Los debates para el VI Congreso del Partido Comunista Cubano, y los de este mes en los Consejos de Estado y Ministros, y en la Asamblea Nacional, significan que la revolución cubana está viva.
En abril pasado se hizo el VI Congreso del Partido Comunista Cubano, luego de debates con participación de millones de cubanos. El evento coincidió con los 50 años de la victoria sobre los invasores de Bahía de Cochinos. Como se sabe, en Playa Girón se proclamó el carácter socialista de la revolución.
Ese Congreso partidario aprobó reformas para actualizar el socialismo, procurar mejores resultados económicos y mejorar el nivel de vida de la población. Ese cambio se plasmó en los “Lineamientos de política económica y social” actualmente en vigencia.
El 23 de diciembre fue el cierre de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular presidida por Ricardo Alarcón. Allí fueron a rendir cuentas el ministro de Economía, Adel Yzquierdo, la ministra de Finanzas, Lina Pedraza, y el presidente del Consejo de Estado y de Ministros, general de Ejército Raúl Castro.
Causa sana envidia que –sin ningún pedido de interpelación- los ministros de un gobierno concurran al parlamento a informar con números, poniendo de resalto lo bueno y admitiendo las asignaturas pendientes y los errores. Y el mismo sentimiento embarga a los no cubanos al leer que ese mismo informe, balance, crítica y autocrítica hizo el mandatario Raúl Castro. Este venía ejerciendo esas funciones provisoriamente desde 2006, y en 2008 fue electo para el cargo. Desde el VI Congreso también ocupa el lugar de Primer Secretario del Partido que tuvo su hermano Fidel desde la fundación de la agrupación.
Ese sentimiento se convierte en admiración porque los ministros informantes ante la Asamblea y el presidente ratificaron que desde enero próximo los objetivos de la ley de presupuesto 2012 serán bajados a discusión en los centros de trabajo. Quieren que todos los trabajadores estén al tanto de esas metas y fundamentos, grosso modo (sin tecnicismos, como advirtió el titular de la Comisión de Economía, Osvaldo Martínez). Así habrá más posibilidades de lograr el cometido.
En Estados Unidos y otros países, las leyes de presupuesto se votan tras conciliábulos entre pocos dirigentes del sistema bipartidista, sin la menor intervención de las poblaciones. En Cuba no es así, sin embargo el imperio y “lamebotas yanquis” la siguen tildando de “dictadura”. Analizando la crisis mundial y las protestas populares, el presidente cubano le recomendó a Barack Obama y sus colegas “que tanto pregonan sobre democracia, derechos humanos, libertad de prensa, etc, etc, escuchar sus legítimas demandas, consultar a sus pueblos las políticas económicas, las medidas de ajuste y tomar en cuenta a la opinión pública, sin la brutal represión a que con frecuencia someten a las manifestaciones estudiantiles, profesionales, obreras, de inmigrantes y otras minorías”.
Las autoridades cubanas hablaron ante 600 miembros de la Asamblea y valoraron que hubo sintonía entre el plan para el año que termina y los resultados. Habían previsto un crecimiento del Producto Bruto Interno del 3 por ciento y lograron 2,7 por ciento.
Eso es meritorio, teniendo en cuenta el adverso marco internacional y la continuidad del bloqueo económico de EE UU (la votación en Naciones Unidas, en octubre pasado, arrojó 186 votos a favor de levantarlo y sólo 2 en contra, el propio bloqueador y su socio menor Israel).
El diputado Martínez admitió que se pudieron ahorrar recursos por una “benigna temporada ciclónica”, pero no hubo sólo una bendición de la Naturaleza sino un trabajo duro en correspondencia con los “Lineamientos”.
La industria manufacturera creció un 2,5 por ciento en 2011 y dentro de ella tuvo un mejor comportamiento la industria del azúcar, que duplicó esa marca. Hubo también aceptables rendimientos en la producción de alimentos, aunque no se llegó al total de lo planificado y se debió importar más de lo previsto, por valor de 48 millones de dólares.
Entre los renglones que aportaron más divisas volvió a anotarse el turismo, con 2.5 millones de visitantes. Los argentinos fueron parte del fenómeno, con un total de 70.000 turistas (octavo país entre los de mayores emisores de viajeros).
