Historias de familiares de víctimas del ataque de ayer jueves en el casino Royale de Monterrey, Nuevo León, que quedan enmarcadas por el dolor y la frutraciòn.
– Para los nuevoleoneses, los jueves y los viernes son los días de mayor afluencia en los casinos. Muchas personas acostumbran estos centros de entretenimiento no sólo para ir a jugar Bingo, sino también para comer y pasar un rato. Ese fue el caso del matrimonio Tamez Salazar.
“Mi suegro Rómulo Tamez y su esposa Doris, fueron a comer al parecer con unos amigos. Mi suegra comentó cuando la pudimos encontrar que ella fue al baño en el segundo piso cuando escuchó un estruendo, y al salir vio una nube de humo”, dice Ricardo Arizpe.
El joven empresario, de 30 años, cuida a la señora Doris, quien es una de las sobrevivientes al atentado terrorista al Casino Royale de San Jerónimo, perpetrado por un grupo de personas armadas que con bidones de combustible le prendieron fuego al establecimiento.
“Nos contó que al salir del baño, la gente del casino ya lo la dejó regresar a la planta baja donde se encontraba con su esposo, la estampida de gente la llevó al segundo piso donde hay una terraza que da al estacionamiento de un banco”.
La señora Doris, de 62 años de edad, les comentó que al intentar escapar del fuego cayó al suelo, fue pisoteada por la gente, y que ella como otras personas intentaron abrir las salidas de emergencia que eran falsas, pues al abrirlas había un muro de concreto.
“Mi suegra logró salir por la puerta detrás del último piso, por el estacionamiento del segundo piso, pero su esposo se quedó”.
Una de las hijas del matrimonio Tamez Salazar, quien prefirió no dar su nombre, dijo que su padre era médico y conociendo su vocación “seguro se quedó al final a ayudar, siempre estaba viendo por los demás”.
Ricardo Arizpe también recuerda a su familiar como una persona que siempre se preocupaba por la gente, incluso les hacia recomendaciones de sentarse cerca de las salinas de emergencia “por cualquier cosa que pudiera pasar”.
“Sentí mucho coraje e impotencia cuando nos dijeron que las salidas de emergencia eran falsas, ¡Qué te puedes esperar con eso¡ Ayer cuando nos enseñaron las identificaciones de mi suegro eso se convirtió en el muro de las lamentaciones”.
– Doña Marisela Ramírez Cano tiene la voz quebrada, lenta, de tanto llorar. “Perdí a mi hija Claudia, tenía 26 años, y me dejó con dos niñas”.
Claudia Edith Castillo Cano trabajaba en el Casino Royale, apenas tenía seis meses laborando como mesera.
La tragedia de la señora Marisela fue doble, porque su hija nunca le dijo que su fuente de trabajo era en el mismo lugar donde un grupo de personas armadas le prendieron fuego y murieron 52 personas.
En la morgue, se quiebra en llanto, la mirada está pérdida entre el tumulto de gente y el ulular de las ambulancias.
“Era la tercera de mis hijas. Yo estaba en casa, me avisó mi yerno, quien me preguntó que si Claudia se había comunicado conmigo. Me dijo que sí estaba viendo las noticias, porque Claudia trabajaba ahí”.
Se le quiebra la voz, por el dolor no deja que salgan las palabras. “Mi yerno me dijo que si Claudia ya se había comunicado, porque él la había buscado y nada. Él me dijo que la seguiría buscando y no nada. Hasta que venimos aquí a las cuatro de la mañana”.
“Se lo juró se me vino el mundo encima, yo sabía que trabajaba en un casino, pero no sabía el nombre”, lamentó la señora Ramírez Cano.
– Sonia de la Peña acudía todas las tardes a comer al Casino Royale de San Jerónimo, porque este lugar le quedaba cerca de su trabajo. Ella se dedica a vender terrenos para una funeraria pero hasta el cierre de esta edición se encontraba desaparecida.
Su hermana, María Elena de la Peña tienen la esperanza de encontrarla con vida en algún hospital pues de entre las 52 víctimas no ha sido identificada.
Este viernes, junto con decenas de familias fue al anfiteatro del Hospital Universitario de Nuevo León, donde las autoridades dispusieron de un Ministerio Público móvil, un laboratorio para realizar pruebas de ADN y atender a los familiares de las víctimas.
“Nos dijeron que esperáramos hasta mañana, para ver si aparecía, en el casino siguen trabajando, hay varios heridos en los hospitales, no sabemos todavía nada”.
María Elena dice que a las cuatro de la tarde del jueves comenzó su calvario cuando en el noticiero vieron el ataque.
“Comenzamos marcarle al celular, pero no, estaba apagado y en la noche uno de mis sobrinos pudo entrar al estacionamiento del edificio y ahí está su carro abajo, pero a ella no la encontramos”.
(Con información del Universal.mx)
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