El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 destruyó millones de puestos de trabajo y desde entonces el desempleo no dejó de aumentar casi sin interrupción, alcanzand en el tercer trimestre de 2011 un 21,52%, su nivel más alto leados.
Tras un retroceso de 3,7% en 2009, y de 0,1% en 2010, la economía creció muy débilmente en el primer trimestre (+0,4%) y en el segundo (+0,2%) antes de caer a cero en el tercero.
En términos interanuales, la progresión es sólo del 0,8%, dato que frente al actual estancamiento debería mantenerse como crecimiento anual para 2011, reconoció el gobierno, que hasta recientemente preveía que la economía creciese un 1,3% este año.
Numerosos analistas predicen que el país volverá a caer en la recesión a principios de 2012, apenas dos años después de haber salido de ella.
El país emprendió un exigente programa de reducción del déficit público, que en 2009 alcanzó el 11,1% y en 2010 un 9,3%. El objetivo para este año es reducirlo a 6% y posteriormente a 4,4% en 2012 y 3% en 2013.
Para lograrlo, el saliente gobierno socialista impuso una cura de austeridad, con medidas que le costaron su popularidad como la reducción del 5% del salario de los funcionarios, la congelación de las pensiones y el retroceso de la edad de jubilación de 65 a 67 años.
Pero los gobiernos regionales (Comunidades Autónomas) amenazan esta trayectoria debido a sus elevados niveles de déficit y deuda públicos. Después de haber aprovechado la bonanza económica durante el periodo de burbuja inmobiliaria, no supieron atajar el gasto a tiempo.
Cada año de déficit se suma a la deuda pública, que ya asciende al 65,2% del PIB. Pese a situarse unos 20 puntos por debajo de la media europea, este nivel de deuda es superior al límite de 60% fijado por el Pacto de Estabilidad de la UE.
A esto se agrega una enorme deuda privada, heredada de la burbuja inmobiliaria: en 2010, según el FMI, los hogares españoles acumulaban una deuda bruta equivalente a 90% del PIB y las empresas 205%.
El sector bancario, en particular las cajas de ahorros regionales, es una fuente recurrente de preocupación en los mercados.
También sufre las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria. Después de haber prestado generosamente tanto a promotores inmobiliarios como a hogares, los bancos se encuentran con 176.000 millones de euros (unos 237.000 millones de dólares) de créditos problemáticos y con numerosos edificios y terrenos confiscados por impago.
Para tranquilizar a los mercados, España lleva a cabo un vasto plan de reestructuración del sector, al que impuso mayores porcentajes de solvencia.
Pero no es suficiente: la Autoridad Bancaria Europea (EBA) cifró recientemente en 26.160 millones de euros (unos 35.350 millones de dólares) las necesidades de recapitalización de los cinco mayores bancos españoles, uno de los montos más elevados de Europa.
(Con información de AFP)
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