Por: Emilio Marín, La Arena
Bradley Manning no es tan famoso como Julian Assange, fundador del sitio WikiLeaks, pero quizás en un tiempo más sea más conocido que éste.
Un video colgado por WikiLeaks, “Asesinato Colateral”, muestra a tripulantes norteamericanos de un helicóptero Apache muy sonrientes luego de asesinar a 11 personas, entre ellos a dos periodistas de Reuters, y herir a dos niños. El hecho se produjo en Bagdad, en 2007.
Ninguno de esos militares estuvo preso. El soldado raso Manning, que ahora tiene 24 años, está encarcelado desde el 26 de mayo de 2010. Assange estuvo detenido en el Reino Unido y pesa en su contra un pedido de extradición a Suecia, donde lo aguardan acusaciones penales de dos mujeres por supuesto abuso sexual (parece una “cama” para enjuiciarlo y castigarlo por esa fuga de información de la cancillería y las Fuerzas Armadas).
El jueves 22/12, terminaron seis días de audiencias en Fort Meade, Maryland, que aloja a la Agencia Nacional de Seguridad. Un tribunal presidido por el teniente coronel Paul Almanza evaluó las acusaciones contra el joven. El fiscal, capitán Ashden Fein, incluyó 24 cargos gravísimos, incluido el de traición a la patria, que podría significarle pena de muerte. Benévolos, fuentes castrenses hicieron saber a la prensa que ese castigo extremo no figura en sus planes.
El defensor David Coombs rechazó esas acusaciones y dijo que sólo podrían mantenerse tres de ellas, con un límite de pena de hasta 30 años y no perpetua.
La acusación insistió con que el soldado, que trabajaba en inteligencia militar en Bagdad, había filtrado a Assange 260.000 cables secretos entre noviembre de 2009 y mayo de 2010, cuando fue detenido. Hillary Clinton y el secretario de Defensa, Robert Gates, habían asegurado que esa filtración había puesto en riesgo la vida de muchos estadounidenses.
El letrado defensor replicó que aquellas habían sido sobreactuaciones. “El cielo no se ha caído y no se caerá por las filtraciones de Wikileaks”, sostuvo. “Cualquiera que mire la información filtrada sabe que no ha causado daño alguno”, agregó. La línea argumentativa de Coombs fue que su defendido sufría inestabilidad mental a causa de problemas de identidad sexual que le deberían haber incapacitado para servir en el Ejército, “pero que éste no hizo nada para evitarlo pese a conocer sus circunstancias”.
Las dos posturas están a consideración del teniente coronel Almanza, quien el 16 de enero próximo deberá resolver si promueve el juicio, y en tal caso, si el mismo será en la órbita civil o militar.
Mientras tanto, el soldadito ha vuelto tras las rejas de Fort Leavenworth, Kansas, donde está algo mejor, comparado con los antros anteriores.
Tiren contra Manning
Los primeros tiempos fueron excepcionalmente duros para el preso, desde el 26 de mayo de 2010, cuando le echó mano la inteligencia militar y la CIA. Un mes antes, WikiLeaks había colgado el famoso video del helicóptero asesino y la Casa Blanca quería un culpable preso por la filtración, cuanto antes.
Manning estuvo detenido en la capital iraquí y en Kuwait, en condiciones pésimas, como los combatientes sunnitas contra la ocupación. Para el general David Petraeus, el soldado era peor que los iraquíes. Era un traidor.
De allí fue llevado a una cárcel de máxima seguridad en Quantico, Virginia, cuartel de los marines. Estaba en total aislamiento 23 horas al día, no le permitían hacer gimnasia ni salir al patio, ni recibir visitas ni leer libros. Los guardias lo despertaban de noche cada cinco minutos porque querían saber si no se había suicidado.
Así completó casi un año de cárceles de aislamiento, entre Irak y Quantico. Recién en abril de 2011, luego de quejas de organismos de derechos humanos europeos y estadounidenses, campañas de Amnistía Internacional, críticas de Juan Méndez, del Grupo de Naciones Unidas contra la Tortura, etc, el preso fue a un establecimiento de mediana seguridad, Fort Leavenworth. Allí comparte encierro con otras tres personas, habla con ellos, recibe a su abogado y hasta le han dejado ingresar un par de libros. Cuando sale debe llevar grilletes en pies y esposadas sus manos. Delicias de la política de Derechos Humanos que tiene su impoluta capital mundial en Washington.
