Por: Moisés Saab, Periodista de Prensa Latina
El solo hecho de que Gadafi sobreviva a pesar de la destrucción de gran parte de la infraestructura en Trípoli, la capital Libia, y otras zonas del país del norte de África, convertida en objetivo prioritario, es un obstáculo de peso para la estrategia de las potencias occidentales.
Estallidos de proyectiles de artillería, avances y retrocesos de los beligerantes, estampados sobre el telón de fondo de las detonaciones de las bombas de la OTAN, conforman el escenario de la tragedia que vive Libia.
Es el lado visible de una pugna desatada por fuerzas interesadas en el control de los vastos recursos del país norafricano, tanto el petróleo como de sus enormes depósitos de agua fósil, y una interesante situación geográfica a medio camino entre los países del norte y el sur del Sahara.
Ambos elementos, conjugados con la candente situación en Egipto, donde tanto está en juego, sin que se vislumbre hasta dónde llegarán los acontecimientos, imponen la necesidad de ejercer un control rápido y efectivo sobre el gobierno que exista en Trípoli, algo que resulta difícil con Gadafi.
Si bien es cierto que el líder libio había logrado estar en muy buenos términos comerciales y políticos con Occidente, también lo es que a la primera de cambios esa luna de miel podía verse interrumpida por una situación que lo pusiera en el camino de la confrontación con las cancillerías norteamericana y europeas.
Un factor poco mencionado a la hora de analizar la agresión contra Libia es la existencia de la organización que se hace llamar Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), prolija en secuestros de técnicos extranjeros en varios países del Sahel, pero que se ha abstenido de operar contra Libia por razones que resultan desconocidas, a pesar de que en ese país, antes del conflicto, había una muchedumbre de expertos foráneos,
¿Tenía Gadafi un acuerdo tácito de no agresión con AQMI?
Nadie puede afirmarlo con responsabilidad, pero lo cierto es que con un gobierno libio que permita el estacionamiento de fuerzas extranjeras, algo a lo que Gadafi es poco inclinado, para no decir adverso, facilitaría el exterminio de esa entidad.
La rapidez con que entró en juego la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la premura, y un cierto grado de chapucería en la conformación del autodenominado Consejo Nacional de Transición (CNT) evidencian que existía un plan para revertir al gobierno libio, pero para una ocasión ulterior.
Prueba al canto son las defecciones de altos mandos del ejército libio e incluso de algunos de sus ministros más confiables, los del Interior y Justicia, ahora cabezas visibles del CNT.
A estas alturas quedan pocas dudas de que las manifestaciones que dieron al traste en Egipto con el gobierno de Hosni Mubarak, que parecía tan eterno como las pirámides, tomaron por sorpresa a las cancillerías de las potencias occidentales, en especial a la estadounidense, a pesar de que su embajada en El Cairo semeja un enjambre por la cantidad de personal destacado en ese país. Resulta fácil suponer que la estación CIA en El Cairo es una de las más nutridas que tiene la inteligencia norteamericana, pero es obvio que sus analistas y agentes fueron incapaces de prever el terremoto político que se les venía encima.
Más bien, a semejanza de lo que ocurrió en Irán en 1979, cuando el sha Mohamed Reza Pahlevi fue expulsado de su palacio por la Revolución Verde liderada por el ayatolá Ruholla Jomeini, el maremoto político egipcio envolvió a los encargados de supervisar la inamovilidad del statu quo levantino del cual el gobierno de Hosni Mubarak era una pieza clave.
Esto a pesar de que los indicios de un brote de intranquilidad política estaba a punto de eclosionar en Egipto, sobre todo después de las manifestaciones de protesta contra las elecciones de noviembre de 2010, arregladas para que el partido de Mubarak conservara el poder absoluto.
Con un Egipto convulso y fuera de control, terreno fértil para fuerzas radicales con grandes posibilidades de ser adversas a Israel, la pax americana en la zona corría el peligro de convertirse en más arena en el desierto y era forzoso iniciar de inmediato una operación de control de daños.
