Uruguay
Los aficionados
Tuve la oportunidad de visitar tres ciudades de la Argentina, mis compañeros de Yahoo! México, Argentina y Brasil visitaron otras tantas. El balance es impecable, la fiesta fue total dentro y fuera de los estadios, hubo hermandad entre los pueblos, no importó el resultado deportivo, al final los hinchas de los países que se enfrentaban siempre se encontraron para seguir de fiesta. No hubo peleas, ni desmanes, no hubo violencia. Incluso ayer en la gran final con el estadio lleno y miles de paraguayos y uruguayos, la paz y la confraternidad reinaron.
Los porteros
Fue una Copa América de porteros, de hecho fue una de las más bajas en producción goleadora de todos los tiempos y eso tiene una explicación. Villar y Muslera se fajaron, Reny Vega tuvo tiempo de ir a cabecear para darle el empate a los venezolanos frente a paraguay. Lo más rescatable del pálido seleccionado argentino fue su arquero Sergio Romero. Perú y Costa Rica promocionaron dos estupendos arqueros jóvenes y Luís Michel evitó que México se marchara del torneo con tres goleadas históricas.
La seguridad
Aparte de un incidente aislado con el seleccionado peruano, para las delegaciones, los periodistas y los aficionados que viajamos desde todas las esquinas del mundo, la Argentina nos regaló un mes de tranquilidad total. Los desplazamientos por tierra y aire, los alojamientos en hoteles, el esparcimiento nocturno. Todo transcurrió bajo un marco de seguridad absoluta. Los que vinimos regresamos sin novedad.
Los estadios en el interior
La inversión para remodelar y acondicionar estadios en el interior de la Argentina y tener una Copa América de calidad valió la pena. La organización apostó por sacar la Copa del gran Buenos Aires y llevarla a las zonas que casi nunca tienen oportunidad de albergar un evento de semejante magnitud y las ciudades respondieron. Los estadios de Santa Fe, Córdoba y La Plata son escenarios de clase mundial. En Mendoza, San Juan y Jujuy la remodelación rindió frutos estupendos.
El seleccionado argentino
Hace mucho tiempo un seleccionado de la Argentina no jugaba un torneo tan flojo y para rematar fue en casa. Apatía, falta de humildad, descoordinación absoluta dentro y fuera del terreno de juego dieron como resultado un pobre balance de tres empates y un triunfo ante el seleccionado juvenl de Costa Rica. En total lograron cuatro puntos de doce posibles y se fueron eliminados en cuartos de final silbados por su público.
Los árbitros
El tema de nunca acabar en el fútbol, casi siempre los jueces salen perdiendo y esta Copa no fue la excepción. Hubo algunos demasiado jóvenes para soportar el peso de partidos fundamentales, hubo otros demasiado cargados a favor los los seleccionados tradicionalmente llamados a ganar, al seleccionado local trataron de ayudarle abiertamente, caso del juez Amarilla en el partido frente a Uruguay con la injusta expulsión a Diego Pérez. Markarián se quejó, Farías se quejó, Martino se quejó.
El juez de la final no estaba para una final y aunque no influyó en el resultado, no supo llevar el partido. El nivel arbitral fue de regular para abajo.
La Conmebol
Una vez más las decisiones extrañas en casos aparentemente fáciles despertaron sospechas. Los juegos definitivos de primera ronda no se jugaron al mismo tiempo y primaron los intereses televisivos sobre los deportivos.
La increíble decisión de no sancionar a ningún jugador después de la trifulca entre venezolanos y paraguayos en la semifinal, pero separar a ambos seleccionados de la competencia por el título del Juego Limpio, fue la gran mancha de este torneo.
El frío
Las temperaturas gélidas atentaron contra un torneo mejor en todo sentido. Los partidos jugados a las 21,45 horas de la Argentina, generalmente terminaron con el termómetro señalando grados centígrados bajo cero, la gente se moría de frío en las tribunas y en el césped, hubo un caso anecdótico del portero Vega de Venezuela que se filtró por los micrófonos de ambiente, cuando le gritó a un ayudanete de campo que no sentía los dedos de los pies. Un torneo de esta magnitud debería jugarse en verano.
La falta de gol
La emoción del fútbol es el gol y en esta edición de la Copa no se hizo presente. Uruguay salió campeón marcando apenas nueve goles, el más bajo en décadas. Fue el torneo de los empates y el cero a cero primó. La táctica le ganó a la imaginación y esto siempre será un déficit para la retina del aficionado, que persigue la emoción del gol sobre el auge del pizarrón.
Tomado del Blog de la Copa América
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