Hasta el Combinado del Este, el mayor establecimiento penitenciario cubano, llegaron este martes periodistas nacionales y extranjeros, que pudieron conversar con los internos en las celdas, el hospital y los lugares donde estudian y trabajan.
El Teniente Coronel Roelis Osorio, jefe de esa instalación, explicó que allí el 27 % de la población penal realiza actividades laborales voluntarias y remuneradas.
Es precisamente el trabajo uno de los pilares de la reeducación y posterior reinserción social de los sentenciados y, al mismo tiempo, una manera de resarcir el daño que causaron.
Así lo corrobora Nelson, quien trabaja en la desarmadora de vehículos del Combinado. El trabajo tiene “bastantes beneficios”, cuenta. “Nos ayuda a progresar de régimen, nos dan visitas de estímulo, o nos sacan el fin de semana a jugar pelota. Eso normalmente nos toca, pero por estímulo lo hacen más seguido”.
En el Combinado del Este funciona un polígono de capacitación donde se imparten los oficios de albañil, ferrallista (operario de estructuras de hormigón armado), carpintero, electricista, plomero y soldador.
Luis Piña Rojas, jefe de tratamiento educativo en ese centro, declaró que las materias duran alrededor de seis meses, y al concluir se les entrega un diploma que continúa teniendo validez al salir del penal.
“Voy a un curso de superación de soldadura y soy promotor de lectura”, cuenta Reinier, que convive en una celda con otros dos internos y lleva siete meses a la espera del juicio.
El tiempo establecido para que enjuicien a un acusado es de hasta 180 días —declaró a Granma el Teniente Coronel Osorio—, pero a veces puede demorarse incluso un año, aunque no es lo más frecuente. Se hace sobre todo cuando se trata de delitos graves y es preciso profundizar en las investigaciones para no cometer ninguna injusticia, subraya.
Otra especialidad por la que pueden optar desde el 2004 son los cursos de enfermería, que se imparten en colaboración con el Ministerio de Salud Pública. Para esa profesión son más rigurosos los criterios de selección. Entre otros requisitos, los internos no pueden haber cometido atentados contra la integridad física de otra persona.
Esa disciplina se estudia en el Hospital Nacional de Internos —con sede en el Combinado—, que brinda servicios nacionales, aunque en todos los establecimientos hay atención primaria médica y estomatológica, además de sanatorios para personas con VIH.
Otra de las bondades del sistema penitenciario cubano son las visitas familiares y conyugales, a las que tienen derecho todos los internos. Adicionalmente, en el Combinado existe un pabellón familiar, donde por estímulo los sentenciados pueden pasar 24 horas con su más allegados.
CENTROS DE TRABAJO Y ESTUDIO
De los 200 establecimientos penitenciarios que hay en Cuba, 155 quedan fuera de los moldes tradicionales. Los llamados Centros de Trabajo y Estudio (CTE) son prisiones al aire libre, sin celdas ni cercas de protección, donde los internos salen a trabajar fuera del lugar.
Y contrario a lo que podría pensarse, el índice de fuga es casi nulo, según cuenta el Mayor Jorge Fonseca Calzadilla, jefe del CTE La Lima, en Guanabacoa.
A ese régimen de mínima severidad —donde está aproximadamente la mitad de la población penal— acceden personas de baja peligrosidad o por buena conducta, como parte de la progresión en el sistema penitenciario cubano, donde se transita desde la mayor severidad, severidad y media severidad (en establecimientos cerrados) hasta los centros abiertos.
Aquí el trabajo es aún más importante —comenta el Mayor Jorge Fonseca—, porque el hombre está en la antesala de la libertad condicional.
El CTE La Lima mantiene contratos laborales con 18 entidades estatales, encargadas, por ejemplo, de edificación de viviendas e higienización de la capital.
A los internos cubanos no solo se les ofrece capacitación en oficios, sino instrucción escolar. Según datos oficiales, 27 095 están incorporados al estudio en los diferentes niveles de enseñanza.
Ese es el caso de Pedro, quien a sus 53 años cursa en el sexto grado. Su día comienza a las 5:30 a.m., desayuna y se incorpora a trabajar. “Eso es hasta las cuatro, más o menos. Después estudio”.
Asimismo, se viene implementando en los centros penitenciarios el programa “Educa a tu hijo”, encaminado a fortalecer el vínculo entre los privados de libertad y sus familiares. “Es una cosa bien linda”, comenta Annel. “Aquí se nos enseña cómo saber las cosas que tenemos que hacer en las diferentes edades de los niños. Para mí fue una experiencia maravillosa hacer algo con mi mujer y mi hija a pesar de los años que llevo preso”.
Los oficiales que trabajan con los internos reconocen que el ambiente de los CTE contribuye de manera más eficiente a la creación de hábitos y valores con vistas a la reinserción social de esas personas.
Además del Combinado del Este y La Lima, un segundo grupo de periodistas visitó el establecimiento penitenciario de mujeres “El Guatao” y el Centro de Jóvenes por Conducta San Francisco de Paula.
(Diario Granma)
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