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El capitalismo global de ajuste en ajuste, y de agresión en agresión

Por: Emilio Marín, La Arena

Barack Obama piensa reducir el presupuesto militar de 600.000 millones de dólares anuales, en su versión formal (hay partidas bajo otros nombres que lo engrosan en forma considerable). Estos números reales de la “Defensa” quitan relevancia al porcentaje de la reducción formal, si se cumpliera, del orden del 10 por ciento.

El inquilino de la Casa Blanca lo pensó como parte del plan político de quedarse otros cuatro años. Esto supone ganar las elecciones de noviembre de este año.

El análisis de muchas cosas, sino todas las que anuncie de aquí en más el gobierno norteamericano, no podrá prescindir del factor electoral. Comenzó la campaña para la reelección de Obama. Lo quieren desbancar siete candidatos republicanos que siguen en carrera luego de la deserción de la única mujer.

Otro anuncio de fuerte sentido reeleccionista, la salida de sus tropas de Irak, demandaba supuestamente un achique de los gastos del Pentágono de Leon Panetta. Cualquier contribuyente les diría: señores, si van a retirar 140.000 soldados de Irak, deben gastar menos que cuando ese contingente ocupaba ese país.

Dicho de otro modo. Decir que la secretaría de Defensa gastará menos, busca darle credibilidad, que no abunda, al supuesto retiro de Irak. Esto es discutible, pues quedarán algunas tropas norteamericanas para la “transición” y habrá sin límite de tiempo un número cercano a los 130.000 de “guardias”, léase mercenarios armados contratados por las agencias “de seguridad”.

La supuesta reducción del gasto militar estadounidense requiere de una penúltima precisión: se mantendrá tal cual lo destinado a la región Asia-Pacífico. Como se ha explicado en otras oportunidades en LA ARENA, esta zona es considerada clave para la disputa por la hegemonía mundial. La superpotencia puede achicar ejércitos en otras partes del mundo pero no en Asia-Pacífico. Desde hace un cuarto de siglo los papeles del Pentágono y del Departamento de Estado, con gobiernos republicanos y demócratas, coinciden llamativamente en que dominar esa región es el eslabón clave para un siglo XXI bien norteamericano.

¿Qué tiene esa región que no tienen otras? Muy sencillo: China. Cercar, rechazar e incluso agredir militarmente a ese gran país con una economía en auge desde 1978, es la principal hipótesis de conflicto del imperio que se siente a punto de ser desplazado del podio.

Y aquí va la última advertencia respecto a una poda del gasto militar: con los 600.000 millones de dólares, más la parte “sumergida” de esas partidas, la superpotencia decadente tiene dinero de sobra para seguir agrediendo. Así fue el año pasado Libia y puede serlo este año Irán, Siria y Venezuela, en una larga lista.

Es la economía, estúpido

Bombardear a naciones que tienen mucho petróleo y gas, o bien están gobernados por presidentes opuestos a la política norteamericana, son contingencias predecibles. Sabido es que Estados Unidos y otros países imperiales de la Unión Europea y Japón llevan en su ADN el genoma de la guerra. Está en su naturaleza, como el picar lo está en el escorpión según la conocida fábula de la rana como víctima.

Hay otra razón muy potente para prever esa tendencia a usar misiles, bombardeos y desembarcos varios miles de unidades: la economía deplorable en la mayoría de los estados señalados.

EE UU no puede presumir mucho, casi nada, de que su índice de desempleo haya bajado unos céntimos y ahora se ubique en algo más del 8,5 por ciento.

El panorama sigue siendo tétrico allí y en Europa. La titular del FMI, Christine Lagarde, ha llamado la atención sobre la extrema gravedad de la situación económica mundial. Angela Merkel, jefa del gobierno teutón, declaró que el 2012 va a ser peor que el 2011 y no hablaba sólo ni principalmente de Alemania sino del mundo. Dentro de todo, Berlín hasta ahora no ha sido la peor del grado.

Los recambios gubernamentales, producidos bajo el impacto de la crisis, no han resuelto mágicamente los dramas. En España, por ejemplo, el derechista Mariano Rajoy viene dando cada vez peores noticias a su audiencia. En su discurso de asunción informó de un ajuste del gasto público por 16.500 millones de euros, sin aumento de impuestos. A los pocos días llevó la cifra a 36.000 millones, con impuestazos y fusión o privatización de 500 empresas públicas. Habrá que aguardar un poco para saber si el mundo del trabajo y demás capas sociales toleran semejante tormento, sacado del arcón de torturas del franquismo.

