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Debuta la CELAC con muchas ilusiones, pero con un clavo

Por: Emilio Marín, La Arena

La CELAC podría parafrasear a la Mafalda de Quino en eso de “que yo nacía, nacía”. Le habían dado fecha de parto para el 5 de julio de 2011, luego que 33 países dieran su consentimiento en la cumbre de Cancún, México. Confluían allí la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) y el Grupo de Río. No habían decidido el nombre; unos preferían CALC, otros CELAC.

De golpe una semana antes del nacimiento previsto en la Isla de Margarita, la grave enfermedad de Hugo Chávez, el partero, obligó a postergar el asunto. Chávez había caído gravemente enfermo y debía continuar su tratamiento en Cuba, según explicaron el vicepresidente Elías Jaua y el canciller Nicolás Maduro.

Y como la política tiene sus plazos flexibles, a diferencia de la obstetricia, el parto pasó para el 2 y 3 de diciembre en Caracas, con sede en el fuerte militar Tiuna. La Isla de Margarita perdió su oportunidad. Otra vez será.

Esta vez han confirmado su presencia muchos mandatarios de América Latina y el Caribe, entre ellos Chávez, Cristina Fernández, Dilma Rousseff, Evo Morales, José Mujica, Rafael Correa, Fernando Lugo, Daniel Ortega, Raúl Castro, Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos (Colombia), Álvaro Colom (Guatemala), Porfirio Lobo (Honduras), Felipe Calderón (México) y Bharrat Jagdeo (Guyana).

En dos días más estará asomando la CELAC, con 33 países que tienen más de 550 millones de personas (otros estiran la cifra hasta 596 millones) y un territorio común de 20 millones de kilómetros cuadrados.

Esos datos hablan por sí mismos sobre la importancia del espacio político, económico y cultural. Las grandes potencias y el imperio en decadencia no tendrán más remedio que tenerlo en cuenta. Además, por si no estuvieran enterados, en estas semanas hubo mandatarios como el ecuatoriano Correa, legisladores de Venezuela y el coordinador de la ALADI, que proclamaron la negativa de la región a ser el “patio trasero” de Estados Unidos.

El dato muy auspicioso es que quedaron afuera de la nueva organización EE UU y Canadá. No quiere decir que Washington carezca de aliados y peones suyos al interior de la entidad pues tiene al menos cinco muy notorios (los mandatarios de Colombia, México, Chile, Panamá y Honduras). Pero éstos tendrán que lidiar en banda sin el concurso personal de sus jefes políticos del Departamento de Estado. Deberán basarse en sus propias fuerzas, en medio de un conglomerado progresista que no tiene la marca del imperio en el orillo.

La reunión será muy bien recibida por la población bolivariana. Pero Caracas también tiene su parte rica y concheta, reserva de los grupos golpistas y desestabilizadores en sintonía con Miami. Debe ser por eso que el gobierno venezolano tomó previsiones de seguridad. Unos 1.500 hombres de la Guardia Nacional Bolivariana serán desplegados para garantizar la seguridad de las delegaciones extranjeras, según precisó el mayor general Luis Motta.

Parece una decisión prudente. El imperio está furioso porque lo dejan afuera de una comunidad que tiene condiciones para convertirse en una OEA buena y superar el “ministerio de colonias”, como la llamó el cubano Raúl Roa.

Integración regional

A propósito de Cuba, es apenas una feliz coincidencia que la apertura de las deliberaciones de la cumbre, el 2 de diciembre, coincida con el aniversario 55 del desembarco del yate Granma en la costa de la isla, con Fidel Castro y los revolucionarios venidos desde México. En la cartera de Hillary Clinton deben creer en una conjura “castro-chavista”.

La importancia de la criatura a punto de nacer es que profundizará la relación de la región en el plano político. No es que hasta ahora se tratara de una carencia absoluta; desde 2008 existe la Unasur y aún desde antes estaba el Grupo de Río, que ese año dio la bienvenida a Raúl Castro en su cita de Costa da Sauipe, en Bahía (Brasil).

Pero el acercamiento entre los países de la región tenía una estructura básicamente económica y comercial, caso del Mercosur. Se empezó por allí pero se fue escalando en el terreno político, en ver las afinidades y la conveniencia de actuar en forma de bloque frente a los grandes países que imponen la agenda y algo más en los asuntos mundiales.

