Primero fue el sargento Shamar Thomas, quien tras combatir en Irak encontró un nuevo campo de batalla…en la Gran Manzana. Los manifestantes del parque de Zuccoti atestiguaron cómo este héroe militar se enfrentó a la policía para protegerlos. “¿Por qué tratan así a sus compatriotas? Yo estuve en Irak durante catorce meses por mi gente. Estas personas no llevan armas. ¿Por qué los maltratan? No hay ninguna razón. ¿Cómo pueden dormir por la noche? No hay honor en todo esto”, les decía mientras los agentes arremetían contra los “indignados”.
Así, el escarnio público que hizo el sargento Thomas de los policías se hizo popular entre otros veteranos de guerra, que inspiró a un grupo de ex combatientes para crear una rama defensiva del colectivo ´Ocupa Wall Street´.
Esto, sumado al hecho de que la guerra de 9 años que EE. UU. mantuvo en Irak podría terminar el próximo 31 de diciembre cuando sus 40.000 efectivos regresen a casa, comienza a llamar la atención del mundo.
Mientras unos se preocupan por la posible radicalización de los enfrentamientos, otros están pensando que la simpatía que los veteranos muestran al movimiento de indignados podría fortalecer la lucha por un “mundo más justo”.
Y aunque los métodos represivos empleados por los agentes del orden público siguen siendo fuertemente criticados, la política de oídos sordos se mantiene.
La historia del sargento Thomas ejemplifica bien lo que podría ocurrir al regreso de miles de combatientes estadounidenses. Luego de servir en dos campañas en Irak, soldados como Thomas saben bien qué se siente cuando eres “el malo” de la película.
“Varias personas empezaron a lanzar piedras y todos les siguieron. Una de las piedras alcanzó la cara de un compañero. Pero nadie hizo nada, después de eso se marcharon tranquilamente. Nadie fue arrestado”, contó estupefacto, al ver que los policías estadounidenses reprimían a los civiles desarmados en su propio país.
En un lenguaje militar explica su visión del problema: “Los activistas ahora son ´blancos descubiertos´ suceptibles de agresión policial. No vi a los policías neoyorquinos enfrentarse a ellos uno a uno. Siempre hay varios, tres, cuatro, cinco, pero nunca están solos. Eso es brutalidad policial.”
El veterano participó en cincuenta misiones en territorio iraquí y cuando le preguntan si valió la pena todo ese sacrificio, su respuesta es una perla de muestra del factor “decepción” con el que regresarán las tropas estadounidenses: “No, absolutamente no. ¿Qué hemos sacado de esto además de muertes y diferentes agendas políticas? Es una máquina de guerra de los políticos. Esta máquina de guerra no es para la gente. El pueblo norteamericano ni siquiera puede protestar pacíficamente, ¿cómo podemos ir a otro país para defender los derechos del pueblo, cuando no podemos realizar pacíficamente manifestaciones aquí?”
(Con información de Actualidad RT)
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