Por: María Delys Cruz Palenzuela, Adelante
Los organizadores no concibieron ni la más remota posibilidad de participación del ejército, como algunos especuladores han intentado aseverar, dado el riesgo que se corría de convertir un movimiento popular en un golpe “puchista”, pues es de suponer que caería el poder en manos de los políticos de profesión representantes de los partidos tradicionales, servidores del imperialismo, y lógicamente quedaría frustrada la revolución.
Mucho menos, se previó el apoyo de los partidos políticos de derecha opositores al régimen, porque esto representaría para ellos la oportunidad de presionar a Batista para que les cediera el poder, en un simulacro de solución ante los acontecimientos derivados de la lucha armada, sin que con ello cambiara la presencia mediatizadora yanqui.
De ahí la necesidad de la discreción.
El plan de las acciones que se ejecutarían aquel 13 de marzo de 1957 se basaba en lograr el aniquilamiento del régimen tiránico, como ya hemos apuntado, mediante la entrega de las armas al pueblo; buscando este fin de movilización popular, es que se decide la toma de Radio Reloj, desde donde José Antonio Echeverría se dirigió al pueblo, lo que debía completarse posteriormente con la toma de todas las emisoras de radio y televisión, desde las que sería llamada la nación a incorporarse a la lucha.
El derrotero político de aquel movimiento estaba recogido en la Carta de México, firmada por Fidel y José Antonio, en representación del Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario, en agosto de 1956, en la que quedaba claramente definido que: “(…) ambas organizaciones han decidido unir sólidamente su esfuerzo en el propósito de derrocar a la tiranía y llevar a cabo la revolución cubana(…)”
Con el asalto a Palacio era posible que se redujera la persecución sobre Fidel Castro, quien llevaba poco más de tres meses en la Sierra Maestra, y ya era reconocido como el Máximo Líder de la Revolución, de ahí que era factible desatar la ofensiva hasta la capital, consolidando las filas del Ejército Rebelde a su paso por todo el país.
A la luz del análisis de los acontecimientos del 13 de marzo, se ha constatado que todos los cálculos para ejecutar el plan fueron correctos, y que no se logró la victoria porque después de iniciado el ataque a Palacio no funcionó la segunda operación, ajusticiamiento del tirano.
José Antonio muere luego de la salida de Radio Reloj, en un enfrentamiento con una perseguidora a un costado del referido plantel por un embotellamiento que se produce en las calles M y 25 que los obliga a cambiar la ruta acordada, cuando se dirigían hacia la Universidad.
Horas antes, el Presidente de la FEU había escrito en su Testamento Político: Si caemos que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo.
Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo (…) exhorto al pueblo de Cuba a la resistencia cívica, al retraimiento de cuanto pueda significar un apoyo a la dictadura que nos oprime, y la ayuda eficaz de los que están sobre las armas por libertarlos.
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