Mientras las partes intentan acercar posiciones, muchos jóvenes buscan en Argentina la gratuidad de la enseñanza que no consiguen en su país.
Cuando se decidió a comenzar sus estudios en Diseño, Imagen y Sonido, la santiaguina Victoria Giesen supo que le costarían por lo menos 500 dólares mensuales. Entonces llegó a la misma conclusión que miles de jóvenes chilenos. Cruzó la Cordillera de los Andes y se radicó en Argentina, donde las universidades estatales son totalmente gratuitas.
“Para mí todo me parecía maravilloso cuando recién vine. No lo podía creer, no podía creer que tuviera la posibilidad de estudiar ‘tan gratis'”, cuenta Victoria.
Las autoridades educativas argentinas miran incluso con entusiasmo la llegada de alumnos extranjeros a las aulas y la consideran como una posibilidad para fortalecer el papel de su país en la región. Según el secretario de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires, Marcelo Tobin, “es beneficioso que la Argentina se convierta en un polo académico, dando formación a futuros dirigentes latinoamericanos, una formación que va a estar impregnada del pensamiento argentino”.
La opción de cursar alguna carrera en universidad en el exterior se ha ido expandiendo efectivamente entre los jóvenes cuando comenzaron las marchas de protesta de los estudiantiles en Chile. Éstos exigen que el gobierno central vuelva a administrar la primaria y la secundaria, que se prohíba a las instituciones privadas beneficiarse de la enseñanza y que se garantice en la Constitución el derecho a una educación pública de calidad. “La comunicación con los países de alrededor nos llevó a replantearnos un poco ‘¡Ey! ¡No puede ser que nuestra educación no sólo no sea gratuita sino que tenga estos aranceles! ‘”, dice Victoria Giesen.
Y es que desde 1980, en tiempos del dictador Augusto Pinochet y en el periodo de auge del neoliberalismo, el Estado comenzó a dejar la educación en manos privadas. Hoy, recibir una formación en una universidad tradicional puede costar una suma imposible de pagar para muchos.
Las autoridades y los estudiantes intentan acercar sus posturas, pero por ahora sin mucho éxito. Recientemente el ministro de Educación chileno, Felipe Bulnes, anunció que el gobierno “está optimista en que finalmente logre destrabar este conflicto.”
Hace poco el presidente Sebastián Piñera propuso otorgar becas al 40 % de los estudiantes más pobres del país, lo que fue rechazado por el colectivo de secundaria que demandaba la medida para todos. El descontento aumentó después de que el gobierno fijara un plazo en el que los estudiantes deben volver a clase.
Por otro lado, los alumnos se niegan a iniciar el diálogo si este no abarca el fin del lucro de las universidades privadas que reciben aportes del Estado. Pero las autoridades han insistido en que no son partidarias de poner fin a esta política, sino sólo de regularla.
(Con información de Actualidad RT)
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