Desde noviembre de 2010, Camila Vallejo Dowling, una licenciada en Geografía de 23 años, preside la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). En menos de un año, gracias la elocuencia y claridad de su discurso se ha convertido en una líder carismática del renaciente activismo estudiantil, muy valorada por la ciudadanía. Nieta de militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), hija de comunistas y militante a su vez de las Juventudes Comunistas de Chile, esta joven dirigente considera que la médula del movimiento estudiantil que en los últimos meses está convulsionando la vida política y social en su país radica en la errónea concepción que se tiene allí de la tarea educativa, así como del rol que juega el Estado en este asunto.
Para Vallejo, la educación en su país, así como otros servicios básicos como la salud y la vivienda, son excesivamente caros y tanto el acceso a los mismos como su provisión de calidad están restringidos a quienes tienen la posibilidad y el privilegio de pagarlos. “El Estado -afirma- debe responsabilizarse de garantizar el derecho a la educación, proveyendo y financiando una enseñanza gratuita de calidad y acceso equitativo, y regulando a la vez la educación privada sin que primen los afanes de lucro. Sólo así se fortalecerá la educación pública y con ello el desarrollo humano, social y económico de la nación”. Es muy positivo, para Camila Vallejo, al tiempo que novedoso, que las movilizaciones estudiantiles estén teniendo la comprensión y el apoyo de la mayoría de la población, puesto que hace mucho tiempo que no se lograba rebatir con tanta fuerza el sentido común neoliberal que existe en el país desde la dictadura.
¿Quizá por eso el respaldo a Sebastián Piñera ha decrecido hasta el 27%, con un 68% de los chilenos que según las últimas encuestas desaprueba su gestión? ¿Tan torpe ha sido la respuesta del gobierno a sus demandas?
El actual gobierno de derecha no ha tenido voluntad política para responder a las demandas de la ciudadanía. Se ha mostrado intransigente ante las peticiones y ha impuesto su línea ideológica sobre la mayoría del país. Esto es grave porque significa que está gobernando solo para unos pocos, para quienes hoy sacan provecho del sistema educativo y no quieren entender que existe una crisis, imposible de de resolver si no es cambiando su estructura desde la base. Por otro lado, la creciente manifestación social ha hecho que el gobierno muestre una faceta que había querido evitar, que es la de la represión, de ahí que la percepción general sea que no ha estado a la altura de las circunstancias, y la población no quiere un gobierno así.
Usted ha dicho que los medios de comunicación en Chile fomentan el desprestigio de los movimientos sociales. ¿Está ocurriendo eso con el movimiento estudiantil?
Los periódicos pertenecen en un 98% a dos grandes conglomerados que prácticamente poseen una misma línea editorial, muy ligada a los sectores conservadores, por lo que son un gran obstáculo para buscar el apoyo ciudadano. Los diarios suelen desinformar al descontextualizar las declaraciones de los estudiantes, tergiversar nuestras demandas o simplemente evadir hechos sociales importantes. Los canales de televisión abierta tampoco son muy distintos. Suelen dar mensajes tendenciosos y parcelados, sin cumplir con su labor de informar objetivamente ni de ser pluralistas. De hecho, en muchas ocasiones, cuando los noticieros hablan sobre educación o del movimiento estudiantil, muestran imágenes de encapuchados o de destrozos, promoviendo una imagen errónea de nuestro movimiento. Después de que denunciáramos públicamente esas actitudes, algunos programas de televisión comenzaron a investigar el verdadero rostro de nuestras demandas., pero las líneas editoriales de los canales no han cambiado.
¿Hasta qué punto se pueden identificar las reclamaciones de los estudiantes con las claves de cambio social planteadas por el ex presidente Salvador Allende en su discurso pronunciado en la Universidad de Guadalajara de México en 1972?
Yo creo que ese discurso es para muchos jóvenes entre los que me incluyo muy inspirador. Es muy impactante saber que Chile tuvo un presidente que realmente representaba el sentir de lo que hoy seguimos exigiendo. Probablemente si el golpe de estado no se hubiese perpetrado, nuestro sistema educativo sería muy distinto. En ese discurso hay ideas muy relevantes, que nos tocan como estudiantes universitarios y como futuros profesionales, y además recalca algo que a veces se nos olvida: que la revolución no pasa únicamente por la universidad. Esa frase se refiere a que los cambios profundos sólo son posibles si todo el país, sus trabajadores, dueñas de casa, jubilados, todos junto a los estudiantes se convierten en actores sociales. En eso están ahora muchas organizaciones sociales trabajando, en busca de la reconstrucción del tejido social perdido en la dictadura. Por eso es que legados como el de Allende nos sirven de punto de partida para nutrir las luchas sociales actuales.
¿Qué opina del criterio del escritor Mario Vargas Llosa, condecorado el año pasado por el presidente Piñera con la orden al mérito docente y cultural Gabriela Mistral, para quien Chile es un modelo como régimen político y económico?
Esa es la imagen de Chile que algunos pretenden “exportar”, ignorando la realidad de que prácticamente el 80% de la población vive endeudada, o que el 60% del país vive con menos de 165.000 pesos mensuales per cápita [en torno a 180 euros], cuando hay aranceles universitarios de más del doble de esa cifra; que el sueldo mínimo son tan sólo 182.000 pesos [poco más de 200 euros] y que únicamente el transporte de una persona en un mes consume más del 20% de ese ingreso. No sé para qué persona puede resultar modélico un régimen que pretende eliminar la exclusión social abriendo más cárceles y cerrando escuelas públicas.
¿Qué significa ser comunista hoy, según su personal convencimiento, y qué enseñanzas ha sacado de la educación familiar recibida? ¿Cree posible un socialismo democrático en Chile y América Latina?
En nuestro país, donde ha primado un sentido común básicamente neoliberal desde la imposición de la dictadura, los valores de la izquierda (solidaridad, fraternidad y justicia social) representan lo que sobrevivió a aquellos 17 años de oscurantismo. Pero no solo representan el pasado, sino que hoy vuelven a reflotar cuando los estudiantes proponemos un modelo de educación acorde con las necesidades y necesita de dichos valores para sustentarse. Mi familia trato de inculcármelos, afortunadamente. Creo que un proyecto político de izquierda no sólo tiene vigencia, sino que es necesario para superar la profunda desigualdad que nos aqueja como país y es consecuencia de nuestro fracasado sistema económico. En ese sentido admiro mucho a los países que se han atrevido a dar pasos en ese camino y confío en que Chile algún día, más temprano que tarde, no sea una lamentable excepción, atreviéndose a construir un referente político y social propio.
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