular importancia por su gran magnitud -es el más importante del último siglo- y porque, al ocurrir mar adentro, ha provocado un tsunami con olas de hasta 10 metros que han tocado tierra de manera destructiva.
Japón está situado sobre un contexto geólogico de subducción activa. En palabras de María José Jurado, directora del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, esto significa que bajo el país “se produce un movimiento continuo de colisión entre dos placas tectónicas, de modo que una se va introduciendo debajo de la otra”, aclara la investigadora.
“Ese choque entre placas produce una fricción entre bloques de terreno, unas deformaciones que al final provocan que el ’suelo’ se rompa y se libere la energía sísmica“, añade Jurado.
La velocidad a que se acercan dos placas tectónicas es de unos 4-5 cm al año aproximadamente, “un ritmo muy lento en términos geológicos”, según la experta.
El tsunami
‘Tsunami’ es una palabra japonesa que quiere decir literalmente ‘ola de puerto’. En el país asiático están más que acostumbrados a este tipo de fenómenos que el mar lleva a las costas cuando se produce un gran seísmo.
“Si nosotros golpeamos el centro de un vaso lleno de agua, se producen unas ondas que avanzan hacia el borde del recipiente. Un tsunami es igual”, explica de manera gráfica Mª José Jurado. “Cuando la energía de un terremoto llega al fondo del mar, se crean ondas que, al propagarse, llegan a la costa“, continúa la investigadora. A efectos prácticos, esa energía termina llegando en forma de olas gigantescas de gran altura, como las que se han registrado a lo largo del día.
Sin embargo, Jurado advierte: “Las ondas se propagan en todos los sentidos, no sólo hacia Japón, y en las próximas horas llegarán a la costa americana del Pacífico”. Es por este motivo por el que los países desde Chile hasta Canadá han activado sus sistemas de alerta, en previsión de grandes olas.
Destrucción
“Japón es el país mejor preparado del mundo para responder ante un terremoto”, afirma Jurado. Las infraestructuras del país son sismorresistentes y cuentan con un buen sistema de alerta para mitigar los efectos de un desastre como el de hoy.
Sin embargo, igual que se pueden preparar los edificios para que aguanten ante un terremoto, controlar los efectos de un tsunami es una tarea más complicada. Los daños provocados por las grandes olas están directamente relacionados con las características de las costas, un factor más difícil de manipular que la construcción de los edificios.
“Si las ondas se topan con un ‘borde’ abrupto y alto, es más difícil que se produzca una catástfrofe”, explica Jurado, “mientras que una costa llana, como una bahía” ‘facilita’ la destrucción del tsunami.
Tomado de El Mundo, España
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