Los combates entre musulmanes y cristianos en la República Centroafricana apuntan hacia una escalada de la violencia religiosa, que pudiera amenazar la estabilidad regional, advirtió hoy Naciones Unidas.
Según el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Políticos, Jeffrey Feltman, en la capital Bangui y en el resto del país “los asesinatos continúan día tras día, y la población permanece dividida por filiaciones religiosas”.
Los estimados indican la muerte de miles de personas, mientras que los desplazados rondan el millón y los necesitados de ayuda superan los dos millones 200 mil, alrededor de la mitad de la población, afirmó a la prensa poco después de una sesión del Consejo de Seguridad para analizar la crisis centroafricana.
Feltman comentó que tanto musulmanes como cristianos han establecido puntos de control en accesos a la capital y a localidades como Bossangoa, Bouar, Bozoum y Paoua, “que son testigos de atrocidades diarias, incluyendo los choques intercomunitarios”.
El país africano sufre un conflicto interno desde diciembre de 2012, que tuvo en marzo último el agravante de un golpe de Estado de los rebeldes Séléka, quienes derrocaron al presidente François Bozizé, y a principios del mes pasado una escalada en los choques entre grupos exSéléka (de mayoría musulmana) y anti Balaka (milicias cristianas).
Para el secretario general adjunto de la ONU, las personas con autoridad o influencia en el conflicto centroafricano deben hacer lo posible para detener los enfrentamientos y los ataques a civiles, entre ellos niños.
De acuerdo con Feltman, en su comparecencia de hoy en el Consejo de Seguridad pidió a ese órgano que recuerde a las partes “sus responsabilidades bajo las leyes internacionales humanitarias y los derechos humanos, así como la importancia de que los violadores de los mismos comparezcan ante la justicia”.
Por su parte, la Unión Africana (UA) solicitó apoyo financiero y logístico para fortalecer su Misión de Asistencia a la República Centroafricana (Misca), con el objetivo de garantizar un mayor aporte a la estabilidad de esa nación.
El observador permanente de la UA ante la ONU, Tete Antonio, explicó al Consejo que la fuerza creada el pasado 5 de diciembre carece de infraestructura y de recursos para lidiar con la violencia intercomunitaria en el convulso país.
La Misca opera bajo condiciones difíciles, que hacen la tarea aún más compleja, a partir de la insuficiente disponibilidad de medios aéreos y terrestres para su movilidad, así como de comunicación, dijo.
Hace un mes, el Consejo de Seguridad aprobó el establecimiento de la Misión y la intervención francesa para respaldarla, en respuesta “a la total ruptura del orden y la ley” en la República Centroafricana.
Sin embargo, responsables del trabajo humanitario advirtieron que el despliegue de militares foráneos, incluyendo unos mil 600 franceses, no ha logrado crear las condiciones adecuadas para la asistencia a las víctimas de la crisis.
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