Si 2.000 activistas del movimiento conservador Tea party se manifestaran en Wall Street, probablemente habría la misma cantidad de periodistas cubriendo el acontecimiento. 2.000 personas de hecho ocuparon Wall Street el sábado. No llevaban pancartas del Tea party ni la bandera de Gadsden con la serpiente en espiral y la amenaza ‘No te metas conmigo’. Pero su mensaje era claro: “Somos el 99 por ciento de la población que ya no tolerará la codicia ni la corrupción del 1 por ciento restante”, dijeron. Allí estaban, la mayoría de ellos jóvenes, protestando contra la especulación prácticamente no regulada y descontrolada de Wall Street, que provocó la crisis financiera mundial.
Uno de los multi-millonarios más conocidos de Nueva York, el alcalde Michael Bloomberg, comentó acerca del momento en que vivimos: “Muchos jóvenes que salen de la universidad no encuentran trabajo. Eso es lo que sucedió en El Cairo, es lo que sucedió en Madrid. No queremos ese tipo de disturbios aquí”. ¿Disturbios? ¿De eso realmente se trataron la Primavera Árabe y las protestas en Europa?
Quizá para desilusión del Alcalde Bloomberg, lo que sucedió en Egipto y en Europa es justamente lo que inspiró a muchas personas a ocupar Wall Street. En un reciente comunicado, la coalición de organizaciones que se están manifestando en Wall Street dijo: “El sábado realizamos una asamblea general de dos mil personas. El lunes a las 8 de la noche aún estábamos ocupando la plaza, a pesar de la constante presencia policial. Estamos construyendo el mundo que queremos, en base a la necesidad humana y a la sustentabilidad, en lugar de a la codicia de las empresas”.
Hablando del Tea party, el gobernador de Texas, Rick Perry, viene provocando altercados en forma permanente durante los debates presidenciales republicanos con su declaración de que el venerado sistema de seguridad social de Estados Unidos es “una estafa de tipo Ponzi”. Charles Ponzi se dedicó a estafar a miles de personas en 1920 mediante la promesa fraudulenta de que recibirían grandes ganancias a partir de inversiones. Una típica estafa Ponzi consiste en tomar el dinero de una serie de inversores y pagarles con el dinero de nuevos inversores, en lugar de pagarles a partir de ganancias reales. El sistema de seguridad social de Estados Unidos es de hecho solvente: tiene un fondo fiduciario de más de 2,6 billones de dólares. La verdadera estafa que amenaza al pueblo estadounidense es la insaciable codicia de los bancos de Wall Street.
Entrevisté a uno de los organizadores de la protesta “Ocupemos Wall Street”. David Graeber es profesor en Goldsmiths, Universidad de Londres, y es autor de varios libros. Su obra más reciente es: “Deuda: Los primeros 5.000 años”. Graeber señala que, en medio de la crisis financiera de 2008, se renegociaron deudas enormes entre bancos. Sin embargo muy pocas hipotecas recibieron el mismo trato. Graeber dice: “Las deudas entre los muy ricos o entre gobiernos siempre pueden ser renegociadas y, de hecho, siempre ha sido así en la historia mundial. No están grabadas en piedra. En términos generales, cuando los pobres tienen deudas con los ricos, de pronto las deudas se convierten en una obligación sagrada, más importante que ninguna otra cosa y la idea de renegociarlas se vuelve impensable”.
El Presidente Barack Obama recientemente propuso un plan de creación de empleo y mayores esfuerzos para reducir el déficit. Una de las propuestas es el llamado “impuesto a los millonarios”, que cuenta con el apoyo del multi-millonario y partidario de Obama, Warren Buffet. Los republicanos denominaron al impuesto “guerra de clases”.
Graeber comenta: “Durante los últimos 30 años hemos visto a los más ricos de nuestra sociedad librar una guerra política contra todos los demás y esta es la jugada más reciente de esa guerra, una medida que es totalmente disfuncional desde el punto de vista político y económico. Y este es el motivo por el cual los jóvenes simplemente han abandonado cualquier idea de recurrir a los políticos. Todos sabemos lo que sucederá. Los impuestos propuestos son una especie de simulación de gesto populista, que todos saben que será desechado. En realidad, lo que probablemente suceda es que habrá más recortes a los servicios sociales”.
Afuera, en la fría mañana del martes, los manifestantes iniciaron su cuarto día de protestas con una marcha en medio de una fuerte presencia policial e hicieron sonar la campana de apertura de “la bolsa del pueblo” a las 9.30 de la mañana, exactamente a la misma hora que suena la campana de la Bolsa de Nueva York. Mientras los banqueros permanecen seguros dentro de sus bancos rescatados, afuera, la policía arresta a manifestantes. En un mundo justo, con una economía justa, cabría preguntarse, ¿quién debería estar pasando frío afuera? ¿Quién debería ser arrestado?
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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