Por Carlos Alberto Pérez Benítez
Entrevista al destacado realizador cubano Gerardo Chijona
Con paso firme y de jovial carácter atravesó el umbral donde lo estábamos esperando. Hacía su entrada el reconocido director de cine Gerardo Chijona, quien como un genuino artista de pueblo que es, se detenía y saludaba sonriente a todo el que encontraba a su paso. Su esposa finalmente le indicó que le estábamos esperando, y se dirigió hacia nosotros con tal naturaleza que mi amiga Rosa y yo asumimos el reto de esta entrevista como una conversación desenfadada e interesante entre tres amigos. A fin de cuentas, “la gente del barrio sigue siendo la gente del barrio”, me dejó bien claro Chijona.
La ocasión no podía ser mejor. Su visita se realizó en el marco de un sencillo pero merecido homenaje organizado por las autoridades de cultura, gobierno y el propio pueblo de su natal Punta Brava. Allí, acompañado por algunos de los actores de su más reciente filme “Boleto al Paraíso”, y entre familiares y amigos, comenzamos sin mucho preámbulo ni formalidades a indagar sobre los secretos y fórmulas de este excelente realizador cubano:
Estimado Chijona, como ya se ha hecho tradición una vez más regresa a su natal Punta Brava a estrenar su más reciente filme. ¿Es este un propósito intencionalmente marcado en su carrera como un regalo a sus coterráneos o el verdadero motivo de este gesto escapa de esa intención?
Yo diría que no es más que una tradición sentimental. Lo digo porque yo nací aquí, me crié aquí, e hice gran parte de mis estudios en este pueblo, aunque también cursé estudios en Bauta y en Marianao, pero básicamente la raíz de todo nace desde aquí, desde Punta Brava. Incluso estando en la universidad todavía vivía en este pueblo, hasta que por cosas de la vida ya cada quién escoge su camino, y el mío fue precisamente el del cine. Mira por ejemplo, aquí está hoy conmigo Miguel Cabrera, un entrañable amigo de la infancia y quién escogió por su camino el ballet, pero sin importar esencialmente cuales hayan sido nuestros destinos, lo cierto es que ambos seguimos arraigados a nuestras raíces. Es decir, en mi caso particular, para mí siempre ha sido una cuestión de honor estrenar mis películas en Punta Brava.
Pues claro que sí. Mira yo recuerdo que por lo menos tres o cuatro veces la a semana yo venía a ver cine aquí al frente, a lo que se llamaba en aquella época el cine Forte. Allí estaba yo casi toda la semana menos los miércoles, porque siempre ponían películas mexicanas y yo nunca fui muy devoto a ese cine. Claro está que me estoy refiriendo a las películas que estaban aprobadas para mi edad, así que para ver algunas que no estaban aprobadas para menores me colaba en el carro con mis padres que iban mucho hasta el cercano Autocine de la Novia del Mediodía, donde aprovechaba para ver las películas que calificaban para mayores de 12 y 16 años. Pero yo siento que si bien no tuve una vocación desde la escuela primaria para ser director de cine, pienso que la vida misma es un proceso de búsqueda personal, y que ese amor por el cine lo encontré ya estando en la universidad. Sí, definitivamente se puede decir que mi interés y pasión por el cine tienen sus bases en la niñez y juventud que viví y desarrollé aquí en Punta Brava.
¿Cuáles son las bases inspiradoras del cine de Chijona? ¿A dónde fue o va a buscar sus referencias para el desarrollo de su obra?
Yo siempre fui un gran admirador del mejor cine americano. Cuando entré en el ICAIC recuerdo que todo el mundo era fan del cine europeo, y yo era a veces la nota discordante del grupo, el que defendía el cine americano. Ahora mismo si te fijas, el tipo de cine que yo hago se traduce en un cine eminentemente narrativo, en prosa, de tres actos. Las tres comedias que hice, “Adorables mentiras”, “Paraíso bajo las estrellas” y “Perfecto amor equivocado” están inspiradas en la comedia clásica tradicional americana, la de Billy Wild, Howard Hawks, y más contemporáneamente la de Woody Allen. Mira te digo más, yo siempre tengo referencias cuando me siento a escribir, y a veces tengo otras referencias para cuando voy a dirigir, porque lo primero que busco antes de escribir una letra es el tono de la historia, o sea, cómo voy a contar esta historia, sea la que sea. Te digo esto porque la misma historia se puede contar lo mismo como comedia que como tragedia, sin cambiar absolutamente nada. De ahí que yo siempre busque sobre todas las cosas el tono, y cuando busco el tono busco alguna referencia a nivel de escritura que me pueda servir. Ya cuando comienzo a trabajar me olvido de todo eso, y cuando ya tengo el guión en la etapa de pre-producción, hago lo mismo, busco referencias del tipo de puesta en escena que me imagino que voy a tener. Lo que hago muchas veces es ver esas películas sin sonido, las analizo de forma silente para ver el desplazamiento de los actores en el set, cómo se mueve la cámara, cómo se relacionan entre ellos, pero me olvido de lo que están diciendo, aunque vuelvo y te repito, cuando ya estoy en el set haciendo mi escena, lo borro todo y comienzo a hacer lo mío.
