La inteligencia se expandió tanto que nadie sabe a ciencia cierta cuánto cuesta el sistema, cuántas personas trabajan ni cuántos agencias están dedicadas a lo mismo, y sobre todo, si son eficaces.
El informe revela que en EEUU hay 1.271 organizaciones gubernamentales -y 1.931 compañías privadas- dedicadas a programas relacionados con el “contra-terrorismo“, la seguridad nacional y los servicios de inteligencia en más de 10.000 puntos del país.
La investigación, que tardó dos años en completarse, estima que el sector emplea a 854.000 personas, casi 1.5 veces la población de la ciudad de Washington.
En la capital del país y sus alrededores, además, existen unos 33 edificios dedicados al trabajo de seguridad e inteligencia -clasificado como de alto secreto- y las dependencias destinadas a este fin ocuparían el equivalente a 3 Pentágonos o 22 veces los edificios del Capitolio.
Los sistemas de vigilancia e inteligencia cambiaron de forma substancial a partir de los ataques “terroristas” del 11 de septiembre.
El informe afirma que, por ejemplo, la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono pasó de tener 7.500 empleados en 2002 a 16.500 hoy en día.
El presupuesto de la Agencia de Seguridad Nacional, encargada de las escuchas furtivas se dobló en el mismo período. Y las 35 Unidades de Fuerza de Tareas Conjuntas para el Terrorismo de la Oficina de Investigación Federal, FBI, se convirtieron en 106.
El informe, realizado durante dos años por la periodista ganadora de un Pulitzer Dana Priest en colaboración con William Arkin, presenta el sistema de inteligencia como un caos en el que mucha de la información que se genera se queda, incluso, sin leer.
El sistema de inteligencia estadounidense fue reformado y ampliado después de los ataques “terroristas” en EEUU de septiembre de 2001 y es ahora tan grande que “nadie sabe cuánto cuesta, cuánta gente emplea, cuántos programas existen dentro de él o cuántas agencias hacen las mismas tareas”, indica la investigación.
“Después de nueve años de gastos y crecimiento sin precedentes, el resultado es que el sistema montado para mantener protegido a EEUU es tan grande que es imposible determinar su eficacia“, afirma el reporte.
Entre los datos que sí pudo determinar el Post se encuentra la existencia de 1.271 agencias del Gobierno y 1.931 compañías privadas “que trabajan en programas relacionados con el antiterrorismo, la seguridad nacional y la inteligencia en unos 10.000 sitios en EEUU”.
“Hay unas 854.000 personas que tienen autorización especial para el acceso a materiales secretos“, indica antes de destacar que “en Washington y sus alrededores, desde septiembre de 2001, se han construido o están en construcción 33 complejos de edificios para trabajos del máximo secreto”.
El diario descubrió que muchas agencias de seguridad e inteligencia hacen el mismo trabajo, como las 51 organizaciones federales y mandos militares que operan en 15 ciudades de Estados Unidos en el descubrimiento y rastreo de las transacciones de dinero en las redes financieras de los terroristas.
“Los analistas que descifran, traducen y resumen los documentos y conversaciones obtenidos por los espías dentro y fuera del país publican unos 50.000 informes de inteligencia cada año”, dice el diario, que agrega que “es un volumen tan grande que a muchos de esos informes nadie les hace caso”.
El mismo jefe del Pentágono, Robert Gates, dijo al Post en una entrevista que “ha habido tanto crecimiento desde septiembre de 2011 que es realmente difícil que alguien, ya sea el director nacional de Inteligencia, el director de la Agencia Central de Inteligencia o el secretario de Defensa puedan abarcarlo”.
La investigación señala que en el Departamento de Defensa, donde residen más de dos tercios de los programas de inteligencia, “sólo un puñado de altos funcionarios, conocidos como los “superusuarios”, pueden conocer todas las actividades del Departamento.
“Pero, tal como indicaron dos ‘superusuarios’ en entrevistas, simplemente no hay forma de que ellos puedan mantenerse al tanto de las operaciones más delicadas del país”, agregó.
Después de los ataques terroristas de 2001 el Congreso comprometió 40.000 millones de dólares adicionales al presupuesto de la defensa nacional. A eso siguieron 36.500 millones de dólares agregados al presupuesto de 2002 y 44.000 millones de dólares añadidos al presupuesto de 2003.
Oficial estadounidense.
Y eso, según el Post, “fue sólo el comienzo”, porque “con la inyección rápida de dinero se multiplicaron las agencias militares y de inteligencia”.
El diario añade que para fines de 2001 se habían creado veinticuatro organizaciones; en 2002 se crearon 37 más, en 2003 otras 36 organizaciones nuevas; en 2004 otras 26; en 2005 otras 31; en 2006 otras 32, y una veintena de agencias nuevas en cada uno de los años 2007, 2008 y 2009.
No sólo se han multiplicado los edificios donde se realizan tareas secretas, sino que se ha desarrollado toda una industria para la construcción de “salas de seguridad” equipadas con alarmas, sistemas de comunicación protegidos, envueltas en metal para impedir el espionaje electrónico.
Según el informe, la “comunidad” de inteligencia estadounidense podría estar fallando en unir los cabos sueltos y sacar conclusiones de las distintas pistas que ofrecen las múltiples agencias.
El sistema se enfrenta a la dificultad de contar con demasiadas organizaciones que se solapan en las tareas y se ocupan de las mismas cuestiones.
Y cita el ejemplo de las 51 agencias o programas dedicados a analizar el flujo de dinero que proviene de redes terroristas.
El complejo sistema de inteligencia no habrían podido evitar, asegura el periódico, intentos de atentado como el ocurrido en la famosa Times Square de Nueva York o el que tuvo lugar en un vuelo a Detroit la pasada Navidad.
En este último caso fue el compañero de asiento del atacante quien impidió la culminación del ataque y no el sofisticado sistema de inteligencia.
El secretario de Defensa, Robert Gates, afirmó en una entrevista la semana pasada que no creía que el sistema se hubiera hecho demasiado grande, pero que simplemente a veces conseguir datos precisos podía resultar difícil.
Tras los atentados de 2001 una investigación oficial -sobre las fallas de inteligencia que pudieron haber facilitado la labor de los extremistas- aconsejó la creación de la Oficina del Director Nacional de Inteligencia, para coordinar la red integrada por la CIA, el FBI y una docena más de oficinas civiles y militares.
Los conocedores del sector afirman que ha sido difícil que las agencias trabajen al unísono y que esa sería una de las razones de la renuncia de Dennis Blair, quien fue nombrado el año pasado por el presidente Barack Obama.
Tomado de IAR Noticias
El primer secretario del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez y otros dirigentes felicitaron a maestros y…
La afamada cantante cubana María Elena Pena, conocida nacional e internacionalmente como La Dama del Bolero, falleció en la madrugada…
Cubanos de distintas generación protagonizarán en la tarde de este viernes una nueva prueba del contundente rechazo del pueblo de…
Durante la última jornada de trabajo del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones correspondiente a la décima Legislatura de la Asamblea…
El Banco Metropolitano anunció este jueves la modificación de los horarios de atención al público durante los días de fin…
Para concretar los principios generales de organización y funcionamiento de la función pública notarial, acorde a la actualización del modelo…