La Libia de Muamar el Gadafi, fronteriza con Egipto, fue el punto escogido para yugular una situación que a ojos vista se estaba escapando de las manos y, lo peor, con tendencia a complicarse hasta el infinito.
En rigor de verdad, el gobierno libio se comportaba de manera inofensiva: los negocios marchaban bien, Europa estaba contenta con el flujo del gas y el petróleo y los fondos estaban guardados en bancos occidentales.
Pero Gadafi era, sin dudas, el mejor de los chivos expiatorios.
Sin embargo, el líder libio, que se ha caracterizado por ser un sobreviviente, tenía algunas cartas guardadas en la manga, y la guerra relámpago de la OTAN, con el aval de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU estirada hasta el infinito, ha resultado en un conflicto de casi cinco meses en el cual los insurgentes son incapaces de justificar con conquistas territoriales el pretexto para una intervención terrestre que sería decisiva.
Esa circunstancia crea en las últimas semanas una zona invisible del conflicto: negociaciones discretas, concesiones a media voz y con la clásica ambigüedad de la jerga diplomática, a saber: garantías de seguridad e, incluso, de permiso de permanencia en el país si acepta abandonar su condición de líder del peculiar estado de masas, o Jamahirya, por él creado.
La imperiosa necesidad del CNT de conseguir aliados a cualquier costo medio se evidenció semanas atrás cuando ponentes de ese organismo garantizaron a los jefes y miembros de los cuerpos de seguridad libios que continuarían en sus labores después de la caída de Gadaf.
Aunque la propuesta captó poca atención de los medios, es una contradicción esencial: Si Gadafi está acusado de crímenes de lesa humanidad, pretexto para la condena en ONU ¿Cómo eximir de responsabilidad a los más probables ejecutores de sus órdenes?
Esa incongruencia y una sustantiva orfandad de presupuestos ideológicos conforman una de las mayores fragilidades del CNT, para no mencionar que está marcado por las pesadas deudas que implican llegar al poder cabalgando en los aviones de las potencias occidentales, cuyos designios en el área son conocidos.
Cuando comenzó el conflicto libio ni los más optimistas concedían a Gadafi posibilidades de sobrevivir la cruzada para desalojarlo del poder, única demanda y plataforma política de sus adversarios.
Era el caballo perdedor por antonomasia, a juzgar por las experiencias en Serbia y, hasta cierto punto, del convulso Irak de Saddam Hussein.
Ahora, cinco meses después, y con la emergencia de imponderables como la crisis económica en Europa y el peligro de insolvencia del gobierno estadounidense casi a las puertas de las elecciones presidenciales de 2012, la carrera hacia el final de la tragedia Libia ha sufrido modificaciones.
Dice la sabiduría popular que las grandes crisis demandan soluciones drásticas y, en el caso libio, esa salida implica compromisos de magnitud, en esencia, una intervención militar directa, con todos los riesgos que ello implica.
Otra posibilidad es llegar a un acuerdo por cualquier vía para evitar que Gadafi se erija en la reencarnación de Omar Mujtar, el líder beduino libio que combatió la invasión italiana a principios del siglo pasado.
El primer secretario del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez y otros dirigentes felicitaron a maestros y…
La afamada cantante cubana María Elena Pena, conocida nacional e internacionalmente como La Dama del Bolero, falleció en la madrugada…
Cubanos de distintas generación protagonizarán en la tarde de este viernes una nueva prueba del contundente rechazo del pueblo de…
Durante la última jornada de trabajo del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones correspondiente a la décima Legislatura de la Asamblea…
El Banco Metropolitano anunció este jueves la modificación de los horarios de atención al público durante los días de fin…
Para concretar los principios generales de organización y funcionamiento de la función pública notarial, acorde a la actualización del modelo…