Han pasado pocos días, desde que la prensa internacional y específicamente la de Estados Unidos, ofrecía reiteradamente noticias sobre supuestas golpizas a un grupo de mujeres en Cuba.
El mencionado grupo fue acuñado internacionalmente como las damas de blanco, por la vestimenta utilizada cuando marchaban a una Iglesia Católica donde acostumbraban acudir al oficio religioso dominical, llevando consignas referentes a la libertad de sus esposos, quienes cumplían por ese entonces prisión.
Ya los esposos han sido puestos en libertad. Por cierto que muchos de ellos han reaccionado con desagradecimiento de mal gusto en contra de las autoridades españolas, las cuales se ofrecieron a recibirlos, abasteciéndolos además de comida y alojamiento, buscándoles trabajo y trasladándolos a las regiones con mayores perspectivas de empleo. Respecto a esas gestiones han tenido respuestas airadas, exigiendo condiciones que escasamente y casi nunca pueden ser ofrecidas, ni siquiera a los nacionales españoles, debido a la terrible crisis económica por las que atraviesa España.
Las esposas de los presos liberados que no quisieron abandonar el país, han continuado con las marchas, esta vez pidiendo que sean puestos en libertad todos los “prisioneros políticos, en cárceles cubanas.
En primer lugar los familiares de esos supuestos presos que aún están en las cárceles cubanas brillan por su ausencia en dichas manifestaciones. Por otra parte los “presos políticos” de esas señoras, ya liberados, trabajaban o recibían ayuda de organismos estadounidenses, fundados con la intención de dirigir los procesos políticos de terceras naciones, especialmente aquellas que no responden por entero a los intereses económicos de Estados Unidos. Por consiguiente no sabemos exactamente a qué se refieren cuando hablan de “políticos” o cuando reclaman “a los restantes que aún permanecen en las prisiones”, porque ni se trata de presos políticos ni sabemos de otros presos.
Todo indica que la presencia de esas mini protestas, responden al plan de desestabilización confeccionado desde hace más de cincuenta años por el Departamento de Estado y los órganos de inteligencia de Estados Unidos, para provocar el derrocamiento del gobierno cubano.
Significativamente, coincidiendo con una época donde se están produciendo cambios y reformas en Cuba, para ajustar precisamente la dirección del sistema político cuyo objetivo es lograr mayor justicia y participación ciudadana en los asuntos colectivos, se han arreciado estas mini demostraciones de gente aislada. Parejamente debemos recordar que el Congreso de Estados Unidos ha aprobado un presupuesto de 20 millones de dólares, con miras a subvencionar a aquellas personas en Cuba que se muestren dispuestas a realizar campañas en contra del gobierno. O sea, es un presupuesto para financiar a la oposición política en Cuba. Evidentemente ningún país tolera semejante intervención, ni está dispuesto a permitir la presencia de quinta columnistas al interior de sus asuntos políticos.
Es una coincidencia significativa, que cuando más libertades han sido introducidas en el proceso interno de gobernación cubano, la prensa internacional, especialmente aquella bajo el control de corporaciones vinculadas con Estados Unidos, otorgue tanta cobertura a personas aisladas, dando la impresión que un gran movimiento en contra del gobierno, se está produciendo en esa Isla. Realmente es un vejamen que eso suceda en contra de una nación, que durante más de cincuenta años ha estado rodeada de agresiones beligerantes, dirigidas por los organismos militares estadounidenses. No es de dudar que estemos frente a una prensa que también está pagada. De hecho han salido a la luz noticias de periodistas inmorales, recibiendo cheques de emisoras financiadas por el gobierno de Estados Unidos dedicadas a hacer propagando en contra del gobierno cubano y al propio tiempo han estado en la nómina de cierta prensa privada. Precisamente, en el caso de una apelación pendiente ante los tribunales de Estados Unidos, por falsa acusación de espionaje en contra del cubano Gerardo Hernández, una de las pruebas que presentará la defensa es la evidencia de periodistas que cobraron 250 mil dólares del gobierno de Estados Unidos quienes, durante dicho proceso judicial, se dedicaron a demonizar en sus publicaciones a los acusados, en un caso que nada tenía que ver con espionaje.
En los últimos días se han opacado un poco los supuestos escándalos sobre cacerolazos en mercados cubanos, protestas en escalinatas y palizas de ficción.
En Cuba la gente continúa con la esperanza de que los cambios y reformas para ajustar su sistema político y convertirlo en una maquinaria social eficiente constituyan un asunto serio, que el nuevo gobierno precedido por Raúl Castro, llevará a cabo con buen éxito contra viento y marea. Ese es el espíritu reinante, lo cual no significa que no existan tensiones y premuras contenidas.
La mayoría de las personas se cuestionan por qué protestan algunas decenas de gente que son multiplicadas como panes cristianos por cierta prensa que nada tiene que ver con Cristo y mucho menos con aquel milagro. Diez personas son convertidas en miles y un empujón parece una de esas moleduras a palos y trancazos que acostumbran practicar las autoridades en Europa, Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica. Es de observar que actualmente el continente suramericano es más benigno y consecuente en términos de la represión que los “paladines de la democracia”.
Realmente no sabemos por qué esa docena de personas protesta en Cuba, cuando tantos organismos sociales existen para canalizar aportaciones ciudadanas a los ajustes que se planifican y realizan. Excepto que se trate de un trabajo asalariado o algún retruécano mental de esos que a veces nos llenan la vida de confusiones, los alaridos de estas “damas” no son explicables.
Felizmente se han callado en los últimos días. Quizás piensen que hacen el ridículo, en un país que afanosamente busca vías para salir de sus problemas, en medio de las dificultades creadas por un bloqueo económico y las conspiraciones solapadas y manifiestas, dirigidas desde el Departamento de Estado de Estados Unidos. Quizás sea porque no ha llegado el cheque que justifique la marcha, aunque no me agrada pensar en esos términos, pero existen tantas evidencias en ese sentido, que se hace un poco difícil desconocer el hecho.
Por lo pronto, es una gran cosa que permanezcan tranquilas. No porque hagan daño, sino porque los trabajos ignominiosos pueden causar problemas a la salud y como la medicina es gratis en Cuba, es bueno que eviten enfermarse y así contribuyen al ahorro de recursos, algo que en el mundo se va convirtiendo en asunto de vida o muerte.
En realidad las damas de blanco más que significar un grupo de mujeres se han convertido en un reguero de fichas, donde solamente existe un jugador sentado en su despacho del Departamento de Estado de Estados Unidos. Es un verdadero juego de “damas”, prefabricado, dirigido y con un desenlace preconcebido. A estas alturas del conocimiento humano, sobre intrigas palaciegas, conspiraciones de los grandes poderes y corrupciones inimaginables, la partida de estas “damas” ya resulta un juego aburrido.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EE.UU. y subdirector de Radio Miami
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