Grecia sigue en el ojo de la tormenta, como en menor grado Portugal, Italia, Francia y el Reino Unido. Pero no se sabía mucho de que hay otros a punto de declararse en default, por no poder pagar su voluminosa deuda, caso de Hungría. Pensar que allí, en Polonia y otros países que ahora están en la lona, derribados por la crisis del capitalismo global, hubo hasta los ´90 una mejor vida con valores de mayor igualdad social. Les vendieron un buzón y ahora están en el peor de los mundos, salvo para el 10 por ciento de ricachones.

Bill Clinton acertó en lo táctico cuando en 1992 le ganó a Bush padre poniendo sobre el tapete a la economía. Pero hay que ser estúpido para no ver que el valor más importante es la política, expresión concentrada de la economía, del mismo modo como la guerra es la política por otros medios, según el famoso militar prusiano.

Riesgos invierno nuclear

La ratificación estadounidense de que se mantienen tal cual los presupuestos militares para Asia-Pacífico, más la instalación de un contingente de 2.500 marines en Australia, no puede ser subestimada. Significa, como se mencionó, una fuerte señal adversa para Beijing. Del mismo modo deben interpretarse los planes agresivos de Washington para con la República Democrática Popular de Corea, vecina de China.

Con intermitencias, a lo largo de todo 2011, hubo actitudes y preparativos estadounidenses e israelitas para una campaña bélica contra Irán, demonizado como si estuviera lanzado a la fabricación de armas nucleares. En rigor, EE UU tiene varios miles de armas de ese tipo e Israel dos o más centenares, en tanto Teherán hasta ahora ninguna.

Dos portaaviones “made in USA” en el Golfo Pérsico son un signo muy peligroso de la escalada bélica en la zona, mientras el país persa es sobrevolado por aviones espía y un virus fue introducido –por EE UU e Israel- en sus instalaciones nucleares de Natanz, que es parte de su programa atómico pacífico.

Pero el gobierno de Mahmud Ahmadinejad no se amilanó. Según la información disponible, habría logrado superar la interferencia del virus en Natanz. Y dio un gran golpe, al interceptar un avión no tripulado (UAV) estadounidense, tipo Sentinel, y bajarlo dócilmente a su territorio, manejando su sistema sofisticado de GPS. La pieza es valiosísima desde el punto de vista tecnológico y habría sido puesta bajo estudio chino y ruso, como gesto iraní hacia los países que bloquearon en el Consejo de Seguridad las nuevas sanciones en su contra.

Finalmente, en 2.000 km2 de la zona del Estrecho de Ormuz, la marina islámica hizo una semana de ejercicios defensivos, para darle pábulo a su advertencia de que si Teherán es agredida, entre otras cosas se cerrará ese paso por donde circula un tercio del petróleo de exportación. En medio del panorama crítico de la economía mundial, ese puede ser un tiro de gracia.

El presidente Ahmadinejad visitará Caracas, La Habana y Quito, entre otras ciudades del ALBA. La amenaza común hermana a estos países, entrelaza más su comercio y teje más vínculos políticos y diplomáticos, lo que dificulta los planes de agresión en su contra.

Los dos últimos jefes del Mossad sionista han declarado que sería una estupidez atacar a Irán. Dentro del delirio sonaron como voces sensatas, de  influencia en ámbitos castrenses de Israel, los que no pueden subestimar a Irán como potencia regional.

De todos modos el peligro de agresión militar contra Irán, que también podría producirse antes contra Siria, sobrevuela esa zona del mundo. El 3 de enero pasado Fidel Castro escribió una reflexión alertando que el mundo marcha hacia el abismo de la guerra mundial y el desastre del medio ambiente. En junio y julio pasado el líder cubano hizo pronósticos fallidos sobre la guerra; fallidos sólo en cuanto a fechas, no en el fondo de la cuestión. En la historia de la civilización de 180.000 años, doce o veinticuatro meses son una anécdota. La guerra puede ser, en cambio, el invierno nuclear y el fin de todo, aún usando unos pocos centenares de las 20.000 armas atómicas existentes. Y en eso el barbado comandante tiene muchísima razón.

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Etiquetas: CapitalismoCrisis EconómicaEconomíaEstados Unidos

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