Vienes de Europa, has estado en España, has estado en Italia. Hay un fenómeno muy peculiar en España, que tiene que ver con los jóvenes ¿Cómo lo ves?
—Estuve mucho en la Puerta del Sol y en Plaza Cataluña, que fueron los dos campamentos más importantes de la rebelión juvenil que atraviesa todas las edades, porque ahí había gente desde bebés hasta viejitos en silla de ruedas, todos mezclados en un clamor común muy digno, no violento, de reacción colectiva contra una situación insoportable. En España hay medio millón de desalojados y 5 millones de desempleados.
—Los llaman parados.
—Parados, sí, en el lenguaje ibérico, que de golpe se han encontrado de buenas a primeras con que están pagando una crisis de la que no son responsables.
—No sólo se da ese fenómeno en España. Lo pudiste palpar en otras partes de Europa.
—Sí, claro, en todas partes está ocurriendo y es que Europa está súbitamente descubriendo que América Latina o el África no quedaban tan lejos, porque están padeciendo ahora las cosas, los programas de gobierno del supergobierno que gobierna a los gobiernos, que es el FMI.
—¿Cómo hilas una cosa con la otra?
—Están sufriendo ahora algunos países de Europa, no todos pero buena parte, cataclismos que eran característicos de la América Latina o del África y eso está hasta en las consignas que los muchachos pintaron en las plazas.
—Esos jóvenes dejan claramente estampada su posición y sus sentimientos.
—Su indignación. Ellos se llaman a sí mismos “los indignados”. Ese movimiento ahora está cobrando dimensión universal. Yo he coincidido con ellos desde mucho antes de que ellos se llamaran así. Creo que es la única frontera digna de fe y de respeto en el mundo la que separa a los indignos de los indignados. Y estos son los indignados. Tomé nota de algunas de las frases que recogí en los campamentos de Plaza Cataluña y de la Puerta del Sol.
— ¿Y qué dicen?
—Son muy reveladores, frases hechas espontáneamente como grafitis o a veces cartelitos, pero no son cosas programadas por nadie sino muy espontáneas y a veces las cosas espontáneas son el verdadero espejo de la vida porque no han tenido ninguna manipulación. “Desde hace mucho tiempo se toman las decisiones por nosotros sin nosotros”. “Somos nadie y estamos aquí”. “Esta es la revolución del sentido común”. Porque el sentido común indica que esto, estas masas enormes de gente joven, no tiene por qué pagar…
—Los platos rotos
—Los platos rotos de otros. Y eso es de sentido común. Algo así como lo que dicen los griegos y también los islandeses: “Esta deuda no es nuestra deuda”. Es decir, ¿por qué el mundo entero tiene que pagar los platos rotos de la bancarrota de los grandes banqueros, del capital financiero, de los especuladores sin freno? “Mandan los mercados”, dice otro letrero “pero yo no los voté”. Y eso es verdad, porque el FMI, que yo sepa, no se ha presentado a ninguna elección. Nadie los vota. ¿Quién vota al FMI? ¿Quién le dice “ese programa es muy bueno, ese programa que manda al tacho de la basura dos siglos de conquistas obreras es un maravilloso programa sobre todo para los trabajadores”? ¿Quién va a votar a alguien que promete eso? Después, algún cartelito más que tengo aquí. “La llaman crisis pero es estafa”. “Se alquila clavo económico”. Eso lo tenía uno colgado al pecho. Este es un cartel muy crítico para la izquierda “¿Dónde está la izquierda? Al fondo a la derecha”. Y por último uno que me tocó mucho que me parece el más lindo de todos: “Si no nos dejan soñar no los dejaremos dormir”.
—Muy fuerte ese
—Muy fuerte y bello. Es un movimiento absolutamente pacífico. Además, la ocupación de las plazas, que (…) nunca estuvieron tan limpias, nunca. Está bien organizadito todo, están cuidadosos.
—Civilizados
— Civilizadísimos, claro. Más civilizados que los que arreglan todo a bombazos. Las grandes potencias son las que actúan de un modo nada civilizado.
—Estuviste también en Italia
—También en Italia, donde los amigos querían que me quedara porque les di tan buena suerte. No sé si habrá sido coincidencia, pero llegué y resultó que Berlusconi perdía posiciones que parecían invulnerables en ciudades como Milán o Nápoles, un resultado electoral imprevisto, y después vino el referendo sobre el agua y ganó el agua como derecho de todos y no como negocio de pocos. Creo que es el segundo país que lo hace. El primero fue Uruguay, donde también yo estaba metido en eso. Tuvimos como el 70% de votos a favor del agua como derecho, no como negocio.
—El agua es un tema clave
—Después la energía nuclear, que ahora con lo que pasó en Japón es un “párate” importante. La gente votó contra la energía nuclear. Y después en Italia el más importante de los puntos que era el fin de la impunidad del poder, lo que los italianos llaman las leyes salvasilvios.
—Salvar a Silvio Berlusconi
—Son todas leyes destinadas a facilitar el trabajo del ejército de abogados que tiene Berlusconi, que en términos futboleros son especialistas en tirar la pelota afuera hasta que los procesos prescriben. Y una vez que prescriben, chao, se acabó. Contra eso también la gente votó por abrumadora mayoría.
—Aquel momento histórico donde el presidente Chávez le entrega a Obama en la Cumbre de las Américas un ejemplar de tu libro Las venas abiertas de América Latina… ¿Tu reacción?
—Fue un gesto simbólico, que le agradezco muchísimo. Me honra que haya elegido como símbolo ese libro que escribí hace unos años pero que lamentablemente no ha perdido vigencia.
—¿Dónde está América Latina respecto a esa fotografía que tú le tomaste en ese momento de la historia y dónde la ves hoy?
—En general te diría que las cosas han cambiado en estos 40 años porque el libro es del 70. Han cambiado para bien en el sentido de que hay signos de una energía nueva, o una energía que ha resucitado con mucha fuerza. Es la energía del cambio. Está produciendo algunas sorpresas muy interesantes en varios países, que corren a favor de la historia, no en contra. Lo que yo quise hacer era contar la contrahistoria de cinco siglos de desdichas corridas en nuestras tierras para que se difundieran algunos datos, algunas informaciones útiles, con la mirada puesta en los tiempos que vienen sobre todo en un tema que para mí es fundamental, que es la defensa de los recursos naturales.
—Inmediatamente que el presidente Chávez le entregó la copia a Obama pasó a ser el libro más vendido
—Sí, sí.
—¿Sabías que lo iban a entregar?
—¿Que le iba a dar el libro? Ni idea. Me acosté a dormir y a la mañana siguiente salgo con mi perro, el difunto y adorado Morgan, mi gran compañero que lamentablemente murió, y empiezo a recibir felicitaciones inauditas. “Eduardo, te estás forrando, lo que estás ganando”, hablando del libro ese de Las venas abiertas o de mi propia tarea, mi obra, mi vida, como si yo fuera un mercader de la literatura.
—Estamos viendo una América Latina donde una cantidad importante de países han consolidado una visión de izquierda. ¿Cómo tú ves países de América Latina con esa visión de izquierda, otros con una visión de derecha? ¿Cómo funcionan?
—No creo tanto en esas cosas. Hay que tener cuidado con las etiquetas. De izquierda, derecha, cuidado. La realidad es asombrosa. Lo mejor que ella tiene es su capacidad de asombro. Entonces hay que tener cuidado de no meterla en un frasco, de no ponerle una etiqueta en la frente.
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