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Por qué Bahréin no es Siria

Por: Pepe Escobar, Asia Times, traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Es un caso de disonancia cognitiva? Claro que no, después de todo Siria está apoyada por Rusia y China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mientras Bahréin alberga a la Quinta Flota de EE.UU., defensor del “mundo libre” contra esos malignos iraníes que quieren cerrar el Estrecho de Ormuz.

Hace un año la abrumadora mayoría de la población de Bahréin –en su mayoría chiíes pobres, desatendidos, tratados como ciudadanos de tercera clase, pero también suníes educados– salió a las calles a exigir que el gobierno de los al-Khalifa permita un mínimo de democracia.

Como en Túnez y Egipto –a diferencia de Libia y Siria– el movimiento por la democracia en Bahréin es legítimo, no violento y no contaminado por la infiltración occidental o del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

La reacción fue una enérgica represión y una invasión saudí por la carretera elevada a Manama. Fue el resultado tácito de un trato entre la Casa de Saud y Washington: os daremos una resolución árabe que os permita ir a la ONU y luego lanzar el bombardeo humanitario de la OTAN contra Libia; nos dejáis solos para que aplastemos esa insensatez de la Primavera Árabe (Vea: Revelado el acuerdo entre EE.UU. y Arabia Saudí, Rebelión, 2 de abril de 2011.)

El gobierno de Obama no tardó en adelantarse a la “celebración” de la represión de la democracia en Bahréin enviando a un mandamás del Departamento de Estado a ese país.

Como informa Gulf Daily News, la llamada “Voz de Bahréin” pero más bien la voz de los al-Khalifa, el secretario adjunto de Estado para Asuntos de Medio Oriente de EE.UU., Jeffrey Feltman, elogió ampliamente los pasos del rey Hamad para “disipar tensiones” –como “la liberación de prisioneros políticos, una reestructuración parcial del gabinete y la retirada de fuerzas de seguridad”.

Los informantes de Feltman debían de estar ciegos porque los prisioneros políticos siguen en la cárcel, la reestructuración del gabinete es un lavado de cara y la represión por parte de las fuerzas de seguridad funciona a toda marcha.

Feltman dijo que Washington destaca el “diálogo nacional”, soluciones “hechas en Bahréin” y la “no interferencia de Estados extranjeros en el proceso”. ¿Deberían seguir los bahreiníes el modelo OTANCCG como se aplica en Siria?

También dijo: “Los bahreiníes pueden contar con el apoyo de EE.UU. para respaldar un consenso bahreiní respecto al camino a seguir” y elogió la “sinceridad” del príncipe heredero Salman, también comandante supremo adjunto y conductor del diálogo nacional. Con amigos semejantes, el movimiento pro democracia en Bahréin verdaderamente no necesita enemigos.

Por lo tanto este es, en pocas palabras, el mensaje de Washington: haced que la gente deje de hacer ruido y mantendremos nuestra base para defenderos a vosotros y a vuestros primos de las masas mugrientas.

Si asustan a las mujeres, llamad a la invasión

La vida real en Bahréin es completamente diferente. Lo que los medios corporativos de EE.UU. califican de “tenso emirato” sigue todavía bajo una ley marcial de facto. Los manifestantes pro democracia “liberados” –cientos de ellos– siguen en la cárcel. Human Rights Watch, dicho sea a su favor, pero basándose todavía en eufemismos, dice: “Existe poca rendición de cuentas por la tortura y los asesinatos, crímenes en los cuales está implicada la Fuerza de Defensa de Bahréin”.

De hecho, ninguna rendición de cuentas

Anticipando más represiones relacionadas con el primer aniversario de la revuelta, el Ministerio de Salud ha ordenado a los hospitales privados que informen al aparato de seguridad de todos los heridos; cientos de doctores y enfermeras acusados de atender a los manifestantes heridos han sido arrestados en los últimos meses.

El ejército colocó alambradas de púas en todas las áreas cerca de la rotonda Pearl donde derribaron el monumento Pearl, el mayor símbolo de la democracia arrasado. Dos ciudadanos estadounidenses, Huwaida Arraf y Radhika Sainath, fueron arrestados recientemente en Manama durante una protesta pacífica no violenta. Ayat al-Qormozi fue encarcelada porque leyó un poema criticando al rey Hamad en la rotonda Pearl.

El pasado mes de noviembre la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin acusó a los al-Khalifa de utilizar “fuerza excesiva, incluida la extracción de confesiones forzosas, contra los detenidos”. A finales de enero, Amnistía Internacional pidió “investigaciones y responsabilidades por más de una docena de muertes debidas a la utilización de gas lacrimógeno” y llamó a Washington a “suspender el envío de gas lacrimógeno y de otro equipo de control de disturbios a las autoridades bahreiníes”.

El servicio local de seguridad, respaldado por los saudíes, se basa fuertemente en policías paquistaníes de control de disturbios, por no hablar del gas lacrimógeno y las granadas aturdidoras hechos en EE.UU. que se utilizan para dispersar cualquier manifestación pacífica contra el gobierno. Numerosos ciudadanos mayores y niños han muerto de asfixia después de que las tropas del régimen dispararan gas lacrimógeno en áreas residenciales e incluso dentro de las casas. La represión respaldada por los saudíes llegó a afectar a pacíficos asistentes a las procesiones funerarias de los manifestantes eliminados por el aparato de seguridad de al-Khalifa.

¿Cuál es el problema? Todo forma parte del “diálogo nacional” del príncipe heredero.

Sin embargo, a pesar de la continua represión, las manifestaciones que exigen la partida de los al-Khalifa suceden casi a diario. No era una demanda inicial del movimiento pro democracia, pero lo fue después de la invasión saudí.

Y para probar definitivamente que vivimos en el mundo de El Sentido de la vida de Monty Python, basta con leer la entrevista del rey Hamad publicada en el semanario alemán Der Spiegel.

El rey dice que pidió al CCG que invadiera el país en marzo de 2011 para proteger las “instalaciones estratégicas” de Bahréin “en el caso de que Irán fuera más agresivo”. Teherán no tuvo absolutamente nada que ver con las protestas, causadas por una monarquía que trata a la mayoría de sus súbditos indígenas de la misma forma que los Emiratos Árabes Unidos tratan a sus trabajadores extranjeros del sur de Asia.

El rey dijo también que “nuestras mujeres están muy asustadas y es el deber de un caballero proteger a las mujeres”. Tal vez, en lugar de una invasión, tortura, asesinatos y represión ininterrumpida, el rey podría haber calmado a sus “mujeres asustadas” con un reparto de carteras Louis Vuitton auspiciado por el Estado.

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Etiquetas: BahreinBarack ObamaBashar al AssadEstados UnidosGuerraSiria

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