Según tengo entendido UD ha escrito todos los guiones de las películas que ha producido, lo que a todas luces hace evidenciar la importancia que le ha otorgado al guión como elemento esencial para el éxito de sus películas. ¿Cómo ve Chijona este fenómeno de forma general?
Para mí es la columna vertebral de una película. Creo que todavía nadie ha hecho una buena película con un mal guión, vaya diría que aún está por nacer quien así lo haga. En mi caso yo soy un poco vago, pues a mí me gusta escribir personajes para actores que tengan nombres y apellidos, y como soy yo mismo el que los va a dirigir, pues ya por el camino lo voy ajustando poco a poco las cosas. La prueba de esto es que casi siempre he trabajado con el mismo team de actores, aunque aquí en “Boleto(…)” fue todo lo contrario, pues estaba escribiendo seis personajes que no tenían cara, eran fantasmas, la diferencia es que yo sabía que cuando ya tuviera seleccionado los personajes que asumirían los roles de la película la cosa iba a ser un poco más fácil.
Te cuento esto para que entiendas la diferencia, porque se supone que uno es un profesional y puede dirigir cualquier tipo de guión, escrito por uno mismo o que te den, pero creo que es solamente la manera de plantearse la escritura. Creo que al final son dos tonos completamente distintos de escribir pero el proceso es el mismo. En mi caso particular, sea cual sea el género solamente atiendo las necesidades dramáticas de los personajes, es decir, creo una historia, creo un mundo, y por encima de todo eso trato de ser coherente con ese mundo y esos personajes. En una película el resto de esas otras “necesidades”, digamos las de tipo política, económicas, sociales, espirituales, religiosas, y sexuales, para mí son simplemente secundarias, yo me focalizo en la historia y de ahí no hay quien me saque.
Después de seis años sin filmar y teniendo como colofón una vasta experiencia de trabajo (siempre con actores de experiencia), ¿cómo cataloga el trabajo junto a estos jóvenes actores dentro de un guión y una trama tan fuertes como los de su última película?
Ha sido maravilloso de verdad. Fue un tiempo muy largo, ya que estuvimos todo un año de casting. Empecé con alrededor de 300 candidatos de los dos sexos hasta que al final quedaron ellos seis. También te puedo asegurar que durante todo este proceso yo no les regalé nada ninguno sino todo lo contrario, ellos solitos se lo fueron ganando todo poco a poco. Con ellos hice lo que hago con todos los actores con lo que trabajo, explicarles bien los personajes para que los entendieran y no para que los juzgaran, puesto que es una generación que no tiene nada que ver con ellos, ni mucho menos ellos harían lo que hicieron estos jóvenes en el 93, que fue sin lugar a dudas una manera de suicidarse. Ese fue el principal reto a la hora de dirigirlos, que ellos se metieran en la piel de esos muchachos, lo entendieran, y fueran capaces de expresarlo en carne propia.
Antes de finalizar, ¿qué logros y sin sabores le han quedado tras culminar su “Boleto al paraíso”?
Mira, entre las muchas cosas que yo hice en el ICAIC fue ser crítico de cine, y eso es algo que ha dejado ese matiz crítico en mí que me impide incluso ver mis propias películas después que las termino. Esto me sucede porque cuando lo hago, solamente estoy viendo el momento en que me equivoqué. De hecho, cuando termino una película yo solo estoy en los primeros pases para ver cómo funciona y reacciona el público porque no estoy viendo la mima película que está viendo el espectador, así que si yo la veo y siento que funciona, ya me voy tranquilo a mi casa, empiezo a pensar en la otra, y se acabó.
Nota: Agradezco de manera especial a mi inseparable amiga y colaboradora de este blog, Rosa Rodríguez Cubela. GRACIAS por lograr articular esta entrevista con Chijona, gracias por tu confianza y mil veces gracias por siempre estar. Llegue a tí de tu otro Carlitos un gran abrazo.
Tomado del Blog La Chiringa de Cuba
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