Para describir los vínculos con Cuba del expresidente sudafricano, Nelson Mandela, bastaría con citar aquellas palabras suyas en Matanzas en 1991: “El pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África”.
El discurso del héroe el 26 de julio de ese año en la provincia occidental (100 kilómetros al este de la capital) reconoció, como pocos habían hecho antes, el apoyo de la población de la isla caribeña a la emancipación de su continente.
“Los internacionalistas cubanos -afirmó mientras miraba hacia su colega y amigo cubano Fidel Castro- hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan”.
“Desde sus días iniciales, la Revolución Cubana fue una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad”, aseguraba Mandela en su intervención en el acto por el XXX aniversario de la epopeya cubana del asalto al cuartel Moncada.
El expresidente comentó entonces que admiraba “los sacrificios del pueblo cubano por mantener su independencia y soberanía ante la pérfida campaña imperialista orquestada para destruir los impresionantes logros alcanzados por la Revolución Cubana”.
Madiba, como le llamó su pueblo en la lengua de la etnia xhosa en que nació, estaba preso “cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva que las fuerzas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola en una escala tal que nos era difícil creer”.
El líder sudafricano reflexionó durante aquella comparecencia sobre la diferencia entre la presencia cubana en la región y la de otros estados que fueron a explotarla:
“Nosotros en África estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de nosotros”.
La relación con La Habana del también Premio Nobel de la Paz (1993) tuvo también curso de ida y vuelta con la cooperación en distintos campos que comenzó a potenciarse entre ambos estados al ser él electo presidente en 1994 que aún se mantiene y desarrolla.
Otro canal de comunicación entre Mandela y La Habana fue su estrecha relación con el líder cubano, entre cuyos más emotivos capítulos figuran las visitas del dirigente caribeño a Sudáfrica. “Fidel es mi amigo”, solía decir Madiba en cada encuentro.
La primera estancia del líder cubano fue en mayo de 1994 por la investidura presidencial de Mandela, la segunda en 1998 y la tercera en 2001. El discurso de Fidel durante su estancia en 1998, incluiría la siguiente descripción sobre el entonces Presidente:
“Nelson Mandela no pasará a la historia por los 27 años consecutivos que vivió encarcelado sin ceder jamás en sus ideas; pasará porque fue capaz de arrancar de su alma todo el veneno que pudo crear tan injusto castigo”.
Fidel elogiaría entonces la generosidad y la sabiduría con que “en la victoria ya incontenible supo dirigir tan brillantemente a su abnegado y heroico pueblo, conociendo que la nueva Sudáfrica no podría jamás construirse sobre cimientos de odio y de venganza.
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