Kopytko, de 32 años, pereció en las Torres Gemelas y sus restos jamás fueron recuperados: una circunstancia dolorosa y común entre las familias que ansían una respuesta: la resignación o la confirmación definitiva de que sus seres queridos figuran entre las víctimas del 11 de septiembre.
“Muy dolorosa y lastimera” es la descripción que Russel Mercer hace sobre la incertidumbre de la suerte de su hijastro Kopytko. “Y se desconfía de todo mundo”.
Las estadísticas cuentan lo que ha sido una década de búsqueda y recuperación de restos de las víctimas del 11 de septiembre, una de las pesquisas forenses más grandes en la historia de Estados Unidos.
La investigación se caracteriza por la apelación ante la Corte Suprema de familias que deseaban una pesquisa más completa y los hallazgos tras los ataques de más restos en alcantarillas y azoteas en los alrededores de la zona donde fueron derribadas las torres.
— Se han canalizado decenas de millones de dólares a acciones de identificación, que incluyen la extracción difícil del ADN de fragmentos óseos pequeños mediante la utilización de tecnología refinada desde hace una década.
— De 21.000 restos recuperados, sólo se han identificado casi 9.000 debido al estado de descomposición en que se encontraban. Se carecen de restos identificables de más de 1.100 víctimas.
— El ritmo del proceso muestra sus dificultades: en cinco años se lograron 25 nuevas identificaciones.
“No puedo precisar cuándo se logrará una identificación, si es que se logra”, dijo Mark Desire, quien dirige la unidad de la oficina del médico forense de la ciudad para la identificación de las víctimas del Centro Mundial de Comercio.
Cinco científicos están dedicados siete días a la semana a lograr nuevas identificaciones en un laboratorio instalado en un edificio ultramoderno en el sector este de Manhattan.
Los restos sin identificar continúan almacenados en condiciones de clima controlado dentro de una carpa blanca en bloques procedentes de la oficina del forense. Unos 400 fragmentos óseos son examinados y analizados cada mes.
Los análisis del ADN se efectúan mediante la comparación del perfil genético de los restos recuperados con el ADN que dejaron las víctimas en algunas posesiones como cepillos de dientes, con el de parientes u otros restos ya identificados.
Los restos son examinados, limpiados y pulverizados para extraerles las huellas genéticas, un proceso que puede tardar una semana para lograr la identificación. La mayoría de los perfiles de ADN producidos pertenecen a víctimas previamente identificadas.
Si los restos son identificados, éstos se entregan a la familia correspondiente. A veces, no queda nada tras la prueba de ADN. Los parientes en este caso tal vez sólo reciban la caja en la que se almacenaban los restos.
Desire, director adjunto de biología forense en la oficina del forense, dijo que ésta no cejará en su propósito de lograr tantas identificaciones como le sea posible.
“La dedicación de este equipo continúa tan firme como hace 10 años”, expresó Desire en entrevista reciente.
Sin embargo, lo prolongado de la investigación frustra a parientes de las víctimas, como Mercer.
“Es posible encontrar ADN (de personas) de la Guerra Civil, de la Primera Guerra Mundial y de la Segunda Guerra Mundial”, señaló. “¿Pero no se puede encontrar el ADN de los primeros socorristas (que acudieron a la emergencia) ni de civiles?
La batalla para identificar a los muertos del 11 de septiembre comenzó casi de inmediato tras los ataques en la ciudad de Nueva York, el Pentágono y en Shanksville, Pensilvania, donde cayó uno de los aviones secuestrados sin alcanzar su objetivo.
Los equipos forenses en los tres lugares afrontaron los desafíos de identificar los restos de las víctimas y los secuestradores. El FBI tiene en custodia los restos de algunos de los secuestradores.
En Pensilvania, el calor que generó el avión al estrellarse contra un campo causó la evaporación del 92% de los restos de las víctimas, lo cual dejó muy poco material para efectuar los análisis, dijo Wallace Miller, forense del condado que ayudó en las labores de identificación.
El ADN fue comparado con las 40 víctimas, más cuatro conjuntos de restos de los terroristas. A la fecha, distintos restos continúan diseminados en el campo donde cayó la aeronave.
(Con información de AP)
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