Al soldadito que sacó a luz crímenes cometidos por los agresores de Irak y Afganistán, lo detuvieron, lo torturaron física y/o psíquicamente, y lo sentaron en el banquillo de los acusados. Tendrá que juntar 170.000 dólares para pagar sus abogados, para lo que han comenzado las colectas. Y al final, en juicio castrense o civil, pueden darle hasta 30 años de cárcel si se atienen al pedido de la defensa, o perpetua si toman en cuenta las solicitudes del fiscal, y hasta condenarlo a muerte.
Assange no la está pasando bien, pendiente de esa posible extradición a Suecia. WikiLeaks, fue asfixiado financieramente. Su sucesor en el sitio, el islandés Kristinn Hrafnsson lo detalló en un reportaje dado a Pascual Serrano: “estamos sufriendo desde hace un año las consecuencias de un embargo y un bloqueo bancario. Visa, Mastercard, Western Union y Bank of America han decidido bloquear cualquier donación destinada a Wikileaks. Hemos perdido el 95% de los ingresos. Este bloqueo no tiene precedentes. Las empresas que gestionan estas tarjetas bancarias no se preocupan por saber en qué gasta la gente su dinero. Con ellas, en Internet puedes comprar la más asquerosa pornografía, apoyar al Ku Klux Klan, adquirir armas semiautomáticas y financiar los asentamientos ilegales en Palestina y a grupos extremistas israelíes, pero no puedes donar a Wikileaks”. En algo se equivoca el reporteado: este bloqueo bancario sí tiene precedentes. Lo sufre Cuba.
¿Héroe o villano?
Hablando de la isla socialista, un cubano que entrega información a la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) y favorece el bloqueo de su país, es un mercenario que merece acusación judicial.
Pero un soldado estadounidense que conoce de crímenes cometidos por el imperio contra una población ocupada militarmente, y los filtra a la prensa, merece una felicitación. Y doble, porque este debía saber que, en caso de ser descubierto, sería castigado muy severamente. A pesar de ello, afrontando los riesgos, habría dado esa información que dio vuelta al mundo.
Si se comprueba que él dio esa data a WikiLeaks, lo que resulta probable, sería un caso parecido al de Daniel Ellsberg, que en 1971 logró fotocopiar 7.000 fojas de documentos secretos (“Papeles del Pentágono”) y los envió al New York Times y Washington Post. Sufrió graves denuncias de la administración Nixon, pero terminó precipitando la salida de EE UU de Vietnam.
El preso en Kansas hizo un aporte a la paz mundial, al dejar en desnudo los procedimientos militares de los invasores de Irak. También quedó al descubierto la trama del Departamento de Estado y sus comunicaciones con sus embajadas en todo el mundo, que hacían espionaje y hasta contestaban, caso de Argentina, qué tipo de enfermedades y medicaciones tomaba la presidenta Cristina Fernández (un tema de rigurosa actualidad).
Assange dice que nunca habló con el detenido y que éste es un preso político y de conciencia. El argumento es compartido por Amnistía y 60 legisladores del Parlamento Europeo que pidieron clemencia a la Casa Blanca. Unos 250 abogados estadounidense firmaron una petición por el preso. Otras 13.221 personas firmaron en igual sentido. Oliver Stone, el director de Pelotón, JFK y otras películas, manifestó: “espero que un día Assange y, sobre todo, Manning sea libre”. En abril pasado a Barack Obama lo interrumpieron en un acto proselitista en San Francisco: varios activistas de la paz le cantaron un tema a favor del soldado, lo que no le causó ninguna gracia.
Personalidades democráticas más avanzadas se pronuncian por la libertad de este detenido y reflexionan sobre los presos en Guantánamo y tantos otros “oscuros rincones del planeta” donde la CIA manipula cárceles secretas.
Los más exagerados defensores del preso dicen que al fortalecer WikiLeaks y en general el rol de las redes sociales, aportó a las “revoluciones democráticas” en los países árabes como Túnez y Egipto, que se apoyaron en esos medios.
Assange opinó que 2010 fue el año de mayor libertad de prensa debido al impacto de WikiLeaks y esto tiene mucho de cierto. Y que la prisión de Manning es una sentencia de muerte contra el periodismo de investigación.
Una sencilla comparación final. El “comandante en jefe” George W. Bush asesinó a más de un millón de personas en Irak y Afganistán y está libre. ¿Por qué está preso el soldado raso que no mató a nadie?
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