El presidenciable Mitt Romney fue uno de los primeros en abrir fuego. “La credibilidad financiera de Estados Unidos se ha convertido en la última víctima del historial de liderazgo fracasado del presidente Obama”, dijo el candidato mormón.
Tim Pawlenty, otro político en plena campaña de primarias, siguió con la carga: “De lo que deberíamos estar hablando es degradar a Obama como presidente de EEUU”. En un mítin celebrado en Iowa, el ex gobernador de Minnesota no ahorró munición contra el inquilino de la Casa Blanca. “Necesitamos a un presidente que entienda lo que significa poner nuestra entera fe y crédito en el pueblo de EEUU”.
Michelle Bachmann, con Romney una de las grandes favoritas a hacerse con la nominación republicana, no se quiso quedar corta. “Este presidente ha destruido la calificación del crédito de EEUU a través de … su incapacidad de controlar el gasto del Gobierno”. La congresista ultraconservadora, al igual que el senador Jim DeMint, pidió la dimisión de Tim Geithner, el secretario del Tesoro.
Desde el bando demócrata, en cambio, se culpaba a los republicanos de los problemas de credibilidad de los bonos del Tesoro. Para el congresista de California George Miller, el Partido Republicano aplicó “una estrategia legislativa temeraria de chantaje”, y responsabilizó de la “profunda ansiedad e incertidumbre en la economía” al hecho de que los conservadores condicionaran la elevación del techo de la deuda a recortes drásticos.
La economía como rehen
Entre los legisladores demócratas ha hecho fortuna la aseveración de que sus adversarios utilizaron a la economía como rehén para impulsar su agenda ideológica. El vicepresidente Joe Biden llegó a comparar la actitud del Tea Party con la de “unos terroristas”. “Al rechazar negociar de buena fe, los republicanos transformaron el techo de la deuda en una crisis de rehenes, y anoche vimos la primera víctima”, declaró el congresista demócrata de Delaware, Chris Coons.
Por su parte, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, interpretó la advertencia de Standard & Poor’s como un aval a su posición durante el debate, pues reafirma “la necesidad de un enfoque equilibrado a la reducción del déficit” que incluya no sólo recortes del gasto público, sino también incrementos de los ingresos a partir de terminar las exenciones fiscales a las grandes corporaciones y rentas altas.
Entre tanta acritud partidista, la única voz que salió en defensa de unidad entre adversarios fue la Casa Blanca. “Es importante que nuestros líderes trabajen juntos para mejorar nuestra economía, y devolver a la nación a una posición fiscal fuerte”, dijo Jay Carney, el portavoz de Obama. “Los políticos debemos comprometernos a trabajar juntos para enfrentar los retos que nos ha puesto la economía”.
En una rueda de prensa, John Chambers, el director de Standard & Poor’s se reafirmó en la rebaja de la calificación a causa del bloqueo del sistema político de EEUU, e incluso advirtió de la posibilidad de rebajar de nuevo el rating de AA+ a AA en un futuro próximo si no se aplican medidas firmes. “Comparados con otros gobiernos con un ‘rating’ alto, el de EEUU no tienen la capacidad proactiva de poner las finanzas públicas en un posición sólida”, remachó.
(Con información de AP)
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