Conare forma parte de la brigada cubana que presta ayuda médica de todo tipo a Haití desde hace doce años y que ha logrado reducir la mortalidad del cólera en las zonas en las que trabajan sus equipos al 0,38 %, según sus responsables, que consideran exitosa esta baja incidencia.
El CTC de Croix de Bouquets, gestionado precisamente por la Brigada Médica Cubana (BMC), tiene capacidad para un centenar de pacientes y, aunque nunca ha tenido más de catorce enfermos a la vez, desde hace unos días, la llegada de pacientes se ha intensificado.
El médico maliense relata que nunca olvidará una de las más fascinantes experiencias que vivió en este centro, cuando él y sus compañeros salvaron a siete niños que, procedentes de un orfelinato de las proximidades, llegaron casi deshidratados por el cólera.
“Los dábamos por muertos, pero conseguimos rehidratarlos y se salvaron todos. Tengo la foto de esos muchachos y aún recuerdo sus nombres”, relata emocionado este doctor de 29 años, formado en los programas internacionales de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en Cuba.
La epidemia de cólera, que se inició a mediados de octubre en Mirebalais
(norte) se ha extendido por todo el país y se ha cobrado casi 5.000 vidas en Haití, aunque, según los facultativos cubanos, ha entrado en una fase de “endemia”.
Ya no se espera que el número de afectados y de víctimas mortales siga aumentando de forma alarmante, aunque se cree que se producirán rebrotes localizados durante un tiempo.
En todo el país se han superado los 250.000 casos y los especialistas cubanos creen que hacia octubre de este año, cuando se cumpla el primer aniversario de la irrupción de la enfermedad, se habrá llegado a los 400.000 enfermos.
En Croix de Bouquets la actividad es incesante. Entre las 7:00 y las 10:00 horas se suele producir la llegada de los pacientes que, tras una noche de diarrea y vómitos abundantes, son llevados ante los médicos a primera hora del día.
Otani Pwstin, de 40 años, entra casi a rastras, con la ayuda de dos familiares, en las tiendas de campaña del CTC.
La mujer, vecina de la zona, permanece bajo observación unos minutos y un repentino episodio de vómitos, junto a otros síntomas, convence rápidamente a Conare de que se trata de un nuevo caso de cólera.
Tras Otani llegan otros pacientes y el personal del CTC se afana en habilitar una segunda carpa para dar asistencia a los que puedan seguir llegando.
Todo parece indicar que debido a la reciente celebración de las elecciones ha habido una intensificación de los desplazamientos de la población y ello ha elevado la incidencia de la enfermedad, explica la directora del hospital de Croix de Bouquets, del que depende el centro, la cubana Daineyi Veranes.
El coordinador general de la brigada cubana, Lorenzo Somarriba, revela algunos “secretos” que explican la baja tasa de mortalidad, entre ellos la capacitación de su personal, la búsqueda activa de enfermos en las comunidades más apartadas, la creación de numerosas unidades de tratamiento, la atención durante 24 horas al día, y un protocolo para el manejo de la enfermedad.
Uno de los elementos clave en la estrategia cubana contra el cólera son los
50 “equipos de pesquisa activa” que recorren diferentes zonas del país, no importa lo remotas que sean, en busca de enfermos a los que curar y de núcleos de población a los que impartir nociones de promoción de la salud decisivas para prevenir esta enfermedad.
El cólera, letal si no es tratado a tiempo, se puede prevenir con una adecuada higiene y curar en pocas horas con medidas de rehidratación y, en caso necesario, antibióticos, pero las extremas circunstancias de la vida en Haití privan de la información y los medios necesarios a gran cantidad de la población.
La Brigada Médica Cubana, que se reforzó con 500 médicos, enfermeras y técnicos de la brigada Henry Reeves, también cubana, en noviembre, en los momentos de mayor virulencia de la enfermedad, llegó a instalar 67 instituciones para combatir el cólera en el país y ha visto ya a 72.160 pacientes, explicó a Efe Somarriba.
Con la nueva etapa en la que ha entrado la epidemia, la doctora Veranes vislumbra un panorama esperanzador para dentro de unos cuatro o seis meses. “Esperamos que para entonces los casos sean esporádicos y no tengamos más de un enfermo cada tres o cuatro días”, afirma convencida de la eficacia de la labor que realiza junto a sus colegas.
(Con información de EFE)
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