La tormenta que fue el huracán Irene entró en Canadá en la madrugada del lunes pero todavía no salía de Estados Unidos, donde las inundaciones amenazaron poblados de Vermont, al tiempo que los neoyorquinos temían vivir otra pesadilla esta vez con el transporte porque su sistema de tránsito, cerrado antes de la tormenta, se restablecía lentamente.
Irene dejó a millones de personas sin electricidad en gran parte del litoral este, ocasionó al menos 21 muertos y obligó a las aerolíneas a cancelar unos 9.000 vuelos. Pero también dejó una sensación de alivio, ya que los daños en la ciudad de Nueva York no fueron la pesadilla que las autoridades temían.
Sin embargo, para muchos, el peligro aún no termina: ríos y arroyos se han transformado en torrentes que arrastran ramas y escombros en Nueva Inglaterra y el estado de Nueva York.
“Esto no ha terminado”, dijo el presidente Barack Obama desde la Casa Blanca.
Las inundaciones son generalizadas en Vermont, donde algunas partes de Brattleboro, Bennington y otras comunidades se hallan bajo el agua.
Casi 5 millones de hogares y negocios se quedaron sin energía en algún momento de la tormenta. Las luces comenzaron a regresar para muchos el domingo, aunque se espera que tome días que la electricidad esté completamente restaurada.
En Nueva York, todo el sistema de transporte colectivo permaneció cerrado debido al clima, por primera vez en la historia y está tomando muchas horas reanudarlo. Un servicio limitado de autobuses comenzó el domingo y el metro de Nueva York iba a entrar en operaciones gradualmente, a las 6 de la mañana del lunes, pero a los usuarios se les advirtió que les esperarán largas filas y prolongadas esperas.
El fin de semana, todos los espectáculos de Broadway, los juegos de béisbol y otros eventos fueron cancelados o pospuestos.
Los aeropuertos en Nueva York y alrededor del noreste estaban reabriendo a cientos de miles de atrasados pasajeros cuyos vuelos fueron cancelados el fin de semana.
Los dos pilares de Manhattan soportaron sin problemas la tormenta: la Bolsa de Valores de Nueva York dijo que abriría el lunes, y el monumento al 11 de septiembre en el Centro de Comercio Mundial no perdió ni un solo árbol.
Irene fue el primer huracán que tocó tierra en el territorio continental de Estados Unidos desde 2008, y llegó casi seis años después del día en que Katrina devastó Nueva Orleáns el 29 de agosto de 2005.
La enorme tormenta —de 805 kilómetros (500 millas) de ancho— había amenazado a 65 millones de personas en la costa del Atlántico, el mayor número de estadounidenses afectados jamás por un solo meteoro.
En un calculo preliminar, la firma de consultoría Kinetic Analysis Corp. estimó las pérdidas totales de la tormenta en 7.000 millones, con pérdidas de bienes asegurados de entre 2.000 y 3.000 millones de dólares. La tormenta impactará la actividad turística del Día del Trabajo en la barrera de islas conocida como Outer Banks, en la costa de Jersey y en Cape Cod.
(Con información de AP)
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