La CELAC viene a profundizar esos esfuerzos políticos hacia un emblocamiento de América Latina y el Caribe, justo en momentos en que el sistema capitalista global está en llamas. Esta crisis fue lo que decidió a los presidentes latinoamericanos a dar la luz verde al nuevo organismo, incluso a los defensores de la “relación especial” con EE UU.

Esa política integracionista surge por diferentes razones: unos gobiernos progresistas la adoptaron por principios y otros, más oportunistas, estuvieron de acuerdo con la CELAC por motivos de conveniencia. Hoy el Primer Mundo tiene muchas cosas que antes afeaban al Tercero, en materia de recesión, desempleo, deudas, ajustes, etc.

Fander Falconí, secretario nacional de Planificación y Desarrollo del gobierno de Ecuador, graficó la importancia de esa complementación y el comercio con otros países tercermundistas. Según Falcón, “América Latina no mejora con el tiempo su inserción en los mercados globales, que prácticamente es el seis por ciento de su comercio exterior desde la década de 1970-1980”. Contrastó con que sí ha mejorado sensiblemente el comercio Sur-Sur.

Los cancilleres de los países miembros han preparado 19 proyectos de acuerdos para que firmen los presidentes, además de la Declaración de Caracas. Varios mandatarios han estado con anterioridad en Caracas, reunidos con el dueño de casa. El colombiano Santos estuvo allí el lunes 28 y Cristina Fernández se reunirá hoy con su colega bolivariano, pasando revista a una relación bilateral que ha sido fructífera para Argentina, mal que le pese a la administración Obama, la embajada norteamericana, el grupo Clarín y “La Nación”.

Política, punto fuerte y Aquiles

La Declaración de la CELAC y los 19 acuerdos puntuales seguramente propondrán metas en las cinco áreas convenidas: político, energético, de desarrollo social, ambiental o de cambio climático y económico-financiero. Sería de gran importancia que por fin se ponga en marcha el Banco del Sur, demorado por gobiernos sensibles al Banco Mundial y el FMI. Habrá que ver cómo se logra un grado de unidad suficiente, teniendo en cuenta las distintas procedencias y alineamientos políticos. Están por un lado los ocho integrantes del ALBA (Alianza Bolivariana de Nuestra América), que cubren el costado izquierdo. Santos, Calderón, Piñera, Lobo y Martinelli, están en otra postura, a la derecha del espectro. En el centro orbitan Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, entre otras naciones.

Hay un ausente notorio que pidió ser admitido aunque sea como observador: el sufrido y combativo pueblo de Puerto Rico, colonizado por EE UU desde 1898. El Frente Socialista de Puerto Rico pidió un lugar y exhortó a terminar con el colonialismo en Aruba, Martinica y las Islas Malvinas.

En este debut de la CELAC es posible que el clima unitario y hasta festivo (actuarán la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela y Calle 13, en un festival multitudinario), amortigüe las diferencias políticas entre los socios. Además de CELAC, se aprovechará la ocasión para reunir la Unasur y Petrocaribe.

Habrá numerosas alusiones al Libertador Simón Bolívar, que en 1815, en su Carta de Jamaica, planteaba avanzar hacia la integración latinoamericana y caribeña. Se recordará su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, en 1826, que no fue muy fructífero. Otros concurrentes a la CELAC hablarán del Bicentenario, de José de San Martín y próceres como el Mariscal Sucre, Bernardo O´Higgins, José Martí, José Morelos, José Gervasio Artigas, etc.

Pero bajo esa gala de patriotas y patriotismo habrá maniobras políticas non sanctas o contrabando ideológico. Por caso, el colombiano Santos debe disimular que firmó con Washington un Tratado de Libre Comercio y le concedió 7 bases militares, que apuntan contra el corazón bolivariano de Venezuela.

Y como él hay varios que de patriotas tienen sólo la escarapela. Uno de éstos, el chileno Piñera, sería designado presidente de la CELAC hasta diciembre de 2012. Se trata del empresario monopolista, pronorteamericano, perseguidor de mapuches y represor de los estudiantes. Hoy concluye en Chile un paro de 48 horas de los empleados estatales por salarios, estabilidad en el empleo y cese de despidos. Piñera es una frutilla podrida en la torta de la CELAC. Dicho de otro modo: la flamante organización será positiva pero tiene adentro varios Caballos de Troya.

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Etiquetas: América LatinaCELACChileVenezuela

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