Esos compatriotas no implican sólo un saldo “de caja” sino también un aspecto muy positivo. Al pisar la isla y hablar con su gente, tienen un registro propio, sin pasar por el tamiz ideológico adverso de los medios monopólicos agrupados en la SIP.
Por ejemplo, el ex embajador menemista ante la ONU, Emilio Cárdenas, escribió el 24/12 una columna en “La Nación” arreciando en sus críticas contra la patria de José Martí (ex corresponsal de ese matutino en el siglo XIX). “En rigor, la isla es una suerte de enorme prisión para la gran mayoría de los cubanos, que lamentablemente no pueden entrar y salir libremente de ella. Este es, no obstante, uno de esos temas de enorme entidad de los que algunos, sin embargo, “no hablan”, pese a que tiene el deber de hacerlo, adoptando una actitud de silencio que los transforma en cómplices”, escribió el ex titular del Banco Republic of Nueva York en Buenos Aires. La última parte es una crítica a Cristina Fernández y Héctor Timerman, los supuestos “cómplices”.
Castro anunció la liberación de 2.900 penados, en su mayor parte delincuentes comunes que han purgado buena parte de sus condenas y acreditado buena conducta. Sin embargo Cárdenas sigue hablando de una “enorme prisión”. ¿Por qué no le pide a Obama que libere a los presos de Guantánamo y devuelva esa parte de la isla a Cuba?
En los discursos de Castro, Yzquierdo y Pedraza estuvieron bien balanceados los logros y los yerros del gobierno en 2011.
Para 2012 se prevé crear 70.000 nuevos puestos de trabajo, fruto de 240.000 empleos nuevos, muchos de fuera de la órbita estatal, y los 170.000 puestos a suprimir en ésta. Además de modesta buena noticia, ese compromiso deja en ridículo a los medios argentinos que mintieron con que iban a despedir un millón de empleados estatales.
Por supuesto que la aclaración sobre ese “yerro” podrá aparecer, chiquito, en la página 44 de la edición de Clarín en un año bisiesto…
El avance y la madurez política del gobierno se advierte en que los mencionados informes al parlamento, al explicar las causas de los incumplimientos del plan 2011, plantearon en primer lugar la existencia de una crisis económica internacional, en segundo término la continuidad del bloqueo estadounidense y en tercer plano los propios errores políticos.
Que los ubiquen en ese lugar no significa minimizarlos. Los cubanos, tan caribeños, parecen británicos porque parecen decir “último, pero no menos importante”.
Por ejemplo, se reconoció que no se cumplió el plan de producción de carne vacuna y de cerdo, leche, frijoles, maíz, café y cítricos, lo que obligó a hacer importaciones no previstas por 48.875.000 dólares.
El presidente cubano hizo en su intervención un descarnado análisis del fenómeno de corrupción que en parte impacta en esos incumplimientos. Habló de contratos que no se cumplen, de ventas de productos agropecuarios que se simulan, de delitos de “cuello blanco” cometidos por funcionarios nacionales y empresarios extranjeros, y de otros delitos comunes como cuatrerismo. Se puso enérgico para advertir que se acabarán esos delincuentes “igual como se acabaron los traficantes de droga (…) Lo mismo les digo respecto a aquellos burócratas corrompidos, con cargos obtenidos a golpe de simulación y oportunismo que utilizan las posiciones que todavía ocupan para acumular fortunas, apostando a una eventual derrota de la Revolución”.
Lejos de poner el bloqueo como excusa, el orador recordó la afirmación de Fidel Castro, en noviembre de 2005, en la Universidad de La Habana, cuando planteó que la revolución cubana era invencible frente a los embates de su mal vecino, pero podía autodestruirse por errores internos, por caso la corrupción. Ese planteo está vigente y se lo reconoce sin ambigüedades ni medios tonos.
Así, con reuniones, trabajo, crítica y autocrítica, los cubanos festejarán el 1 de enero los 53 primeros años de su revolución; once presidentes pasaron por la Casa Blanca y quisieron aplastarla pero no pudieron. Muchos latinoamericanos y caribeños, esa noche, brindarán a la salud de ese fenómeno social que bajó de Sierra Maestra en 1959 y se quedó a vivir en toda la isla. Bah, casi toda. Falta que los norteamericanos se vayan de Guantánamo…
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